¿Por qué el viento silba?
Cuando estamos en casa en días muy ventosos solemos escuchar una especie de silbido que cambia de tono dependiendo de la intensidad del viento y hace vibrar las ventanas. ¿Por qué ocurre?
El viento es uno de los fenómenos atmosféricos menos deseados. Tiene una peculiaridad importante: no se ve. Cuando sopla fuerte, es molesto. Cuando lo hace de forma persistente, está comprobado que influye de forma negativa en nuestro estado de ánimo. Nos perturba.
Hoy vamos a ver cómo el viento, que no es más que una corriente de aire, puede llegar a generar sonido. La mayoría de veces provoca un rumor suave y casi inapreciable. Otras, lo hace de una forma tan especial que parece un instrumento musical de una película de terror.
El viento, por sí solo, no tiene sonido. Pero cuando un objeto se interpone en su camino, como por ejemplo un árbol, es cuando el ser humano empieza a escucharlo. ¿Por qué? Por un lado porque provoca el movimiento del objeto. En este caso, las ramas, las hojas... Pero también escuchamos un cierto ruido de fricción. El viento, al encontrarse con el árbol, sufre una perturbación que acaba provocando un cambio de presión y una vibración del aire. Y la vibración del aire no es más que el sonido, y así llega a nuestros oídos. Sería una perturbación parecida a la que sufriría un árbol si estuviera en la mitad de un río caudaloso.
Mi casa, un instrumento musical
Cuando hace mucho viento y estamos dentro de casa, escuchamos ese sonido que tanto miedo nos da. Una especie de silbido que vibra y que cambia de tono dependiendo de la intensidad del viento. ¿Por qué ocurre?
Nuestros pisos no están completamente cerrados. Siempre existe alguna rendija por la que el aire puede entrar. Las juntas de las ventanas son el lugar ideal que encuentra el viento para colarse. Esto no es malo. Incluso es necesario. Las viviendas necesitan ventilación. Más aún si tenemos dentro la caldera.
Cuando tenemos una abertura por la que el aire pueda entrar, y otra por donde salir, se produce una corriente de aire. Cuando el aire se cuela por la minúscula abertura de una ventana, en este punto el aire sufre variaciones de presión. Una especie de vibración. Estas variaciones de presión se propagan por el aire hasta llegar a nuestros oídos. Si la frecuencia de vibración es la adecuada, pueden sonar igual que una nota musical.
Cuanto más fuerte sople el viento, más aguda escucharemos la vibración y más estridente sonará. Si sopla más flojo, será más grave y no dará tanto miedo.
Como una flauta
Los instrumentos de viento emiten notas musicales gracias a este efecto. Cuando soplamos en una flauta, el chorro de aire pasa a través de un pequeño conducto hasta que se encuentra con el bisel. En este punto el aire es perturbado, empieza a vibrar de forma constante y se produce el sonido. Dependiendo de los agujeros que tapemos con los dedos, emitiremos una frecuencia u otra.
Un silbato funciona de la misma manera. Se obliga al aire a pasar por una rendija y chocar contra una lámina, lo que produce la vibración. En los silbatos de deportes se añade una bolita de corcho para que el sonido se entrecorte.
Si estamos haciendo algo distraídos y silbamos con los labios, obligamos al aire a pasar por un sitio muy estrecho, perturbándole y produciendo la misma vibración.