El caminante que pintó nieblas

El pintor romántico alemán Caspar David Friedrich pintó nieblas en muchos de sus paisajes. En dichas obras, el hidrometeoro tiene una fuerte carga simbólica.

Niebla en el valle del Elba
Niebla en el valle del Elba (1821) Caspar David Friedrich © Alte National galerie, Berlin

Los elementos atmosféricos –en particular la niebla– abundan en el legado pictórico del paisajista romántico alemán Caspar David Friedrich (1774-1840). Dotado desde joven para el dibujo, la perfección técnica con la que ejecutó sus paisajes, en los que encontró la belleza y el sentido profundo de su propia existencia, consigue romper la barrera lienzo-observador, convirtiendo su contemplación en una experiencia inmersiva. Los cielos retratados por Friedrich son sublimes, encontrando en su obra un completo muestrario de nieblas.

El macizo montañoso del Harz, situado en el norte de Alemania, es una de las zonas con más días de niebla del país germano y se convirtió en el escenario natural de muchas de sus composiciones. El artista, gracias a la manera en que impregnó de misticismo y espiritualidad esos paisajes neblinosos por los que transitaba –tanto allí en las montañas de Harz, como en el Báltico (lugar que le vio nacer) y a orillas del Elba (vivió en Dresde la mayor parte de su vida)–, se convirtió en uno de los principales exponentes del movimiento romántico.

Su pintura más icónica

El cuadro más conocido de Friedrich es Caminante sobre el mar de nubes, que pintó hacia 1818 y que suele emplearse para identificar el Romanticismo. Observar en esa marco natural al personaje de espaldas, con las nieblas y las peñas a sus pies, nos atrapa irremediablemente. Ejerce sobre nosotros una poderosa atracción. Cualquiera que ha subido a la cima de una montaña a primera hora de la mañana y ha emergido por encima de un mar de nubes, ha vivido, sin duda, ese momento con plenitud.

Caminante sobre el mar de nubes y retrato de Friedrich
Izquierda: Caminante sobre el mar de nubes (c. 1818).C. D. Friedrich© Hamburger Kunsthalle, Hamburgo. Derecha: Retrato de Caspar David Friedrich(c. 1810-1820). Gerhard von Kugelgen.

El nombre original del lienzo, en alemán (tal y como aparece catalogado en el Kunsthalle de Hamburgo, donde está expuesto), es Wanderer über dem Nebelmeer, y esta última palabra (“Nebelmeer”) se traduce al español literalmente como “mar de niebla”; sin embargo, es más común y genérico referirnos a un mar de nubes. Así, con esa analogía, identificamos el tope de una capa nubosa, de aspecto algodonoso y color blanco deslumbrante.

Se trata de un paisaje atmosférico en toda regla. Las nubes dominan la mayor parte del lienzo. El aspecto humeante que adoptan las situadas a los pies del caminante delata la fase en que la niebla comienza a disiparse. Friedrich ha pintado la típica niebla de valle, que es un caso particular de niebla de radiación bastante frecuente en zonas de montaña. El ciclo día-noche, con la célula de brisa que se establece ente los valles y las laderas montañosas, modula la formación y disipación de esas nieblas tan comunes en las regiones montañosas.

Nieblas a la orilla del mar y de los ríos

Aparte de las nieblas en las que Friedrich se sumergió con frecuencia en sus excursiones por las montañas germanas y de otras regiones centroeuropeas, también conoció in situ las nieblas que se forman sobre las frías aguas del Báltico, así como las que envuelven el curso del río Elba, especialmente por Dresde y alrededores, donde tuvo su casa y estudio. No es de extrañar, por tanto, que pintara con tanta reiteración dicho hidrometeoro, que irremediablemente nos traslada a un mundo onírico, irreal.

Niebla
Niebla (Meeresstrand im Nebel)[c. 1807] C.D. Friedrich © Museo Nacional de Arte de Viena.

En palabras del propio Friedrich: “cuando un lugar se cubre de niebla parece mayor, más sublime, y eleva la imaginación, y tensa la expectación como ante una muchacha cubierta por un velo. Ojo y fantasía se sienten más atraídos por la brumosa lejanía que por aquello que yace nítido y cercano ante la vista”.

Tenemos un buen ejemplo de ello en su cuadro Niebla (su título original es Meeresstrand im Nebel, cuya traducción literal al español es Playa de mar en la niebla). Lo pintó hacia 1807, tras uno de sus viajes a la costa báltica. Se trata de uno de los primeros óleos del artista. La escena muestra una orilla pedregosa en primer plano y el mar cubierto por una densa niebla, de la que emergen las figuras fantasmagóricas de un velero y una barca a remos.

En su permanente búsqueda de la belleza y la perfección en el medio natural, Friedrich pintó Niebla en el valle del Elba (Nebel im Elbtal). En este lienzo, pintado en 1821, se observa el aspecto de una niebla de evaporación, cuyo principal mecanismo de formación es el aporte de vapor de agua procedente del río. Las bajas temperaturas nocturnas hacen el resto, formándose –por condensación– la típica niebla pegada a un curso fluvial. Los jirones de niebla con los que Friedrich remata la parte superior del estrato nuboso están indicando que el desvanecimiento de la niebla está próximo.

El monje junto al mar
El monje junto al mar (c. 1809-1810). © Gemäldegalerie, Berlín.

Terminaremos este breve recorrido por las nieblas de Friedrich con uno de sus cuadros más emblemáticos. Se trata de Monje a la orilla del mar (Der Mönch am Meer) y lo pintó hacia 1809-1810. Al exponerlo por primera vez, el lienzo recibió duras críticas por la forma en que el artista ejecutó este paisaje natural, ya que lo lleva casi a la abstracción. El pintor lo reduce todo a cuatro elementos: la playa, el mar, el cielo y el monje. Una espesa niebla cubre todo el horizonte marino, formando un murallón nuboso.

Con la niebla a nuestro alrededor se crea el escenario perfecto para dejarnos llevar por nuestra imaginación. Es justamente la vivencia de esa especie de sueño lo que llevó a Friedrich a tener su particular revelación mística, que dejó plasmada en decenas de obras. Las que hemos comentado en este artículo son sólo una pequeña muestra de ellas. Le invito a descubrir y deleitarse con todas las demás.