Catarros en otoño: cómo y cuándo nos atacan más
Los bruscos cambios de tiempo, como el que hemos sentido esta semana, pueden hacer que nuestro cuerpo se resienta. Evita los catarros en otoño conociendo cuándo somos más vulnerables.
Ya estamos en otoño. Ahora sí lo podemos confirmar. Las lluvias se han extendido esta semana por buena parte del país y los termómetros han empezado a dejarnos valores más propios de esta estación. Pero ojo, porque la llegada del ambiente otoñal tiene consecuencias negativas en nuestro cuerpo: llegan también los catarros.
Es cierto que podemos padecer un catarro en cualquier época del año, pero las estaciones más frías son las que nos hacen ser más propensos a estas infecciones. El curso escolar marca el inicio de la temporada, ya que la concentración de niños en las aulas hace que la propagación sea mayor y llegue también a los adultos. No obstante, las temperaturas elevadas durante el día, el ambiente fresco al amanecer o los cambios de tiempo que nos pillan sin la ropa adecuada, favorecen que estemos más desprotegidos frente a los virus.
Presta atención al amanecer
Pero el factor estacional no es el principal responsable. Según un estudio de la Universidad de Cambridge, los ciclos circadianos, es decir, el reloj interno que rige nuestros ritmos diarios y que regula las funciones fisiológicas de nuestro cuerpo, tiene mucho que ver en cómo y cuándo nos atacan los virus. Este estudio determinó que la hora del día puede influir de forma significativa en la vulnerabilidad de nuestro organismo, siendo el amanecer el momento en el que somos más susceptibles ante los virus.
Además, se descubrió que la eliminación de los ciclos circadianos hace que los virus se propaguen más fácilmente. Esto supone que los trabajadores con horarios nocturnos y rotativos son los más vulnerables ante ciertas enfermedades, como el catarro común o la gripe.
Pasar frío no nos hace enfermar
Aunque está muy extendido popularmente que el coger frío o salir a la calle con el pelo mojado hace que nos resfriemos, esta afirmación es un mito. Solo por pasar frío no enfermamos, para que realmente caigamos enfermos se necesita la existencia de un virus en el ambiente.
La combinación de ambos, frío y virus, hará que nuestro sistema inmunológico esté ocupado combatiendo las bajas temperaturas, por lo que el virus podrá campar a sus anchas en nuestro organismo. Por ello, es en los meses más fríos del año cuando los virus se propagan, entre otras causas, con mayor rapidez. El frío favorece, además, la supervivencia de los virus. En verano, en cambio, se contraen solamente el 20% de los resfriados.
La primavera, otra estación en la que estar alerta
Hemos quedado en que el frío genera un entorno más agradable para los virus, pero en realidad hay otras estaciones en las que no debemos bajar la guardia: la primavera. Esta estación se caracteriza por las alergias, una época en la que las vías respiratorias de las personas alérgicas están habitualmente inflamadas, lo cual propicia que los virus se instalen en su nariz.
Sucede algo parecido que con el frío, cuando el sistema inmunológico está ocupado haciendo frente a otras amenazas, nuestro organismo es más vulnerable frente a los virus. Además, las temperaturas en esta época empiezan a ser más suaves y nos confiamos con la ropa utilizando prendas que no nos protegen especialmente a primera y última hora del día.