Un conocido naturalista valenciano ya avisaba de las peligrosas crecidas del barranco del Poyo en el siglo XVIII

La historia se repite: a finales del siglo XVIII, este geógrafo y naturalista valenciano ya avisaba de las peligrosas avenidas del barranco del Poyo, en la provincia de Valencia, epicentro de la tragedia en la última DANA.

El barranco del Poyo cuenta con un largo historial de avenidas que están documentadas desde hace siglos.

Antonio José Cavanilles nació en Valencia en el año 1745, y fue un conocido científico ilustrado, geógrafo, botánico y naturalista español. Estudió en la Universidad de Valencia, y en 1761 obtuvo el título de bachiller en Filosofía, pero comenzó a interesarse por la agricultura, las particularidades geográficas y las costumbres de su tierra.

Entre 1795 y 1797 escribió “Observaciones sobre la historia natural, geografía, agricultura, población y frutos del reino de Valencia”, obra en la cuál nos vamos a centrar hoy, analizando las afirmaciones que realiza y las manifestaciones que plasmó en dicho manual, en el que habla sobre la geología, hidrología, geografía o la cartografía, entre otras muchas disciplinas.

La advertencia que lanzó Antonio José Cavanilles

En el manual de “Observaciones” que acabamos de mencionar, encontramos un párrafo en el tomo I, concretamente en la página 159, donde se habla del barranco del Poyo, el mismo que arrasó varias poblaciones valencianas tras sufrir una crecida extraordinaria en esta última gota fría. Cavanilles explica que su nacimiento se localiza entre las montañas entre Buñol y Chiva, desde donde va cruzando todos los municipios afectados por la catastrófica inundación.

Literalmente escribe lo siguiente: Su profundo y ancho cauce siempre está seco, salvo en las avenidas quando recibe tantas aguas y corre tan furiosamente que destruye quanto encuentra”. Con esta descripción de la morfología del cauce, Cavanilles ya dio a entender que por la rambla circulaban grandes caudales en caso de lluvias torrenciales.

A continuación, recuerda una de las avenidas que se produjeron en 1775, donde una noche una crecida azotó la localidad de Chiva, sorprendiendo a sus vecinos y destrozando un número considerable de edificios, causando también fallecidos que esparció aguas abajo. Como vemos, desde hace siglos hay constancia de las importantes avenidas que experimentaba el barranco del Poyo.

En el mismo lugar, pero con un paisaje muy distinto

El gran incremento de las últimas décadas de la población de Valencia y su área metropolitana es un factor que ayuda a entender por qué esta última inundación ha sido tan devastadora. Esta zona se ha ido urbanizando rápidamente, en muchos casos sin una planificación territorial adecuada, ocupando directamente cauces o las llanuras de inundación del barranco del Poyo y de otras ramblas.

La llanura de inundación de un río, barranco o rambla es parte del sistema fluvial, y los desbordamientos son un elemento más. Cuando modificamos ciertas estructuras o morfologías de estos elementos, caemos en el error de no saber o no tener previsto qué zonas se inundarán la próxima vez que los barrancos se activen con lluvias muy fuertes. En algunos sitios los cauces directamente han desaparecido.

En aquellos lugares en los que la trama urbana ha digerido o asimilado estos cursos fluviales, la impermeabilización del suelo constituye un problema importante, ya que suele ayudar a que el agua circule con más fuerza. Muchas veces se ha modificado el medio en nuestro país, sin tener en cuenta los peligros que conlleva este tipo de acciones.

El barranco del Poyo cuenta con un largo historial de riadas, en ocasiones de consecuencias trágicas. Pero en este último episodio se han dado todos los factores necesarios para que se haya producido una gran catástrofe.

Otro elemento que debe considerarse es la peligrosidad geomorfológica, que hace referencia a las formas del relieve que son peligrosas desde un punto de vista de las inundaciones. Los paleocauces, por ejemplo, son cauces de ríos que han quedado cortados por urbanizaciones y quedan desconectados del cauce principal en 2 partes, pero que en un momento de precipitaciones intensas puede actuar de manera independiente, canalizando agua hacia un lugar.

Hay que prepararse ante episodios extremos cada vez más frecuentes

Es cierto que esta última gota fría o DANA nos ha dejado datos de lluvia muy impresionantes, con precipitaciones que se acercaron a los 800 l/m² en menos de 24 horas en la cabecera del barranco del Poyo, a lo que hay que sumar el aporte de otros muchos barrancos y ramblas tributarios.

Esto dio lugar a una crecida súbita de una magnitud extraordinaria que pudo haber alcanzado una punta de 4000-5000 m³/s, una barbaridad teniendo en cuenta que es una rambla

Tenemos que estar preparados ante situaciones de este tipo. Cavanilles ya advirtió del peligro de esta rambla, y episodios como este seguirán ocurriendo, y además con mayor frecuencia debido al cambio climático. Es necesario fomentar la cultura de la prevención y la educación ambiental de la ciudadanía ante este tipo de catástrofes, y sobre todo, una buena gestión y ordenación del territorio.

Y por supuesto, cambiar los protocolos actuales para comunicar estos riesgos a la población, que desgraciadamente no han funcionado, algo que podría haber salvado vidas.