¿A quién pertenece el cielo?
En una época en la que casi todo tiene dueño, hoy vamos a responder algunas preguntas que poca gente suele hacerse: ¿quién es el propietario del cielo? ¿Y de lo que cae de él?
El cielo, por definición, es todo lo que vemos cuando estamos a la intemperie y miramos hacia arriba. Incluye nuestra atmósfera, pero también los astros como el Sol, la Luna, las estrellas y los planetas. El suelo se puede dividir en parcelas y es fácil asignarle una propiedad, pero... ¿de quién es cada porción de cielo? ¿Y el espacio?
El reparto del cielo de la Convención de París de 1919
En 1919 tuvo lugar en la capital francesa una convención para establecer las reglas sobre la navegación aérea internacional y se definió por primera vez a quién pertenece el cielo.
El tratado resultante decía que la soberanía del Estado recae sobre su espacio aéreo atmosférico. Se proyecta por encima del territorio del Estado, elevando sus fronteras hacia el infinito, incluyendo aguas internacionales internas y el mar territorial. Se entiende que el infinito es esa altitud hasta la cual una aeronave puede volar. Para que lo entendamos, el cielo pertenece al país que está debajo.
¿Se puede volar por una propiedad que no es nuestra?
Sí. En el Convenio de Chicago de 1944 se establecieron las libertades del aire. Existen nueve libertades del aire, pero para el tema que nos afecta, describiendo las dos primeras tenemos suficiente. La primera libertad da derecho a volar sobre el territorio de otro estado sin aterrizar. La segunda, da derecho a aterrizar en el territorio de otro estado por razones técnicas. Siempre hay excepciones, por supuesto.
El espacio, la Luna, planetas y asteroides
Considerados espacio ultraterrestre, son Patrimonio de la Humanidad. Su explotación y uso debe revertir en el interés de todos los países, así que no hay ningún tipo de soberanía estatal. Además, se exige la desmilitarización de esos espacios, aunque no se prohíbe transitar con armas por ellas.
De esta manera, no es posible comprar parcelas en la Luna ni adquirir estrellas en el otro extremo de la galaxia.
Si compro un terreno... ¿el cielo que hay encima es mío?
En realidad la compra de un terreno se centra en la parcela, en el suelo, y no se es propietario del cielo que hay por encima. Es propiedad del Estado.
A pesar de no ser propietario del trozo de cielo que hay, lógicamente sí es posible edificar hasta cierta altura. ¿Hasta dónde? Hay que consultar la normativa urbanística del municipio en el que adquirimos la propiedad, donde se especifica.
Lo que cae del cielo, ¿es mío?
Si somos afortunados y tenemos un jardín, en caso de que cayera un meteorito sería de nuestra propiedad. En España no se especifica en ninguna ley lo contrario. En Estados Unidos sí, y expresamente se reconoce que si un meteorito cae en una propiedad, el dueño del terreno pasa a ser también el propietario del meteorito.
¿Qué sucede con la lluvia? Si cae en nuestra propiedad, por supuesto que pasa a ser nuestra. Pero cuidado. En el año 2005 en Oregón, Estados Unidos, se condenó a un ciudadano por almacenar agua de lluvia en su casa. Se consideró que el agua pertenecía al Gobierno.
¿Y el sol? Aquí ya tocamos un tema candente, nunca mejor dicho. ¿Por qué no podemos poner placas solares en nuestro jardín y disfrutar de la energía que nos manda el sol de forma gratuita? ¿No debería ser así? Parece que a las eléctricas y a los políticos la idea no les apasiona y nos hacen pagar impuestos por algo que es de todos.