La erupción de un supervolcán conlleva riesgos permanentes
Como su nombre deja entrever, un supervolcán representa una situación de riesgo antes, durante y después de una erupción. Ahora se sabe que esta situación se extiende durante períodos de miles de años.
Un estudio reciente sobre un supervolcán en Indonesia, desarrollado por un grupo internacional de científicos y publicado por la Universidad de Curtin en Australia, encontró que un gran volcán capaz de expulsar millones de metros cúbicos de magma y otros materiales puede permanecer activo y representar un verdadero peligro miles de años después de un evento eruptivo.
Al analizar las erupciones de supervolcanes, uno se da cuenta de que son eventos potencialmente catastróficos que fácilmente pueden cambiar el clima del planeta Tierra. Cuando se liberan grandes cantidades de gases y cenizas en las capas inferiores de la atmósfera, casi instantáneamente, se crean las condiciones para el surgimiento de un "invierno volcánico": esto evita que la radiación solar llegue a la superficie de la tierra, lo que provoca un período anormalmente frío que tendrá impactos verdaderamente inimaginables en la actividad agrícola y en la población mundial.
Se sabe que volcanes de grandes dimensiones entran en erupción con una frecuencia de miles de años, lo que no estaba tan bien estudiado hasta ahora era lo que sucede en los períodos entre esos momentos eruptivos, en los tramos de “latencia”. Este estudio tiene como objetivo comprender mejor lo que sucede en la fase en la que los volcanes están “dormidos”, en la que aparentemente no representan ningún peligro, habiendo demostrado a su vez que existe un potencial para la ocurrencia de eventos catastróficos.
Comprender la dinámica de los supervolcanes
Según uno de los autores de este estudio, comprender la dinámica de un supervolcán es fundamental cuando ocurre una gran erupción, ya que se estima que un evento de este tipo ocurre, en promedio, cada 17 mil años.
La base de este estudio fue el supervolcán Toba (que dio origen a lo que hoy es el lago Toba) en Indonesia, que entró en erupción hace 75.000 años. Los científicos querían comprender qué había sucedido con el magma restante de esa erupción y cómo se comportó el sistema después del gran evento. Pudieron comprobar que el magma continuó moviéndose entre 5.000 y 13.000 años después de la erupción, formando una enorme “capa” que terminó subiendo también.
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Este descubrimiento resultó ser extremadamente importante, ya que desafió todo el conocimiento existente sobre este tema y podría tener impacto en la evaluación de riesgos futuros. Una erupción puede no consistir simplemente en la presencia de magma líquido; el hecho de que ya no salga no significa que el proceso haya terminado y que ya no represente un peligro para la población a nivel local, regional o incluso global.