Un super-El Niño para finales de 2023 cada vez más probable
Tras 3 años seguidos con La Niña, 2023 ha empezado en una fase neutra que podría evolucionar a lo largo de los próximos meses en un escenario totalmente opuesto e intenso: ¿podríamos tener un super-El Niño?
En La Tierra existen diversos patrones climáticos, todos ellos conocidos y con repercusiones muy marcadas a escala regional y, en unos pocos casos, a escala global. Entre estos últimos, destaca la conocida como ENSO (El Niño-Southern Oscilation) con repercusiones por todo el planeta y con dos fases destacables conocidas como El Niño y La Niña. Que esta oscilación se encuentre en una y otra fase depende de la temperatura de la superficie del Pacífico sur.
Concretamente, cuando existe un episodio de La Niña, la temperatura superficial del océano presenta anomalías negativas muy marcadas frente a las costas de América del Sur, como ha sucedido estos 3 últimos años, mientras que en a las mismas latitudes en el Pacífico occidental las temperaturas son más elevadas. En cambio, con El Niño ocurre exactamente lo contrario.
Una de las consecuencias que tiene El Niño es un aumento de la temperatura a escala global. La Niña causa un enfriamiento, y tras estos últimos años la temperatura global ha estado contenida frenándose brevemente la tendencia al calentamiento que teníamos. Sin embargo, si este evento de El Niño finalmente se produce, observaremos un incremento muy acusado de la temperatura global. Además, las últimas predicciones muestran que a finales de año podría llegar un super-El Niño, añadiendo un calentamiento adicional.
Una fase de El Niño intensa, como la que están empezando a predecir los modelos, con anomalías de hasta 2 ºC en la temperatura del océano, altera la distribución de los centros de baja presión ecuatoriales y generalmente intensifica las precipitaciones en América del Sur, mientras que seca el sur de Asia.
Esto además produce variaciones en la cizalladura en latitudes bajas dificultando el desarrollo de ciclones tropicales y facilitando que estos se desarrollen ocasionalmente a zonas menos habituales, e incluso puede tener repercusiones en latitudes medias.
La predicción de El Niño
Al tratarse de un patrón climático a gran escala, su predicción no es comparable a las predicciones meteorológicas: no puede predecirse con gran nivel de detalle, pero sí a grandes rasgos a plazos muy largos. Debemos tener en cuenta que cuanto más grande sea un fenómeno y más lento sea su evolución más predecible es a plazos largos.
Por ejemplo, un frente de tormentas apenas se puede predecir a unas horas, una borrasca a días, una gran dorsal anticiclónica a más de una semana y un patrón climático como este, con meses de antelación. Si bien la predicción está sujeta a un margen de incertidumbre, es prudente seguirla con mucha atención.
Las consecuencias en Europa y España
Obviamente también las tiene sobre nuestra región, de forma indirecta pero no menos importante, el problema es saber cuáles, porque no siempre son las mismas. Concretamente, en el sector de la Península Ibérica lo que se ha podido observar es que con patrones de El Niño intensos los finales de verano y el otoño suelen ser más húmedos de lo habitual, pero también más cálidos.
No obstante, contamos con pocos episodios intensos de El Niño en las últimas décadas como para elaborar una estadística minuciosa. Todavía están en investigación muchas de las características y consecuencias de estos escenarios, aunque probablemente en estos próximos meses, si las predicciones continúan cumpliéndose, tengamos una oportunidad de aprender más sobre este patrón climático concreto.