Un descubrimiento asombroso: la NASA confirma que los océanos de las lunas de Júpiter y Saturno podrían albergar vida
¿Hay vida más allá de la Tierra? La NASA acaba de hacer un hallazgo asombroso que podría ser la clave de la vida en Encelado y Europa: esto es lo que han descubierto.
La búsqueda de vida fuera de la Tierra ha llevado a los astrobiólogos a considerar tres elementos esenciales: agua, calor y nutrientes. Según los científicos de la NASA, estos ingredientes podrían estar presentes justo debajo de las superficies heladas de las lunas Europa y Encelado, lo que sugiere la posibilidad de vida.
La misión Europa Clipper, programada para orbitar Europa, buscará entornos que puedan sustentar vida, aunque no aterrizará. Por otro lado, la misión propuesta Enceladus Orbilander, que podría lanzarse en 2038, pasará un año observando Encelado en busca de señales de vida.
Si estas futuras exploraciones encuentran esas firmas, será un gran avance en la búsqueda de vida en otras partes del sistema solar, además de que se podrán sentar las bases para buscar más allá, es decir, ya sabremos que buscar en los exoplanetas.
Ésa es una de las razones por las que algún día aterrizarán misiones robóticas en esas lunas: para buscar señales de vida pues la posibilidad de encontrar rastros de ésta en Europa y Encelado es un emocionante campo de investigación que podría transformar nuestra comprensión del universo y la vida misma.
Evidencias de vida en océanos subterráneos
Los científicos creen que bajo las capas de hielo de Europa y Encelado hay océanos cálidos y salados, calentados por fuerzas de marea en donde se podrían encontrar aminoácidos y otras moléculas orgánicas, posibles indicadores de vida.
La radiación y la falta de atmósfera hacen improbable la existencia de vida en la superficie, pero el hielo cercano al subsuelo es un lugar prometedor para buscar estas evidencias.
El equipo de Alexander Pavlov del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA ha simulado las condiciones de estas lunas para estudiar la posible presencia de aminoácidos. Utilizando radiación ionizante, bombardearon muestras de aminoácidos mezcladas con hielo a temperaturas extremadamente bajas.
Los resultados sugieren que los aminoácidos podrían sobrevivir en las superficies de ambas lunas. Las bajas tasas de destrucción de aminoácidos en condiciones similares a las de estas lunas sugieren que las misiones deben ser cautelosas al tomar muestras de ubicaciones ricas en sílice, donde la degradación podría ser mayor.
Simulando en el laboratorio
Una complicación a superar, en el laboratorio, es la falta de muestras de hielo físicas. Para solventar ese “pequeño” problema, el equipo de Pavlov simuló las condiciones para ver si los vehículos exploradores y de aterrizaje podían encontrar evidencia de materiales orgánicos y vida en esos mundos.
Utilizaron aminoácidos del hielo y de microorganismos muertos en experimentos de radiólisis como posibles representantes de biomoléculas en lunas heladas.
El equipo mezcló muestras de aminoácidos con hielo enfriado a unos -196 grados Celsius y las bombardeó con rayos gamma. Dado que los océanos podrían albergar vida microscópica, también probaron la supervivencia de aminoácidos en bacterias muertas en el hielo.
Finalmente, probaron muestras de aminoácidos en hielo mezclado con polvo de silicato. Lo que puso a prueba la posible mezcla de material de meteoritos o del interior con hielo de la superficie.
La clave de la vida
Lo interesante de los aminoácidos es que pueden ser creados por la vida, y aunque también se producen otros procesos químicos no biológicos, se clasifican en tipos específicos que se piensa podrían existir en Europa o Encélado para su estudio, particularmente aquellos microorganismos llamados A. woodii.
Si se pudiera encontrar evidencia de la existencia de esos u otros microorganismos similares, podrían significar un posible signo de vida. Sabemos que la vida en la Tierra los utiliza como componente para producir proteínas. Las cuales, a su vez, producen enzimas que aceleran o regulan las reacciones químicas y crean estructuras.
Según los expertos, la profundidad de muestreo 'segura' para los aminoácidos en Europa es de unos 20 centímetros en altas latitudes del hemisferio posterior (hemisferio opuesto a la dirección del movimiento de Europa alrededor de Júpiter) en el que no se ha visto muy alterada por los impactos de meteoritos.
Según el equipo, no se requiere muestreo del subsuelo para la detección de aminoácidos en Encelado; pues estas moléculas sobrevivirán a la radiólisis (descomposición por radiación) en cualquier lugar de la superficie de Encelado a menos de unos pocos milímetros de la superficie.
Del laboratorio a la superficie congelada
Si se llegara a encontrar vida en los océanos subterráneos de cualquiera de los dos “mundos”, la siguiente pregunta sería: ¿cómo llegan sus aminoácidos o "huellas dactilares" al hielo tan cerca de las capas superiores de hielo?
Actualmente, se cuenta con evidencia de que el agua del océano viene desde abajo en ambos mundos. En Europa hay unidades de superficie mucho más jóvenes que otras, lo que indica que el agua sube a la superficie y se congela. En Encelado, los géiseres disparan material al espacio desde debajo de la superficie.
Por lo que los aminoácidos y otros compuestos de los océanos subterráneos podrían subir a la superficie mediante la actividad de los géiseres o el lento movimiento de agitación de la corteza de hielo.
Entonces, parece que el experimento del equipo muestra que los aminoácidos podrían sobrevivir en ambos mundos, bajo ciertas condiciones, pero también se degradan a diferentes ritmos. Según Pavlov, estas son noticias importantes para futuras misiones.