Esto es todo lo que sabemos sobre Speculoos-3b, un planeta similar a la Tierra con condiciones realmente insólitas
Una pequeña estrella del tamaño de Júpiter, dos veces más fría que nuestro Sol y a 55 años luz de la Tierra, alberga un sistema planetario donde se ha descubierto esta exotierra, que también podría contener agua en estado líquido.
La observación del sistema de la estrella SPECULOOS-3, también conocida como LSPM J2049+3336, una enana roja ultrafría, ha permitido el descubrimiento de un planeta rocoso de tamaño prácticamente idéntico al nuestro del que nos separan unos 55 años luz.
El planeta ha sido bautizado como Speculoos-3b y se encuentra en la zona habitable de su estrella. Esto significa que la temperatura de su superficie podría permitir la presencia de agua en estado líquido, un factor indispensable para la vida tal como la conocemos.
El descubrimiento se enmarca en el proyecto SPECULOOS, liderado por la Universidad de Lieja, en Bélgica, y ha contado con la participación de investigadores del Instituto de Astrofísica de Andalucía, IAA-CSIC, cuyo papel ha sido muy relevante.
Telescopios españoles, claves en el descubrimiento
Para la detección de exoplanetas (planetas fuera de nuestro sistema solar), que se encuentran a distancias que se miden en años luz, algunos telescopios robóticos, como los de la red SPECULOOS, responsables de este descubrimiento, utilizan una técnica denominada método de tránsito.
Mediante la observación de la disminución de la luz de una estrella cuando un planeta pasa (o transita) frente a ella desde nuestra perspectiva, se puede conocer su tamaño, órbita e incluso su atmósfera.
Además de los telescopios pertenecientes a la red SPECULOOS, esta enana fría fue monitorizada por otros instrumentos de observación astronómica entre los que se encuentran el de 1,5 metros del Observatorio de Sierra Nevada (OSN), perteneciente al IAA, y también el CARMENES, ubicado en el Observatorio de Calar Alto en Almería (CAHA).
Esto ha sido fundamental para confirmar la naturaleza planetaria del tránsito del Speculoos-3b. Ahora, se espera que la colaboración entre las agencias espaciales estadounidense, europea y canadiense, y la utilización del Telescopio Espacial James Webb (JWST), permitan estudiar la composición de la superficie del exoplaneta próximamente.
Una atmósfera casi imposible
De momento, esto es lo que ya sabemos: El Speculoos-3b tarda alrededor de 17 horas en completar una órbita alrededor de su estrella. Además, se cree que su rotación es síncrona, es decir, siempre muestra un mismo lado a su estrella anfitriona, mientras que el otro permanece en constante oscuridad.
Esta es una importante diferencia con la Tierra, cuya rotación es axial: gira sobre su propio eje respecto a una línea imaginaria que atraviesa los polos norte y sur, lo que causa los ciclos del día y la noche.
La masa de este exoplaneta es de 0,894 Tierras, y está situada a 0,00733 AU (unidades astronómicas) de su estrella, es decir, a algo más de un millón de kilómetros.
Se cree que su estrella, del tamaño aproximado de Júpiter, tiene una temperatura promedio de 2600°C (es dos veces más fría que nuestro Sol). Debido a su proximidad, el Speculoos-3b recibe casi dieciséis veces más energía por segundo que lo que recibe la Tierra del Sol.
Si a eso se le suma el constante bombardeo de radiación de alta energía, es muy improbable la presencia de una atmósfera alrededor de este planeta.
Las últimas estrellas vivas del universo
La búsqueda de planetas habitables alrededor de enanas ultrafrías, como la progenitora del Speculoos-3b, constituye un gran interés por parte de los astrofísicos.
Estos astros son hasta diez veces menos masivos y mil veces menos luminosos que nuestro Sol. Pero esta baja luminosidad significa que la zona habitable en los sistemas de las enanas ultrafrías está mucho más cerca de la estrella, haciendo que los planetas situados en esta zona sean más fáciles de detectar a ciertas distancias.
Su baja masa y la eficiencia en el uso de hidrógeno en los procesos de fusión que se desarrollan en su núcleo, también hace que la esperanza de vida de este tipo de estrellas sea cien veces más larga que la de nuestro sol.
Por eso, las enanas ultrafrías son muy estables y también serán las últimas en brillar cuando otros tipos estelares hayan muerto y el universo se vuelva frío, inhóspito y oscuro.