La no ‘blanca Navidad’ en Belén de hace dos mil y pico años
Aunque es habitual ver belenes y cuadros con la nieve como protagonista, las fuentes históricas no permiten deducir que el tiempo fue invernal durante el nacimiento de Jesús.
La Navidad es una de las celebraciones más importantes del calendario cristiano. Se conmemora el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre y dicho acontecimiento se reproduce en los tradicionales belenes. En ellos no suelen faltar motivos decorativos como la nieve para tratar de reproducir una estampa invernal. Aunque asociamos la Natividad al invierno, cuando consultamos las fuentes históricas esa idea empieza a desvanecerse.
Baile de fechas y lugares
Ningún dato en torno al nacimiento de Jesús podemos darlo por seguro; algo que puede extenderse a infinidad de hechos históricos ocurridos en la antigüedad. En el caso de la Natividad, no hay un único relato que permita saber con certeza dónde tuvo lugar y cuándo; tanto el día del año, como el año en cuestión. Los datos varían según cuáles sean las fuentes consultadas.
Los belenes aluden explícitamente a Belén, localidad situada en Cisjordania, en el centro de Palestina (antigua Judea), a escasos 9 kilómetros al sur de Jerusalén; sin embargo, son habituales las referencias a Jesús de Nazaret, ciudad que se localiza al norte del estado de Israel y que está a 145 kilómetros de Belén. ¿En cuál de esas dos localidades nació Jesús? Según los evangelios de Mateo y Juan fue en Belén, pero otros textos bíblicos lo sitúan en Galilea, bastante más al norte de Judea.
Respecto a la fecha del nacimiento, suele darse por buena el 25 de diciembre del año 1 de nuestra era, pero esto fue establecido, por convenio en el siglo IV de nuestra era. La sugerencia fue hecha por el Papa Julio I, una vez que el Imperio Romano adoptó oficialmente la religión cristiana, en el año 325 d. C. Con esa propuesta papal se hacía coincidir con una fiesta pagana –Las Saturnales, que conmemoraba la llegada del solsticio de invierno– con la Natividad.
Entre los teólogos que estudian la vida de Jesús hay cierto acuerdo en situar el año del nacimiento entre el 6 y el 4 a. C, tras cruzar la información de los evangelios con los del censo de Cirino. Es más interesante aún saber que los cristianos ya conmemoraban a principios del siglo III de nuestra era (un siglo antes de la conversión de Roma al cristianismo) el 25 de diciembre como el nacimiento de Jesús.
Esa fecha resultaba de sumar nueve meses a la de la concepción (por obra del espíritu santo, según los textos bíblicos), que según Hipólito de Roma coincidió con el equinoccio de primavera. No es tampoco descartable situar en marzo la Natividad.
La influencia de la pintura de Brueguel
En las representaciones del nacimiento de Jesús por parte de los pintores europeos anteriores al siglo XVI, las escenas no son invernales, por lo que hasta ese momento no estaba arraigada entre la población la idea de que la llegada al mundo del mesías –en Belén o Nazaret– tuvo lugar en un lugar cubierto de nieve y con la rigurosidad propia del invierno. Por el contrario, en esas tablas se representan paisajes primaverales, en los que los cielos aparecen azules y no falta el color verde de la vegetación.
Dicha circunstancia comienza a cambiar a raíz de una serie de tres tablas dedicadas a la Natividad pintadas por Pieter Bruegel el Viejo (1525/30 - 1569) durante los años 1566 y 1567. El patriarca de los Brueguel vivió el año antes un crudísimo invierno en Flandes (el de 1564-1565), coincidiendo con la primera gran pulsación fría de la Pequeña Edad de Hielo (PEH).
En un artículo publicado en 1981, el divulgador de las ciencias atmosféricas británico William James Burroughs postuló que fue justamente ese invierno tan extraordinario el que motivó a Pieter Brueghel el Viejo para ejecutar de la manera en que lo hizo esas tablas. Gracias a dicha circunstancia, las escenas de paisajes congelados se convirtieron en un nuevo motivo pictórico.
La imagen que hasta ese momento se tenía de la Navidad cambió debido a la influencia que tuvieron esas obras en los pintores posteriores, que también reprodujeron las inclemencias invernales que caracterizaron a la PEH. Con independencia de que la Natividad fuera en marzo o en diciembre, ocurriera en Belén o en Nazaret, es poco probable (no imposible) que aquel hecho histórico coincidiera con un episodio invernal como el que Pieter Brueghel el Viejo trasladó a sus tablas y caló en el imaginario colectivo.