Con el frío, ¡llega la temporada de bolas de hielo!
¡La naturaleza es asombrosa! En zonas frías, cuando la temperatura del agua de los lagos o el mar se aproxima a los 0 ºC, se forman increíbles bolas de hielo casi esféricas. ¿Cómo es posible y dónde se pueden ver?
Todo el mundo identifica una bola de nieve con un objeto esférico, creado al recoger este meteoro con las manos y compactarlo al tamaño aproximado de un puño. Los más afortunados habrán podido jugar en una pelea de bolas de nieve.
Esta formación de la “bola de nieve” está hecha por la acción humana, pero en algunas ocasiones la naturaleza es la que se encarga de su formación, lo que constituye una rareza que vamos a explicar a continuación.
Este es un fenómeno que se produce algunas veces en mares y lagos de zonas muy frías del hemisferio norte. Se han documentado casos en los Grandes Lagos de Estados Unidos, en la canadiense isla de Cabo Bretón, en el golfo de Botnia de Finlandia y en el golfo del Obi, en Rusia.
Temperaturas frías, algo de viento y oleaje constructivo
La posible explicación de la formación de estas bolas es la acción combinada del viento con unas condiciones ambientales especiales, en las que interviene una temperatura del aire y del agua muy próxima y por debajo de los cero grados centígrados.
Necesariamente las condiciones de formación deben de ser restrictivas, ya que este fenómeno no es muy habitual, por lo que habría que añadir, a las anteriormente citadas, la orografía del lugar, con playas de poca pendiente y poca profundidad , así como la existencia de un oleaje constructivo.
Este tipo de olas es el encargado de acumular material en la playa. Siendo lo suficientemente intensas para aportar sedimentos u objetos al litoral, no llevan la fuerza del oleaje destructivo que es el que termina rompiendo la playa y erosionándola.
Bolas del tamaño de balones de playa
Hay dos teorías en la formación de estas bolas. En una de ellas debe de haberse producido previamente una nevada de cierta consideración en la playa. Las olas en su llegada a la orilla hacen rodar, arriba y abajo, bloques de nieve a los que van dando forma, a modo de la erosión que se produce por el agua de un río en la formación de los cantos rodados.
La otra opción está en pequeños bloques de hielo que se encuentran sobre la superficie del agua y que van a actuar como semilla. El viento y el oleaje mueven este hielo que, al entrar en contacto con el frío del aire, se congela instantáneamente y crece un poco más. Así, capa a capa, el bloque va aumentando hasta que finalmente, al llegar a la orilla, sufre el movimiento del oleaje, hacia adelante y hacia atrás hasta conseguir la forma casi esférica.
En todas las ocasiones hasta ahora, la temperatura del aire era inferior a los 0 ºC y la del agua, dulce o salada, rondaba este valor, o se mantenía muy ligeramente por encima, lo que ayuda a la congelación rápida al entrar en contacto con algún objeto.
Por tanto, si en ambos casos la orilla se encuentra con nieve, esta debería ayudar en el crecimiento de las bolas, que a modo de cebolla, irán aumentando de tamaño capa a capa, movidas por las olas, hasta alcanzar el tamaño de auténticos balones de playa con pesos que pueden llegar a los 20 kg.