La gran nevada de Madrid de noviembre de 1904
Entre los días 27 y 30 de noviembre de 1904 tuvo lugar en la ciudad de Madrid la mayor nevada de la que se tienen registros meteorológicos. La ciudad se paralizó por completo. A continuación analizamos todos los detalles de la efeméride.
Tal día como hoy (29 de noviembre de 2020) de hace 116 años culminó en la ciudad de Madrid la mayor nevada de la que se tienen registros meteorológicos, tanto por su duración (se inició el día 27 de noviembre de 1904) como por la cantidad de nieve acumulada. Poco más de dos años más tarde, en febrero de 1907, tuvo lugar otra gran nevada en la capital de España, que dejó estampas parecidas, causando también innumerables problemas, aunque en la de noviembre de 1904 se acumularon cantidades significativamente mayores de nieve. En las siguientes líneas ofreceremos algunos datos e informaciones que dan fe de la excepcionalidad de aquella nevada.
Inocencio Font Tullot, en su libro “Historia del clima de España” (INM, 1988) comenta al respecto que “en Madrid nevó copiosamente, del 27 al 30 de noviembre, llegando a alcanzar la capa de nieve caída un espesor de un metro y medio localmente en parques y paseos, no teniéndose noticia de que haya ocurrido nada semejante y que, por supuesto, no ha vuelto a repetirse.” La excepcional de la nevada está fuera de toda duda. El por entonces Instituto Central Meteorológico (ICM) [actual AEMET], situado en el edificio de la antigua torre del telégrafo óptico (“El castillo”) del Parque del Retiro, aparte de tomar los registros pertinentes, vio alterada su normal actividad por motivo de la copiosa nevada.
La caída de numerosas líneas de telégrafos en la capital impidió que llegaran con puntualidad muchos de los datos que allí se recibían a diario. En los boletines meteorológicos diarios de los días 27 a 30 de noviembre de 1904 el propio Director del ICM, Augusto Arcimís, en el espacio dedicado al “Tiempo probable” (la predicción), escribía de puño y letra: “No hay pronósticos por publicarse este Boletín con gran retraso”. Aparte de esto, en los textos donde se describe cada día el Estado General (del tiempo), Arcimís incide en los problemas que la nieve está provocando a su propio trabajo, no pudiendo publicar los boletines con la puntualidad requerida.
Como comentábamos anteriormente, la nevada comenzó el día 27 y se prolongó (con algunas interrupciones, en las que llovió) hasta el día 30. La presencia de una profunda borrasca atlántica que desde Madeira se fue acercando al Golfo de Cádiz, para después ir cruzando la zona del Estrecho y Alborán, fue el detonante de una situación muy favorable para que nevara de manera tan copiosa en Madrid y otras muchas zonas del interior peninsular. La citada borrasca inyectó aire cargado de humedad, encontrándose con aire frío de origen polar, que los días previos a la nevada se había instalado en la península Ibérica. Fue, como se suele decir, una situación de libro. En la capital, llegó a nevar durante 32 horas, lo que acumuló espesores que oscilaron entre los 70 y los 150 cm, dependiendo de las zonas, paralizándose por completo la ciudad.
Las crónicas publicadas en los periódicos de la época son un fiel testimonio de la magnitud y excepcionalidad que tuvo aquella gran nevada. En la edición vespertina del miércoles 30 de noviembre de 1904 de “El Gráfico”, se leía lo siguiente: “Amaneció lloviendo, y á las diez de la mañana la lluvia se convirtió en nevada, más abundante que la del domingo [día 27] y más molesta por el viento que hacía. Se han producido nuevos destrozos en las líneas telegráficas y en los cables de los tranvías. Han venido a tierra todos los postes del teléfono desde la Puerta de Toledo hasta Carabanchel Alto. Los hilos cayeron sobre los del tranvía. La circulación de tranvías continúa interrumpida en muchos sitios.”
Una de las informaciones más completas sobre la nevada apareció publicada en la edición del jueves 1 de diciembre de 1904 del diario “El Imparcial”. Transcribimos a continuación el primer párrafo de la crónica, ya que ilustra a la perfección los grandes problemas que la nieve provocó en la capital de España:
“No se recuerda en Madrid nevada tan abundante ni tan larga como esta que ahora sufrimos. Por efecto de ella se ha interrumpido la vida en Madrid. No circulan trenes, tranvías ni coches; las calles y paseos están cubiertos por una capa de nieve de medio metro de espesor y la marcha á pie es peligrosa y lenta. El abastecimiento de los mercados se hace con dificultad, y ni el ferrocarril ni los carros que aportan vituallas de los pueblos inmediatos pueden prestar su servicio de conducir víveres. Todas las obras que se ejecutan al aire libre se han suspendido y millares de obreros carecen de trabajo. El aspecto de la población es triste y desolado. Casi solitarias las vías, cerradas muchas tiendas, poco concurridos los cafés, suspendidas ayer las funciones teatrales, interrumpida la comunicación telefónica, encerrados en sus casas la mayor parte de los vecinos... Madrid comienza el último mes del año como un pueblo muerto y enterrado bajo inmensos bloques de mármol.”
En el marco del calentamiento global actual, es difícil que se repita en Madrid una nevada de semejante magnitud, aunque no es imposible. Si bien la tendencia al alza de las temperaturas es un hecho incuestionable y todo apunta a que seguirá en las próximas décadas, no se puede descartar que en un momento dado se pueda dar una configuración sinóptica similar a la que tuvo lugar a finales de noviembre de 1904. En aquella época, la probabilidad de una gran nevada en Madrid era mucho más alta que en la actualidad, pero a la vista de los bandazos que parece estar dando últimamente la circulación atmosférica en nuestras latitudes, la posibilidad de que viviéramos algo similar existe. El caos volvería a paralizar la ciudad, pero vivir esa experiencia merecería la pena.