Un historiador español revela que el canibalismo se consideró una forma de medicina en la Europa medieval

En una época donde la medicina aún estaba plagada de supersticiones, una de las creencias más extendidas en Europa afirmaba que el consumo de partes del cuerpo humano podía curar enfermedades.

Canibalismo Edad Media
Durante la Edad Media, el consumo de partes del cuerpo humano se practicaba con fines medicinales.

El canibalismo ha sido tradicionalmente considerado un acto de barbarie, una práctica ajena a la civilización europea y atribuida a pueblos considerados primitivos. Sin embargo, una investigación realizada por el historiador español Abel de Lorenzo Rodríguez revela que, durante la Edad Media, el consumo de partes del cuerpo humano no solo era una realidad, sino que también se practicaba con fines medicinales.

A pesar de los tabúes que rodeaban el acto, el uso de restos humanos con propósitos curativos persistía en esa época y, en algunos casos, estaba regulado por leyes y normas religiosas.

Curaciones ‘milagrosas’ en la Edad Media

Desde la antigüedad, diversas culturas han recurrido al consumo de partes del cuerpo humano por necesidad, ya sea en situaciones de hambruna o en contextos rituales. Si bien el canibalismo asociado a la supervivencia esta documentado en tiempos de guerra y escasez, en la Europa medieval existía una forma de canibalismo medicinal. Restos humanos como la sangre, la grasa y otras sustancias se utilizaban en remedios que prometían curaciones milagrosas.

A pesar de la existencia de leyes que prohibían la exhumación de cuerpos con estos fines, la práctica se mantuvo. Documentos como el Codex Theosianus y el Código Visigodo contenían disposiciones contra la profanación de tumbas para la obtención de remedios, lo que indica que tales acciones eran lo suficientemente comunes como para requerir regulación.

La aparición y proliferación de estas leyes sugieren que la práctica no desaparecía, sino que era lo bastante extendida como para justificar sanciones.

La regulación del canibalismo

Con la expansión del cristianismo, las normas eclesiásticas comenzaron a regular las conductas sociales, estableciendo lo que era moralmente aceptable y lo que no. Entre los textos que reflejan esta regulación se encuentran los Penitenciales, manuales religiosos que listaban los pecados y sus correspondientes castigos.

En ellos se prohibía expresamente el consumo de sangre humana, orina y semen, prácticas que al parecer estaban relacionadas con creencias en sus propiedades curativas.

Cruz
Con el cristianismo se prohibió expresamente el consumo de sangre humana, orina y semen

El Penitencial de Teodoro de Tarso, arzobispo de Canterbury en el siglo VII, menciona específicamente a mujeres que bebían la sangre de sus esposos para obtener beneficios medicinales. Prácticas similares fueron condenadas en los penitenciales españoles y en el de Montecassino, donde el consumo de fluidos corporales estaba asociado con el deseo de adquirir poder o curación.

Dentro del cristianismo medieval, la relación con el cuerpo humano no era exclusivamente de rechazo al canibalismo. De hecho, ciertas formas de contacto con restos humanos eran aceptadas y hasta promovidas. Los cuerpos de santos y mártires, considerados milagrosos, se convertían en fuentes de curación.

En lugar de consumir carne humana directamente, se permitía la ingestión de elementos que hubieran estado en contacto con los cuerpos santos, como aceites, agua, polvo y piedras de sus tumbas. Esta transición de la "tanatofagia" (consumo de los muertos) a la "hagiogafía" (consumo de lo sagrado) muestra cómo el cristianismo intentó refinar estas prácticas en un contexto aceptable dentro de su doctrina.

La leyenda del baño de sangre de Constantino

Uno de los relatos más significativos sobre la percepción medieval del canibalismo medicinal es la leyenda del emperador Constantino. Según la tradición, el emperador padecía lepra y fue aconsejado por sus médicos a bañarse en la sangre de niños sacrificados para curarse.

Sin embargo, antes de llevar a cabo el sacrificio, fue persuadido por el Papa San Silvestre I para que se bautizara en lugar de recurrir a tal remedio, y su enfermedad desapareció milagrosamente.

Persona enferma
El canibalismo médico era visto como una costumbre cruel y supersticiosa

Esta historia no solo refuerza la narrativa cristiana contra las prácticas paganas, sino que también ilustra cómo el canibalismo médico era visto como una costumbre cruel y supersticiosa que debía ser reemplazada por la fe.

Si bien el canibalismo como práctica medicinal disminuyó con el tiempo, su legado se extendió hasta el siglo XIX. Diccionarios de materiales médicos de la época, como el de José Oriol Ronquillo en 1855, todavía mencionaban sustancias humanas como la grasa, la sangre y la orina como ingredientes con propiedades curativas.

Estas creencias se entrelazaban con la literatura romántica de la época, donde figuras como vampiros y hombres lobo reflejaban una fascinación persistente por la ingestión de sangre y carne humana.

Referencia de la noticia

Lorenzo Rodríguez, Abel. (2025). "Hagiofagia y tanatofagia. Curación y creencia en la ingesta de restos humanos en la Alta Edad Media ibérica", in Fontes J., L., Martins, D., Fernandes Barreira, C., Farelo, M. (2024). An Embodied Religion. Berlin, Germany: Peter Lang Verlag, pp. 325-339.