¿Por qué nos ponemos rojos cuando nos da el sol?
Con la llegada de las buenas temperaturas pasamos más tiempo al aire libre y estamos más expuestos al sol. Esto provoca que nuestra piel se ponga roja, y en algunos casos, se nos caiga a tiras. ¿Por qué sucede?
Estamos en la época del año en la que nuestra piel sufre más. Tras un largo otoño e invierno, en los que apenas hemos estado en contacto con el sol, semana tras semana, mes tras mes, nuestra piel ha ido perdiendo la melanina que ganó durante el verano pasado. Recordamos que la melanina es el pigmento que da color a nuestra piel y la oscurece, protegiéndola de los rayos ultravioleta.
Pero la melanina no se produce en cuestión de horas o días. Tarda incluso semanas en oscurecer la piel cuando llega la primavera y el verano. Por este motivo es tan fácil que durante estas semanas en las que unos están ansiosos por broncearse, y otros, por disfrutar del aire libre sin protegerse adecuadamente, veamos pieles quemadas.
Cuando la piel no resiste
La primera reacción que tiene nuestra piel cuando, tras unos cuantos meses, la sometemos a muchas horas bajo el sol, es enrojecerse. Si no nos hemos aplicado crema y tenemos la piel clara, este proceso puede llegar a ser doloroso. Al cabo de unos días, observamos cómo la piel empieza a desprenderse. ¿Por qué sucede todo esto?
No nos hacemos una idea de lo dañino que puede ser el sol si no nos protegemos. Cuando lo tomamos de forma excesiva nuestro cuerpo toma decisiones para que sus efectos no sean tan graves para nuestra salud. Una de estas acciones es el enrojecimiento y la posterior caída de la piel. No hay que olvidar, tampoco, que no todo es malo del sol.
Cuando los rayos del sol inciden en nuestro cuerpo desprotegido y de forma prolongada, el ADN de las células de la piel puede llegar a modificarse y dañarse. Esto aumenta el riesgo de sufrir un cáncer de piel. El cuerpo debe desprenderse lo antes posible de esta capa de piel dañada, y para hacerlo, tiene que aumentar el riego sanguíneo en la zona, produciéndose una inflamación. Por eso se enrojece y notamos más calor.
La pérdida de piel se produce al cabo de unos días y así el cuerpo se asegura de que no habrá células dañadas formando parte de nuestro organismo.
Así que cuando veamos que se nos cae la piel es que nuestro cuerpo está respondiendo bien, pero lo hace por culpa de una imprudencia. Nunca nos cansaremos de recordar que siempre hay que protegerse del sol, por mucho que las modas digan que estar bronceado es sinónimo de salud, bienestar y de haber pasado unas grandes vacaciones. No correr el riesgo de sufrir un cáncer de piel es lo que más debería preocuparnos.