Volcán de Tajogaite o Cabezavaca, la erupción más larga de la historia de La Palma
La erupción más reciente en la 'Isla Bonita' superó los 84 días que duró, en 1585, la del Tajuya. Con la lava ya solidificada, el volcán ha cambiado el paisaje y trastocado la vida de parte de sus habitantes.
La isla de La Palma, una de las siete que conforman el archipiélago canario, en España, es volcánicamente activa. La última erupción comenzó el 19 de septiembre de 2021. Ese día, la tierra rugió en el municipio de El Paso, en la ladera occidental de Cumbre Vieja, un complejo volcánico que recorre la parte central de la isla en dirección norte-sur.
Comenzó así l a erupción más larga registrada en la historia de La Palma: 85 días −hasta el 13 de diciembre de ese mismo año− en los que el nuevo volcán transformó el paisaje y la geología isleña e interfirió en las vidas de las cerca de 7000 personas que fueron obligadas a desplazarse para protegerse de la fuerza imparable de la naturaleza.
Un nombre guanche para el volcán canario más joven
Aunque también es conocido como Cabezavaca, el nuevo volcán fue bautizado por votación popular como Tajogaite, un topónimo guanche por el que se conoce a la parte de la isla donde surgió el cono volcánico, situada al sur de Los Romanciaderos y cerca de la Montaña Rajada.
El nombre procede del bereber, la lengua que hablaban los primeros pobladores de la isla, los benahoaritas. El momento de su llegada a La Palma es fruto de una profunda controversia, pero parece que la hipótesis más plausible es la deportación a la isla de pueblos norteafricanos que se opusieron a la conquista del Imperio romano, en el siglo I dC.
La Palma no fue incorporada a la Corona de Castilla hasta 1493. Fue la última de las islas en ser conquistadas por su abrupta orografía y la bravura de sus habitantes, que vivían completamente mimetizados con la naturaleza.
La Palma, la isla canaria con mayor actividad volcánica
Antes del Tajogaite, había pasado justo medio siglo desde que, el 26 de octubre de 1971, La Palma viera nacer su último volcán, el Teneguía. En aquella ocasión la erupción permaneció activa durante 24 días. Antes de él, se conservan registros de los acontecidos en 1585 (volcán Tajuya), 1646 (Tigalate), 1667 (San Antonio), 1712 (El Charco) y 1949 (San Juan o Nambroque).
Estas erupciones duraron, respectivamente, 84, 82, 66, 56 y 47 días. La segunda isla canaria con más erupciones volcánicas en los últimos 500 años es Tenerife, con seis. La última de ellas, la que dio origen al volcán del Chinyero, se produjo en 1909.
En octubre de 2011, en otra isla canaria, la de El Hierro, se produjo otra erupción que dio origen al volcán submarino Tagoro.
La actividad sísmica se prolongó durante 147 días en los que se produjo más de 300 movimientos sísmicos y se formó un edificio volcánico a 400 metros de profundidad, cuya cima principal quedó sólo a 89 metros de la superficie del mar.
Las heridas abiertas del Tajogaite
El último volcán activo en Canarias arrasó 1345 viviendas, 16 colegios, 75 industrias, 44 locales de ocio y hostelería, 73,8 kilómetros de carreteras y 370 hectáreas de cultivo, principalmente viñas y plataneras.
Sus seis cráteres expulsaron 200 millones de metros cúbicos de lava que alcanzaron la costa del valle de Aridane y destruyeron la playa de Los Guirres para crear tres fajanas, la mayor de ellas, de unas 45 hectáreas. Es el territorio más joven de España.
Más de dos años después del cese de la erupción, La Palma sigue afanada en su reconstrucción. Se han abierto nuevas carreteras en una isla que cuenta con especiales dificultades orográficas para la conectividad terrestre, y se han recuperado servicios públicos ligados a la sanidad o la educación.
Sin embargo, una treintena de personas continúan desplazadas y otras 200 siguen viviendo en casas de madera y tipo contenedor, habilitadas por el Gobierno canario. Hay afectados que siguen esperando el cobro de ayudas, y otros que han perdido su empleo, principalmente vinculado al cultivo del plátano.
El turismo, otro de los sectores económicos con más peso en la isla, también ha sufrido un duro varapalo. En el segundo trimestre de 2023, el relativo a los extranjeros cayó un 33,7%.
Ello, a pesar de que la naturaleza de La Palma es sobrecogedora. Y que su variedad de paisajes volcánicos, que incluyen cráteres, conos y campos de lava, la convierten en un destino imprescindible tanto para los científicos como para los turistas interesados en la geología y el vulcanismo.
Aunque, desde luego, los volcanes de la tierra de Tanausú, Bentacayse y de legendarias guerreras auaritas como Guayanfanta, no es, ni mucho menos, el único de los innumerables y fascinantes encantos de la denominada, con acierto, “Isla Bonita”.