Descubriendo los increíbles "ríos escondidos" del Sahara
El macizo se caracteriza por extensos relieves tabulares que descienden con fuertes pendientes y acaban con profundos valles y cañones. Incluso cubiertos por extensos pedregales, discurren varios arroyos.
El macizo de Ahaggar, en el sur de Argelia, es un complejo montañoso caracterizado por varios picos que superan los 2.000 metros de altura. El pico más alto es el del monte Tahat, que alcanza los 2.918 metros.
Aun así hay muchos otros picos que superan los 1.500 y los 2.000 metros de altitud. Sin embargo, el macizo montañoso de Ahaggar, uno de los más importantes del área sahariana. Está formado por rocas de origen volcánico y de rocas cristalinas precámbricas (tipo gneis y granito).
Este tipo de roca da testimonio de cómo toda la zona, donde se levanta el imponente sistema montañoso, se caracterizó por una intensa actividad volcánica que moldeó la morfología de aquellos territorios. De hecho, en la zona había varios volcanes activos ahora extintos.
¿Cuál es el encanto de estas montañas?
Desde un punto de vista morfológico, el Ahaggar siempre ha despertado fascinación e interés. El macizo se caracteriza por extensos relieves tabulares que descienden con fuertes pendientes y acaban con profundos valles y cañones. Un territorio angosto y cubierto por extensos pedregales.
En el interior de estos cañones también se pueden ver pequeños oasis con mucha vegetación y palmeras datileras. Ahí se encuentran los famosos lechos de "wadi". Estos son barrancos en los que desembocan cursos de agua no perennes, cuando hay lluvias intensas (el desierto del Sahara está lleno de ellas).
Uno de los lugares más lluviosos del Sahara
Dada la altitud y la presencia de muchos picos por encima de los 2.000 metros, el macizo recibe más precipitaciones en comparación a otras zonas saharianas circundantes. Esto se debe precisamente a la presencia de relieves que potencian los movimientos verticales de las masas de aire, favoreciendo una formación más fácil de cúmulos que traen precipitaciones.
Esto suele ocurrir cuando las corrientes oceánicas más húmedas penetran desde las costas de Marruecos y, a pesar de atravesar la árida región del Magreb, consiguen mantener esa pequeña cantidad de humedad suficiente como para generar nubosidad y precipitaciones cerca de los principales relieves.
En determinadas circunstancias de gran inestabilidad, especialmente en el período estival y cuando el monzón húmedo de Guinea penetra hasta el sur del Sáhara, también se pueden generar violentas tormentas que pueden provocar inundaciones temporales. Estas escasas precipitaciones permiten que las poblaciones "tuareg" practiquen el pastoreo.
También hay recursos minerales
La cordillera de Ahaggar surge como resultado de intensos procesos de erosión, cuando los antiguos ríos tallaron su lecho generando valles muy angostos, profundamente incrustados en las formaciones erosionadas. Gracias a toda su formación hay recursos minerales, como por ejemplo: el hierro, el manganeso, el platino, el uranio y algunos diamantes.
Muchos de los cañones que atraviesan el macizo de Ahaggar, presentan un trazado serpenteante, señal de la presencia de antiguas cuencas hidrográficas que durante varios siglos han presionado sobre imponentes paredes rocosas, formando espectaculares gargantas muy profundas.
Los esqueletos de los grandes ríos del Sáhara
Hoy estos cañones representarían los esqueletos de antiguas cuencas hidrográficas que abundaban en la región. No es casualidad que el subsuelo del Sahara esté repleto de acuíferos, situados a diferentes profundidades, que dan lugar a la mayoría de los oasis que aún hoy existen.
Cabe recordar que alguna vez el Sahara, durante las distintas épocas prehistóricas, estuvo sumergido por el mar. Cada vez que el agua se retiraba dejaba sus sedimentos. Durante esta fase, árboles como el ciprés, el olivo, el roble y muchas otras especies crecieron en la región del Sahara.
Sin embargo, hace unos 55 millones de años, la región experimentó un proceso de "secado rápido", probablemente facilitado por un cambio en el régimen de las corrientes oceánicas, mucho más frías y con menos vapor de agua, lo que inhibió significativamente el régimen pluviométrico de la zona.