La lluvia de estrellas del verano: cuándo se empiezan a ver perseidas en el cielo

Se acerca una fecha clave en el calendario astronómico: la lluvia de estrellas más famosa del año. Las perseidas ya pueden verse en el cielo nocturno, pero el máximo de actividad está todavía por llegar.

Llega uno de los eventos astronómicos más esperados del verano: la lluvia de estrellas conocida como las perseidas o "lágrimas de San Lorenzo". Este fenómeno se ha hecho muy popular en los últimos años en el hemisferio norte, debido a que las condiciones meteorológicas del verano boreal, las altas tasas de actividad y las redes sociales invitan a su observación .

¿Qué son las perseidas y cuándo será el pico?

Las primeras perseidas pueden observarse en torno al 17 de julio, y terminan cerca del 24 de agosto. Son conocidas también como "lágrimas de San Lorenzo" debido a que el 10 de agosto, cerca del pico de actividad, se celebra la festividad del mártir. Este año la Luna dificultará su observación, ya que estará en fase creciente coincidiendo con el momento de mayor actividad.

El máximo de actividad de las perseidas tendrá lugar entre el 11 y 13 de agosto, con tasas de actividad de hasta 200 meteoros por hora. Este año el pico coincidirá con la luna creciente, por lo que se aconseja observarlas en estos primeros días de agosto.

De manera técnica, las perseidas se denominan así debido a que tienen su radiante en la constelación de Perseo. Un radiante es el punto en el cielo desde donde parecen originarse todos los meteoros. En astronomía, sirve para nombrar las diferentes lluvias de estrellas que se producen a lo largo del año.

¿Cómo se forman las perseidas?

Los cometas, en su órbita alrededor del Sol, dejan tras de sí un reguero de escombros rocosos, gases y polvo, formando anillos. Cuando la Tierra se cruza con uno de estos anillos, los fragmentos de roca son atrapados por su campo gravitatorio y caen a través de la atmósfera a velocidades de hasta 50 kilómetros por segundo.

La fricción con los gases atmosféricos presentes en capas altas de la atmósfera vaporizan los meteoros, dando lugar al fogonazo brillante que conocemos como estrella fugaz.

Cada año, al iniciarse el mes de agosto, la órbita terrestre se cruza con la órbita del cometa 109P/Swift-Tuttle. El cometa tiene un núcleo de 26 kilómetros de largo y da una vuelta al Sol cada 133 años. El reguero de polvo y rocas que dejo tras de sí el cometa, en pasadas anteriores, da lugar a las conocidas Perseidas.

Meteoros, bólidos y meteoritos: ¿en qué se diferencia?

Aunque se suelen usar como sinónimos, existen diferencias importantes entre estos tres conceptos. Un meteoro es lo que comúnmente conocemos como estrella fugaz. Es un destello de luz rápido producido cuando un cuerpo atraviesa la atmósfera, desintegrándose completamente a grandes alturas.

Este año aconsejamos observar las perseidas en los primeros días de agosto, ya que el pico coincidirá con la fase de luna creciente.

Hablamos de bólido cuando la desintegración se produce a alturas bajas, acompañado de una luz intensa, como una auténtica bola de fuego surcando el cielo.

Los bólidos son, por tanto, estrellas fugaces de mayor duración, tamaño y luminosidad que los meteoros simples, pero los fragmentos de roca no alcanzan la superficie. Por otra parte, un meteorito es un fragmento de un cuerpo celeste que cae sobre la Tierra, o sobre un astro cualquiera.

En función de la composición química de cada meteoro, veremos estrellas fugaces de diferentes colores: azuladas (alta presencia de magnesio), naranjas (sodio), violetas (calcio), amarillas (hierro) y rojizas (nitrógeno y oxígeno).