Escenas meteorológicas de cine
En los clásicos de la historia del cine no faltan escenas en las que los elementos meteorológicos comparten protagonismo con los propios actores. En este artículo repasamos algunas de ellas, como el final de 'Casablanca' o el tornado que eleva por los aires la granja de Dorothy en 'El mago de Oz'.
Son días de confinamiento y de cine en casa, junto a la familia, en un ejercicio colectivo y solidario por frenar la expansión de la COVID-19. Es un buen momento para volver a ver algún clásico del séptimo arte. En esas películas no faltan las escenas en las que los elementos meteorológicos comparten protagonismo con los propios actores. Recientemente, hacíamos un pequeño recorrido por la lluvia en el cine, y ahora vamos a repasar otras escenas y momentos de película, marcadamente atmosféricos.
El final de Casablanca
Empecemos por el final; por el de 'Casablanca' (1942), uno de los finales de película más famosos de la historia del cine, que se desarrolla en el aeropuerto de esa ciudad marroquí –convenientemente recreado en un estudio– bajo una envolvente niebla, que convierte el desenlace de la película en algo onírico. Las vidas de los dos protagonistas (Ilsa Lund –interpretada por la inolvidable Ingrid Bergman– y Rick Blaine –personaje interpretado por Humphrey Bogart–) se separan. Su historia de amor se diluye… desaparece en la niebla. Toda una metáfora de la vida. Atrás queda su historia de amor, aunque “siempre les quedará París”.
Tras despegar el avión con Ilsa, Rick y el prefecto de la policía local, Louis Renault (interpretado por Claude Rains), se pierden caminando entre la espesa niebla. Instantes antes, Rick le dirige al policía la última frase de la película: “Sabes Louis, creo que éste es el comienzo de una gran amistad”. Michael Kurtiz –el director de la película– consiguió crear, gracias a la niebla (utilizó humo para simularla), el ambiente perfecto para esa escena final. La presencia de ese meteoro hace que centremos toda nuestra atención en los personajes, neutralizándose cualquier otro elemento perturbador de la escena que pudiera despistarnos.
El recurso está muy bien utilizado por parte del director, ya que las nieblas en Casablanca son relativamente frecuentes (66 días de media al año). No fue necesario inventarse una realidad climática diferente a la del lugar donde se desarrolla la acción, a pesar de que la escena y el resto de la película fueron grabados en los estudios de la Warner Bros, en Hollywood (EEUU).
El tornado del Mago de Oz
Si hay una escena meteorológica por excelencia en un clásico de la historia del cine, no es otra que la del tornado de 'El Mago de Oz' (1939), al principio de la película. Basada en la novela 'El maravilloso Mago de Oz' de L. Frank Baum, la historia se inicia en una granja de Kansas (EEUU) donde una niña huérfana llamada Dorothy Gale (interpretada por Judy Garland), acompañada de su inseparable perrito Totó, vive junto a sus tíos, que la han acogido. El deseo de la niña de huir junto a Totó a “algún lugar sobre el arcoíris” es el preámbulo del terrible tornado que se abate sobre la granja. La niña y el perrito consiguen llegar a la casa, pero sin tiempo de resguardarse en el sótano; se quedan en el dormitorio, mientras la granja es levantada del suelo por el torbellino y da vueltas por el aire.
La escena combina imágenes reales de un tornado con una maqueta de la casa de campo. De ahí, el director Víctor Fleming nos lleva al interior del dormitorio. Las violentas ráfagas de viento del tornado arrancan el marco de la ventana de la estancia, golpeando a Dorothy en la cabeza y provocando que la niña caiga sobre la cama desmayada, sumiéndola en un sueño, que se recrea en la película. La casa está volando por los aires, pero el dormitorio se mantiene intacto, mientras que por el hueco de la ventana van pareciendo distintos objetos empujados por el tornado, así como personajes del vecindario (en bicicleta, en canoa, en una mecedora…) conformando un momento cómico, por lo disparatado, que finaliza cuando la casa llega de nuevo al suelo, pero aterriza en el mundo imaginario de Oz.
Los dos soles de Tatooine
El universo de Star Wars ha brindado a los seguidores de la saga una serie de mundos extraterrestres que comparten con el nuestro unos paisajes y fenómenos meteorológicos similares, aunque con algunas particularidades dignas de mención. Uno de esos mundos es el planeta Tatooine, que apareció por primera vez en la primera de las películas de la serie 'La guerra de las galaxias' (1977), si bien en el orden cronológico de toda la saga, se corresponde con el episodio IV, titulado 'Una nueva esperanza'. Allí, en ese mundo desértico, vive el joven Luke Skywalker junto a sus tíos. Una de las imágenes que todos recordamos de Tatooine son sus puestas de dos soles, ya que el planeta orbita alrededor de un sistema estelar formado por dos estrellas.
La palabra “Tatooine” tiene su origen en la palabra bereber Tataouine, que da nombre a una ciudad del sur de Túnez, donde se grabaron parte de los exteriores de las escenas de ese mundo imaginario de dos soles, donde también se localiza el puerto espacial de Mos Eisley. Las construcciones de adobe y las viviendas subterráneas ubicadas en cuevas que hay en aquella región del Sahara, diseñadas para brindar protección del sol y frescor a los bereberes, aparecen en el Tatooine de la saga galáctica. Volviendo a los dos soles, son ya una decena larga de exoplanetas catalogados por los astrofísicos que orbitan en sistemas binarios, de dos estrellas, por lo que en esos planetas extrasolares los amaneceres y atardeceres deben de ser similares a los que veía Luke desde la granja de sus tíos.
Los cielos encendidos que el viento se llevó
Terminamos este recorrido tan variopinto y singular por la historia del cine, con un clásico entre los clásicos, que no es otro que 'Lo que el viento se llevó' (1939). La escena más recordada de la película nos muestra a la protagonista, la señorita Escarlata (Scarlett OˈHara) –interpretada por Vivien Leigh–, clamando al cielo; a un llamativo cielo entre rojizo y color tierra, que también se repite en otras escenas de la película, incluida la escena final. El monólogo de Escarlata, a contraluz de ese cielo encendido es uno de los más famosos de la historia del cine (“A Dios pongo por testigo que no podrán derribarme. Sobreviviré, y cuando todo haya pasado, nunca volveré a pasar hambre, ni yo ni ninguno de los míos. Aunque tenga que mentir robar, mendigar o matar, ¡a Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre!”).
'Lo que el viento se llevó' se filmó en el año 1939, coincidiendo con la parte final del bautizado como 'Dust Bowl'. Gigantescas tormentas de polvo, como consecuencia de una histórica sequía, se extendieron por gran parte de los EEUU en la década de 1930, lo que provocó que en aquella época dominaran los cielos de color ocre y las nubes rojizas en la mayor parte de aquel país, incluida California, que es donde se filmaron los exteriores. Esa circunstancia quedó reflejada en la película.