La contaminación lumínica, ¿es peligrosa para nuestra salud?
Muchos estudios destacan el impacto de la contaminación lumínica en nuestra salud y biodiversidad. Hoy, el 60% de los europeos y el 80% de los estadounidenses ya no pueden ver la Vía Láctea a simple vista.
El término contaminación lumínica se refiere a la presencia anormal de luz durante la noche. En ese momento, innumerables fuentes de luz artificial (alumbrado urbano, carteles publicitarios, oficinas encendidas permanentemente ...) toman el lugar vacante del Sol. La oscuridad total está comprometida de tal modo que actualmente el 60% de los europeos y el 80% de los estadounidenses ya no pueden ver la Vía Láctea a simple vista, según el Atlas mundial de contaminación lumínica.
En todo el mundo, la contaminación lumínica sigue aumentando. La ciudad más brillante del mundo es Singapur. Allí toda la población vive bajo un cielo tan brillante que el ojo solo se adapta parcialmente al anochecer.
En Francia, para contemplar la bóveda estrellada sin el menor resplandor, ahora hay que viajar kilómetros, o incluso llegar a los Alpes y subir a 2000-3000 metros sobre el nivel del mar. Eso mismo pasa en nuestro país, donde solo ciertas zonas del Sistema Ibérico, Pirineos y Ciudad Real ofrecen una vista limpia.
Efectos en la salud humana y la vida silvestre
Numerosos estudios destacan las consecuencias inmediatas sobre el sueño. De hecho, la luz artificial interrumpe nuestro reloj biológico al alterar la producción de melatonina, la hormona del sueño.
La melatonina también es un antioxidante con múltiples beneficios, con acción anticancerígena en particular. Según investigadores de la Universidad de Toronto, nuestra exposición prolongada a la luz eléctrica es, por lo tanto, uno de los factores que explican el aumento actual de cánceres.
La iluminación nocturna también afecta a los insectos y a multitud de otras especies, como murciélagos, tortugas marinas y caracoles. La luz les dificulta dormir e interrumpe su reloj interno. Su comportamiento y reproducción pueden modificarse, como es el caso del mirlo y el herrerillo común. De hecho, las aves se ven especialmente afectadas por el exceso de luz que las desorienta durante su migración.
Luchar contra la contaminación lumínica
Algunas asociaciones ambientales están haciendo campaña para el establecimiento de redes ecológicas donde las zonas luminosas quedarían excluidas. También, instan a las comunidades a reducir sus emisiones de luz. Una rebaja que también les permitiría reducir su factura de la luz entre un 25 y un 75%. Actualmente, un cierto número de municipios practican ya la extinción nocturna de su alumbrado público.
En definitiva, un cielo despejado plagado con estrellas sería bueno para la biodiversidad, la salud, la economía… ¡y quizás también para el cumplimiento de nuestros deseos bajo las estrellas!