Cuando la nieve genera el silencio
Tras una copiosa nevada lo que más llama la atención es la blanca estampa a la que da lugar, pero ¿has percibido alguna vez el silencio que se crea? Te contamos a qué se debe este curioso fenómeno.
La borrasca Gloria nos ha dejado un temporal como hacía tiempo no veíamos en algunas zonas de nuestro país. Viento, lluvia, fuerte oleaje y nieve han sido los protagonistas en una semana complicada en lo meteorológico. Pero, dejando a un lado la parte negativa de este temporal, se han vuelto a repetir estampas plenamente invernales que tienen un lado mucho más amable.
Es cierto que ha habido pueblos incomunicados en Aragón, pero también ha permitido que algunas estaciones de esquí del interior peninsular puedan inaugurar -por fin- la temporada. Unas nevadas que son un lujo para nuestros sentidos, no solo para la vista. ¿Te has parado alguna vez a disfrutar del silencio cuando nieva?
El silencio que se abre paso entre la nieve
Son muchos los sonidos que nos deja la naturaleza y la meteorología, pero quizás el silencio que se produce cuando nieva es uno de los más mágicos. ¿Por qué se hace este silencio?
No es que nos quedemos absortos al contemplar la belleza de la nieve, que también, sino que cuando los copos caen atrapan partículas de aire que facilitan la propagación del sonido funcionando como amplificadores. Al mismo tiempo, estos copos se depositan en el suelo y van creando poco a poco una capa de nieve. Esta actúa como un manto que amortigua el sonido, ya que los copos por su forma hexagonal dejan huecos que atrapan también los sonidos. La explicación, por tanto, de este curioso fenómeno está asociada a la morfología de la nieve.
Los sonidos de la meteorología
Lo cierto es que los sonidos que generan los fenómenos meteorológicos pueden evocarnos sensaciones muy diferentes que pueden ir desde la calma hasta el miedo pasando por la melancolía.
El sonido de la lluvia, con las gotas impactando sobre el suelo, nuestra ventana o un tejado de forma continua, es uno de los más relajantes. Es considerado un ruido blanco y de ahí que se emplee para la relajación o para conciliar el sueño. Esto significa que abarca todo el espectro de frecuencias sonoras, ninguna sobresale por encima de las demás y no siguen un patrón de repetición determinado.
Otros sonidos, en cambio, no resultan tan agradables y relajantes. El impacto del granizo o incluso del pedrisco puede resultar desconcertante, ya que van asociados a fenómenos severos y sus consecuencias llegan a ser graves.
Las tormentas son uno de los fenómenos que más inquietud causan, de hecho, la brontofobia es el miedo a las tormentas. Para los que la padecen, el resplandor de los relámpagos o el ruido de los truenos pueden ser aterradores. En una tormenta el aire caliente aumenta su volumen expandiéndose a gran velocidad. Cuando se mezcla con el aire más frío se contrae. Esta rápida expansión y contracción da lugar a las ondas de choque que generan los truenos. Pueden llegar a los 110 decibelios, cercanos, por cierto, al límite del dolor.
Otro fenómeno que no resulta agradable a la mayoría de las personas es el viento. No genera ningún sonido aterrador, pero cuando el aire se desplaza de un lugar a otro compensando la diferencia de presión, impacta contra todos los obstáculos que encuentra en su camino. Es entonces cuando lo percibimos como algo molesto dependiendo, además, de la constancia y de la intensidad con la que sople el viento. Incluso puede llegar a influir negativamente en nuestro estado de ánimo. El sonido más característico del viento es el silbido que se produce cuando atraviesa espacios estrechos.