¿Por qué las nubes no se caen?
Todos tenemos la sensación de que las nubes son ligeras como el algodón y por esto flotan en el aire. En realidad, pesan muchísimo. ¿Por qué no se caen por la gravedad?
La mayor parte de la población tiene una concepción errónea de las nubes. Hace unas semanas contamos cuántos litros de agua hay en una nube. El resultado para una nube de tipo cúmulo, parecida a la que podemos ver en la fotografía de portada, de un kilómetro por cada lado, nos daba 300.000 litros de agua. Aproximadamente un litro equivale a un kilo, así que una nube de este estilo pesa unos 300.000 kilos. Más o menos lo mismo que 10 camiones juntos.
Conociendo lo que pesa una nube, que es muchísimo, sorprende que pueda flotar en el cielo y no se caiga al suelo por su propio peso. Para resolver el dilema, primero debemos entender de qué están formadas las nubes.
Entendiendo las nubes
Antes de nada, decir que las nubes no están formadas por vapor de agua. El vapor de agua es transparente y no se ve. Te rodea ahora mismo mientras lees estas líneas. Cuando estamos hirviendo agua en una olla y quitamos la tapa, lo que vemos no es vapor, sino minúsculas gotas de agua. Precisamente de esto es de lo que está formada una nube.
Debemos olvidar las nubes como algo sólido y compacto. Una nube es dinámica y cambia con el paso del tiempo. Las minúsculas gotitas se van moviendo lentamente dentro de la nube. Algunas se evaporan y dejamos de verlas. Otras, adquieren tamaño y al pesar, se precipitan y caen de la nube. Así se forma la lluvia.
El tamaño de las gotas de agua las hace ligeras
La mejor manera de entender la nube es imaginarnos en el baño cuando nos duchamos en invierno. Con el agua caliente, se crea una especie de niebla. Si miramos hacia un foco de luz, veremos precisamente esas gotitas. Algunas van de arriba a abajo, otras al revés, unas en diagonal... ¿por qué? Porque son tan ligeras que cualquier pequeña corriente de aire las hace mover como si no existiera la gravedad. En la nube pasa lo mismo. Aunque la masa nubosa pese toneladas, está formada por gotitas de agua minúsculas que logran sostenerse en el aire por su diminuto peso.
En esos mismos días de frío podemos encontrarnos niebla a primera hora de la mañana. Las gotitas de agua que la componen también flotan como si no tuvieran gravedad, aunque la realidad es que caen de forma inapreciable en unos minutos.
El equilibrio hidrostático
El segundo gran motivo que permite a la nubes flotar en el aire tiene que ver con las corrientes ascendientes y la presión. En la superficie de la Tierra la presión atmosférica siempre suele ser más alta que a gran altitud. El aire siempre circula de las altas a las bajas presiones. De esta manera, encontramos una pequeña corriente ascendiente. Como las gotas de agua son tan minúsculas, esta corriente de aire, por pequeña que sea, compensa su peso.
Este efecto se denomina equilibrio hidrostático. Se produce en un fluido en el que las fuerzas del gradiente vertical de presión y la gravedad están en equilibrio.
¿Podría caerse una nube de repente?
La respuesta es no. Las condiciones atmosféricas en altitudes inferiores harían, en el supuesto caso, que la nube desapareciera. La temperatura habitualmente más alta haría que las gotitas se evaporaran.
La otra forma en la que supuestamente podría caer la nube sería en forma de lluvia. Alguna vez se observan cortinas de precipitación descolgándose de una. Pero todas las gotas que forman la nube no caen a la vez. Primero lo hacen las gotas más grandes al crecer. Cuando pesan más que el aire que las rodea, se precipitan. Más tarde otras gotas adquieren el mismo tamaño y empiezan a caer. Y así progresivamente.