¡Descubren un supervolcán en Alaska!
Los investigadores han descubierto que un grupo de islas en Alaska puede ser, en realidad, un supervolcán interconectado con una caldera subterránea gigante que tendría capacidad para hacer tambalear el mundo.
En la última reunión de la Unión Geofísica de Estados Unidos, un grupo de investigadores presentó los resultados de un estudio que sugiere la presencia de un supervolcán en una región inesperada de Alaska. Un conjunto de pequeñas montañas ubicadas en las Islas Aleutianas podría ser parte de un solo supervolcán gigantesco.
Todo apunta a que los relieves se encuentran dentro de un cráter enorme bajo el mar creado cuando el supervolcán explotó en el pasado. Sus dimensiones son tan grandes que una posible erupción sería capaz de perturbar civilizaciones de todo el mundo.
Si las sospechas de los investigadores son correctas, la caldera volcánica recién descubierta entrará en la misma categoría en la que está Yellowstone. Es decir, volcanes que ya han causado erupciones con consecuencias muy graves en el pasado.
En las Islas Aleutianas centrales hay un pequeño grupo de seis volcanes cuyos nombres son Carlisle, Cleveland, Herbert, Kagamil, Tana y Uliaga. Las montañas tienen un aspecto cónico y empinado, típico de los volcanes. A menudo, los conos volcánicos muestran actividad, especialmente el volcán Cleveland, que ha sido estudiado por un gran número de científicos. A pesar de las grandes dificultades para acceder al sitio, los científicos pudieron obtener evidencias que apuntan a la interconectividad entre los volcanes.
Entre ellos muestran una disposición geográfica en forma de anillo, crestas en forma de arco en el fondo marino y una depresión de 130 metros de profundidad en el centro del anillo, revelada por un mapeo remoto. Los datos de satélite, los análisis de gases volcánicos y los patrones de micro-terremotos sugieren la presencia de una caldera en el sitio.
A diferencia de los llamados estratovolcanes, que tienen depósitos de magma subterráneos de tamaños mucho más pequeños, una caldera se crea a través de un enorme depósito de magma ubicado en la corteza terrestre. Cuando la fuerza de la presión del magma excede la fuerza de la corteza, cantidades gigantescas de lava y cenizas pueden explotar hacia la superficie, generando una erupción catastrófica.
Uno de esos casos fue la erupción del volcán Rinjani de Indonesia, alrededor de 1257, que vertió suficiente material a la atmósfera para enfriar todo el planeta. Las erupciones inofensivas son mucho más frecuentes que los superepisodios como este, que se consideran raros, aunque pueden ocurrir en cualquier momento.
Las erupciones ligadas a las calderas son las más explosivas de la Tierra y suelen tener efectos globales devastadores. Las cenizas y el gas expulsados afectan al clima del planeta y provocan importantes cambios sociales. El dominio romano de Europa, por ejemplo, pudo haber sido disuelto en parte por la erupción del volcán Okmok.
Según Diana Roman, de la Carnegie Institution for Science de Washington, se espera que la caldera subyacente a las Aleutianas sea incluso más grande que la caldera de Okmok. Sin embargo, su existencia aún no se ha probado y los científicos necesitan más datos para confirmar la hipótesis.
Las islas solo son accesibles durante un período muy corto de tiempo cada año, lo que hace que la obtención de datos sea una carrera contrarreloj. Mientras tanto, el equipo está estudiando las cenizas en núcleos de hielo recolectados en otras partes del mundo para tratar de determinar cuándo habría entrado en erupción el supervolcán.
La hipótesis de la caldera ayudaría a explicar la frecuente actividad explosiva del monte Cleveland, que ostenta el título de volcán más activo de América del Norte durante los últimos 20 años. El volcán ya ha producido nubes de ceniza a 9 km sobre el nivel del mar, poniendo en riesgo los aviones que viajan en rutas aéreas entre América del Norte y Asia.
Este estudio también ayudará a los científicos a prepararse mejor para los peligros de posibles erupciones futuras. Los volcanes siguen siendo imposibles de predecir y literalmente pueden explotar en cualquier momento. Nuestra sociedad carece de un plan para hacer frente a catástrofes de este tamaño, al igual que no estábamos preparados para enfrentar la pandemia de COVID-19 de manera adecuada.