Lo que en su día fue una de las mayores inversiones en producción de energía se considera ahora un auténtico fiasco
Considerada en su día como un tesoro seguro e innovador en la producción de energía, una de las mayores inversiones de la historia, ahora se considera el mayor fiasco de la historia de las energías renovables en Estados Unidos.
Hace casi 10 años, el mundo se enteró de una de las mayores inversiones termoeléctricas de la historia: la central solar de Crescent Dunes, cerca de Tonopah, en el estado norteamericano de Nevada. Casi una década después, se considera un fiasco.
Construida por la empresa SolarReserve e inaugurada en 2015, fue una de las primeras instalaciones comerciales en utilizar la tecnología de almacenamiento de energía térmica basada en sales fundidas. La planta utiliza un campo de 10347 helióstatos (espejos) que concentran la luz solar en una torre central, generando una potencia total de 110 MW.
Se trata de la segunda central termosolar con almacenamiento en sales fundidas, después de la española Gemasolar, construida a una escala seis veces mayor, con la intención de almacenar hasta 1,1 GWh de energía y ofrecer un suministro eléctrico flexible a 100 000 personas.
Por desgracia, este proyecto megalómano nunca estuvo a la altura de sus promesas, convirtiéndose en un enorme despilfarro multimillonario. Mil millones de dólares costó el proyecto SolarReserve, financiado por inversores como Warren Buffet y Citigroup, con préstamos garantizados por el gobierno estadounidense.
Aunque la tecnología era prometedora, la central se enfrentó a varios retos, tanto técnicos como económicos. En 2019 acabó cerrando sus operaciones por problemas con el sistema de almacenamiento de sales fundidas y falta de financiación.
Cuando aún estaba en fase de planificación, la construcción y el funcionamiento de la planta suscitaron preocupación por su impacto ambiental, especialmente en la fauna y flora locales. La central tuvo que lidiar con normativas y licencias medioambientales. Las centrales termosolares pueden afectar a las aves y otros animales debido a la gran intensidad de luz y calor que generan.
Los problemas detectados hicieron inviable la operación
Una vez construida la planta, surgieron varios problemas relacionados con roturas y dificultades para manipular las sales a altas temperaturas. También se denunciaron problemas con el sistema de helióstatos. La calibración y el mantenimiento de estos espejos resultaron ser más complejos y caros de lo esperado.
El rendimiento en la generación de energía ha sido inferior al esperado. La central no ha podido alcanzar sistemáticamente la capacidad de producción prevista durante su fase de diseño. Como consecuencia, ha tenido que hacer frente a interrupciones en su funcionamiento, lo que ha afectado a su capacidad de generación continua de energía.
Por ello, la planta ha tenido serios problemas para generar la producción esperada, lo que ha afectado gravemente a la rentabilidad de la inversión. Crescent Dunes se enfrentó a dramáticas dificultades que acabaron en 2019 con NV Energy, la compañía eléctrica de Nevada, demandando a SolarReserve por incumplir el contrato de entrega del 100% de la energía que generaba durante 25 años.
Los inversores de Crescent Dunes se retiraron del proyecto y también demandaron a SolarReserve por mala gestión del capital. Crescent Dunes se declaró en quiebra al año siguiente, confirmando lo que se venía gestando desde su inauguración: el mayor fiasco de la historia de las energías renovables en Estados Unidos.
Empresa española implicada en el caso
Tras abandonar el proyecto, Bill Gould, cofundador de SolarReserve, culpó del fracaso a la empresa española ACS Cobra, copropietaria y responsable de la ingeniería de la planta, acusándola de diseñar un tanque de almacenamiento defectuoso.
A pesar de las acusaciones, SolarReserve no ha emprendido acciones legales contra la empresa española, antigua filial del Banco Santander y del Grupo ACS dirigido por Florentino Pérez, también presidente del Real Madrid CF. El depósito de sal de Crescent Dunes era defectuoso porque se consideró demasiado grande.
En 2021, tras la suspensión de la deuda, la planta sigue funcionando junto a ACS, que ha firmado un nuevo contrato con NV Energy, aunque genera energía a un precio demasiado alto para todas las expectativas.