Las ballenas azules "bailan" al ritmo del viento para buscar alimento
El animal más grande que habita nuestro planeta ‘baila’ al son del viento para encontrar comida y una vez lo consigue, emite sonidos de llamada para compartir el festín con sus congéneres.
Las hermosas y gigantescas ballenas azules dominan los océanos con sus 30 metros de longitud, regulando el correcto funcionamiento del ecosistema marino, evitando la superpoblación de especies, equilibrando a su vez el entorno, e incluso ayudan a paliar los efectos del cambio climático.
Estos animales fertilizan este ecosistema tan delicado, sus heces ricas en hierro y nitrógeno abonan los océanos e incluso nos ayudan a combatir la crisis climática. A lo largo de su vida, una ballena absorbe la misma cantidad de carbono que el equivalente a 1000 árboles.
Su papel indiscutible en el medio marino ha llevado a los científicos a estudiar su comportamiento durante los últimos años, con el objetivo de proteger a esta especie que, desgraciadamente se encuentra en peligro de extinción.
El último hallazgo de un grupo de investigadores del Instituto de Investigación del Acuario de la Bahía de Monterey, en California, ha dejado sin palabras a los expertos con sus increíbles estrategias para encontrar alimento.
El plan perfecto para buscar comida
Estos cetáceos son capaces de reconocer cuando el viento está cambiando en su hábitat e identifican afloramientos de agua fría hacia la superficie ricos en su alimento esencial: el krill. Recordemos que este animal pesa hasta 164 toneladas, por lo que encontrar grandes volúmenes de alimento es cuestión de supervivencia.
Para ello, las ballenas han desarrollado un nuevo sentido. Durante los meses de marzo a julio en la costa central de California, los vientos estacionales soplan paralelos a la costa.
Con el paso de las horas y debido a la rotación de la Tierra, esta capa superficial sufre una desviación de su trayectoria hacia la derecha, empujando la capa superior de agua hacia mar adentro, permitiendo que el agua fría ascienda hasta la superficie.
El agua más fría y rica en nutrientes posibilita la proliferación de cientos de millones de ejemplares de anchoas y krill, atrayendo a las ballenas. Los científicos señalan que las ballenas azules rastrean el océano en busca de estos lugares. Una vez se haya alimentando, y cuando cesa el afloramiento, las ballenas se desplazan mar adentro.
Comunican sus hallazgos para compartir los manjares
Las ballenas azules no solo han desarrollado un gran intelecto para descubrir zonas de afloramiento, si no que también, son capaces de comunicarse con sus congéneres para atraerlos hacia el alimento.
El equipo investigador utilizó un hidrófono (micrófono subacuático) en el observatorio de MBARI para escuchar las vocalizaciones de las ballenas azules. Descubrieron que cooperan entre sí: cuando una ballena azul encuentra grandes cantidades de alimento, emite sonidos de llamada para compartir el festín con sus congéneres.
Los barcos, el mayor peligro para las ballenas
Este estudio mostró que las ballenas azules ocupan regularmente un hábitat muy frecuentado por diversas rutas de navegación, lo que supone un grave peligro para su especie, ya que los choques con barcos representan una de las principales causas de muerte.
Mediante este estudio se ha descubierto que su seguimiento acústico puede proporcionar información en tiempo real para, por ejemplo, reducir la velocidad de las embarcaciones o el cambio de ruta durante períodos críticos, evitando así las posibles colisiones.
Este tipo de herramientas podrían permitirnos monitorear puntos críticos biológicos, y promete ser un avance decisivo en la gestión de riesgos para especies protegidas y en peligro de extinción.