Un vulcanólogo del INGV avisa: el volcán Etna se está transformando y ha pasado de ser efusivo a ser explosivo
El Etna está cambiando: de un volcán con erupciones efusivas se está transformando en un volcán explosivo, según el vulcanólogo Boris Behncke en una entrevista reciente.
El Etna ocupa cada vez más los titulares de los medios de comunicación. Sus fuentes de lava de cientos de metros de altura y columnas piroclásticas de hasta 10 km de altura son un auténtico espectáculo.
Son un deleite para los entusiastas de todo el mundo, pero también una maldición para quienes pagan las consecuencias de estas enormes emisiones piroclásticas. Empecemos a entender la diferencia entre erupciones efusivas y explosivas
Erupciones efusivas y explosivas
Hay dos tipos de actividad volcánica, una de tipo efusiva y otra de tipo explosiva. La erupción efusiva se caracteriza por la liberación de lava en forma de ríos de lava. Esto sucede porque el gas presente en el conducto volcánico logra salir paulatinamente sin que se produzca acumulación de presión.
Por otra parte, las erupciones explosivas suelen ser más violentas. La explosión se produce por la acumulación de gas, tanto el que asciende con el magma, como sobre todo el vapor de agua que se forma cuando el magma encuentra agua en su camino.
Una erupción explosiva emite grandes cantidades de piroclastos, es decir, fragmentos de rocas, lava solidificada y cenizas.
Pero algo está cambiando, para sorpresa de los vulcanólogos.
Lo que está sucediendo
En las últimas décadas, el Etna, que siempre ha permanecido activo, está cambiando su tipo de actividad. Poco a poco se va pasando del tipo efusivo, del que se le consideraba un ejemplo, al tipo explosivo.
En una entrevista reciente, el vulcanólogo Boris Behncke, del INGV-Osservatorio Etneo, informa que hasta la década de 1970, el Etna experimentaba fenómenos paroxísticos (eventos en los que la actividad volcánica alcanzaba niveles extremos) alrededor de uno a tres cada 10 años.
Sin embargo, desde el año 2000 ha experimentado docenas y docenas de paroxismos, incluso en períodos cortos de tiempo. Por ejemplo, en 2021 se produjeron unos sesenta paroxismos con emisión excepcional de material piroclástico.
Este comportamiento denota un cambio significativo hacia un tipo de actividad cada vez más explosiva. Considere que las recientes erupciones explosivas del cráter Voragine están remodelando el perfil de la cumbre del volcán. El cráter Voragine de la depresión se convirtió en un cono y el material piroclástico emitido por él llenó los cráteres Bocca Nuova y el cráter noreste.
¿Cuáles son las consecuencias?
Hasta la fecha, la reciente actividad explosiva del Etna no ha puesto en riesgo vidas humanas ni ha destruido viviendas o infraestructuras. Sin embargo, está generando importantes inconvenientes que la efusiva actividad anterior no generó.
La actividad del aeropuerto Fontanarossa de Catania ha sufrido importantes inconvenientes. Los vientos que soplan en el cuadrante sur transportan el material piroclástico hasta la zona del aeropuerto. Con la frecuencia con la que se incrementa la actividad explosiva, también aumenta la frecuencia de cancelaciones o retrasos de vuelos, que en algunas ocasiones tienen que desviarse a otros aeropuertos.
Existen grandes inconvenientes para los ciudadanos de las ciudades de las colinas y de Catania. En el evento explosivo de principios de julio, se estima que se depositaron sobre la ciudad de Catania más de 17000 toneladas de ceniza volcánica.
La presencia de tanta ceniza genera peligros para la circulación y la salud. Una parte de esta ceniza, aplastada por los neumáticos de los automóviles, se reduce a un polvo fino, extremadamente perjudicial para la salud.
Pero la presencia de cenizas tiene todo un espectro de inconvenientes que afectan tanto a las finanzas personales (pensemos por ejemplo en los costes de limpieza de zonas privadas, ya sean tejados o terrazas, sustitución de filtros de aire de los coches, abrasiones en los cristales de los coches por el uso de los limpiaparabrisas, ...) y administración. Este debe encargarse de retirar las cenizas de las zonas públicas (más las de las zonas privadas).
Este cambio también plantea cada vez más un desafío a la ciudad de Catania que, en realidad, todavía no se encuentra preparada para afrontar como "normalidad" acontecimientos que no lo son en absoluto pero que se están volviendo normales.