La gran aventura del conocimiento de la atmósfera
El conocimiento de la atmósfera se ha ido forjando a lo largo de la historia gracias a la aportaciones de muchos científicos. Esa historia es una aventura en sí misma y está narrada con detalle en "Algo nuevo en los cielos", el último libro de Antonio Martínez Ron.
La historia de la ciencia es en sí misma una gran aventura: la del conocimiento del mundo que nos rodea. Históricamente, la naturaleza ha sido una fuente inagotable de preguntas para las que hemos ido, seguimos y seguiremos buscando respuestas. La observación de los cielos ha ido trazando, en gran medida, ese largo viaje de exploración humana, en el que seguimos embarcados hoy en día. A lo largo de él, la atmósfera fue desvelando muchos de sus secretos, celosamente guardados durante siglos, gracias a la curiosidad de una larga lista de personajes, algunos de los cuáles no asociamos con la Meteorología, pero realizaron contribuciones fundamentales a ella.
Si bien no resulta difícil localizar textos en los que se relata cómo se ha ido forjando el conocimiento del medio atmosférico, faltaba uno que conectara todos los hechos y personas relevantes en esta historia, y que lo hiciera además de forma entretenida, para todos los públicos, en forma de relato de aventuras, pero con el rigor que requiere la investigación de las fuentes históricas y la numerosa bibliografía existente sobre el tema. Recientemente, acaba de salir publicado un libro que cumple con todas esas premisas, escrito de manera magistral por el periodista científico Antonio Martínez Ron, y que quien suscribe estas líneas ha tenido el honor de prologar.
El libro se titula Algo nuevo en los cielos (Crítica, 2022) y tiene como sugerente subtítulo: “El gran viaje de la humanidad por los océanos del aire”, lo que nos recuerda la condición de fluido –lo mismo que el agua– de la envoltura gaseosa de la Tierra. El físico italiano Evangelista Torricelli (1608-1647) –inventor del barómetro de mercurio y uno de los personajes clave en el desarrollo de la ciencia meteorológica– describió de forma precisa el lugar que ocupamos en la atmósfera, al dejar escrito que “vivimos en el fondo de un océano del elemento aire”.
El título elegido por Antonio Martínez Ron para su libro, es una frase que el naturalista, poeta y filósofo estadounidense Henry David Thoreau (1817-1862) incluyó en una de sus bellas anotaciones, en las que reflexionaba sobre la naturaleza cambiante del cielo diurno. Thoreau dejó escrito que “aunque no haya nada nuevo sobre la tierra, siempre hay algo nuevo en los cielos. En cualquier momento podemos encontrar un último recurso allá arriba. Cada día que pasa abre una nueva página para nosotros. El viento cambia constantemente la tipografía de esa página azul…”
Fue, precisamente, la observación de esa página o lienzo azul y de los fenómenos de naturaleza atmosférica que ocurren en él, lo que motivó desde la antigüedad la búsqueda de respuestas que explicaran la razón de ser de todo lo que acontece sobre nuestras cabezas, así como del propio aire, incomprendido hasta que el citado Torricelli, Von Guericke, Pascal y otros muchos científicos que vinieron detrás, empezaron a desentrañar sus misterios. Fueron los sofistas, en la Antigua Grecia, los primeros que buscaron explicaciones racionales a los fenómenos meteorológicos, todavía sin contar con el método científico, cuyas bases no se establecieron hasta el siglo XVII, de la mano de Galileo Galilei (1564-1642).
En el libro de Antonio Martínez Ron no falta ninguna de las piezas importantes del puzle del largo viaje del conocimiento de la atmósfera; un libro cocinado a fuego lento, en cuyo proceso creativo no han faltado las intensas emociones del propio autor al embarcarse en su viaje iniciático por los cielos, y que logra transmitir a los lectores gracias a sus grandes dotes de contador de historias, entrelazando magistralmente hechos y personajes claves y conformando un fascinante relato, plagado de trepidantes aventuras.
Basta con un rápido un recorrido visual por el índice de la obra para darnos cuenta de los tesoros que encierra Algo nuevo en los cielos. Sin solución de continuidad, saltamos de los “Domadores de nubes” a “Una lluvia hacia arriba”, de “En el anfiteatro de las nubes” a “La guerra de las tormentas” y “Los relojeros del cielo”, o de Una niebla cósmica” a “Los ríos del aire”. El lector tiene para elegir entre casi una cincuentena de maravillosos relatos interconectados, plagados de deliciosas historias, lo que permite comprender cómo tuvo lugar la gran aventura del conocimiento de la atmósfera.
En “El último escalón”, el libro culmina con una aventura personal del autor: el lanzamiento desde el jardín de su casa de un globo sonda hasta la estratosfera. La cámara de video que llevaba incorporada –aparte de los sensores de presión, temperatura y humedad– permitió grabar todo el recorrido atmosférico, desde la suelta hasta que aterrizó a unos 200 km de distancia, llegando a alcanzar los 27.000 m de altitud, momento en el que se rompió el globo (al no resistir más el látex su estiramiento) e inició su descenso. La ciencia y el conocimiento en que sustenta toda la información proporcionada por ese globo sonda y su propia razón de ser, se explica como nunca antes se ha hecho a lo largo de las 700 páginas de Algo nuevo en los cielos, de Antonio Martínez Ron (Crítica, 2022). Una lectura imprescindible.