Hay al menos 4 tipos distintos de tormentas, ¿en qué se diferencian?
En función de su distribución, ciclo de vida y estructura interna, las tormentas pueden ser muy diferentes entre ellas y dar lugar a diversos fenómenos en superficie, en ocasiones adversos. Aquí te explicamos los tipos principales.
En esta época del año las tormentas son un fenómeno recurrente en buena parte del territorio peninsular, especialmente en escenarios como el actual, en el que un bloqueo en latitudes más altas permite discurrir depresiones y vaguadas por nuestra latitud. Sin embargo, hay varios tipos de tormentas y su clasificación no es especialmente fácil, pudiendo existir 3 o 4 tipos principales dependiendo del criterio que usemos para su clasificación. Aquí exponemos los más importantes.
Células simples
Tal vez el tipo de tormenta más frecuente y que podemos observar en días inestables en los que existe poca cizalladura pero una abundante energía potencial convectiva disponible (CAPE), debido a la presencia de humedad y un perfil térmico inestable en la troposfera. Estas tormentas tienen un ciclo de vida sencillo distinguiéndose 3 fases características: desarrollo, madurez y disipación.
Durante la primera etapa de su ciclo de vida predominan las corrientes ascendentes, mientras que al final acaban por dominar las descendencias, interrumpiendo la alimentación de la tormenta y debilitándola hasta disiparla.
Aunque son las menos propensas a ocasionar fenómenos severos, no hay que subestimarlas: pueden generar fuertes rachas de viento en superficie, sobre todo en días cálidos de verano. Esto ocurre cuando existen capas de aire cálido y seco cerca de la superficie que facilitan la evaporación de la lluvia, volviendo al aire descendente más frío, denso y pesado. También son responsables de fuertes chubascos en entornos húmedos y con poco viento en altura, permaneciendo casi estacionarias durante todo su ciclo de vida.
Multicélulas
Si además de haber energía suficiente existe una cizalladura moderada, las tormentas se pueden organizar en estructuras más complejas formadas por dos o más células que interaccionan entre ellas. Las células nuevas sustituyen a las más antiguas y permiten al sistema propagare a entornos energéticamente más ricos. Estos sistemas de tormentas tienen un rendimiento mayor y un potencial significativamente más alto de generar fenómenos adversos en superficie.
Un caso particular es el de los "trenes convectivos", multicélulas que se regeneran en el mismo lugar durante horas aparentando permanecer estacionarias. Suelen dar lugar a fuertes lluvias persistentes que a menudo causan graves inundaciones.
Sistemas Convectivos de Mesoescala (SCM)
En un nivel superior de organización nos topamos con estas estructuras. En este caso contamos con un gran número de células agrupadas en un sistema mayor dando lugar a lo que se conoce como un SCM. Para denominarse como tal, debe contar al menos con una longitud superior a 100km en su semieje mayor.
En un SCM maduro conviven células tormentosas en distintas fases de desarrollo y en algunos casos potencialmente severas, embebidas en un área de nubosidad estratificada y precipitaciones moderadas. Cuando la duración y tamaño de estos sistemas supera unos umbrales definidos, pasa a llamarse Complejo Convectivo de Mesoescala (CCM).
Líneas de turbonada
Un caso especial de SCM que suele formarse bajo condiciones de intensa cizalladura son las líneas de turbonada. En este caso la disposición de las células es lineal, formando algo similar a una estructura frontal.
Este tipo de sistemas se suelen desplazar rápidamente y rara vez dejan precipitaciones persistentes. Sin embargo, generan con frecuencia vientos muy fuertes en superficie, granizo de tamaño medio y, de forma muy ocasional, algún tornado de corta duración.
Supercélulas
A diferencia de los tipos anteriores, una supercélula es una única célula individual pero tiene una característica muy importante que la diferencia de una célula simple: posee una estable y profunda corriente ascendente en constante rotación. Esto probablemente la convierte en la estructura convectiva más organizada que podemos encontrar y, para su formación, necesita de una cizalladura muy particular que permita a la masa de aire iniciar la rotación según va ascendiendo.
Estas tormentas son muy eficientes y van frecuentemente acompañadas de fenómenos muy adversos en superficie. Cuando se desplazan lentamente pueden provocar inundaciones locales, pero los fenómenos más peligrosos que lleva asociados en un gran número de casos suelen ser el granizo de gran tamaño, los fuertes vientos y los tornados. De hecho, los tornados más duraderos y destructivos suelen formarse a partir de este tipo de estructuras
También hay otras tormentas "especiales"
Aunque casi todas las tormentas pueden clasificarse en los casos anteriores, hay estructuras especiales e incluso "híbridas" entre un tipo y otro que a menudo sorprenden en días de intensa actividad. Tal es el caso de las tormentas pulsantes, células individuales que crecen en entornos muy energéticos y que realizan varios ciclos de vida breves pero violentos, dando lugar a potentes reventones o frentes de racha y ocasionalmente granizo mediano o grande. En algunos casos presentan rasgos supercelulares, pero no llegan a estabilizar su corriente ascendente.
Otro tipo de estructura muy característica son los "bow echoes" o ecos en arco. Son una estructura lineal, con el aspecto de una pequeña línea de turbonada con una curvatura convexa de desplazamiento rápido y con potencial de generar vientos huracanados en superficie. Cuando su tamaño e intensidad superan unos umbrales definidos, pasan a denominarse "derechos".
Uno de los derechos más recientes, alimentado por la enorme anomalía térmica del Mediterráneo y que causó la muerte de 14 personas, se formó el 18 de agosto de 2022 al este de Baleares, y afectó a Córcega, el norte de Italia y se internó en la República Checa antes de disiparse.