Trump prohíbe el uso de pajitas de papel, un símbolo mundial en la lucha contra la contaminación por plásticos

En su nueva orden ejecutiva, el presidente de EE UU utiliza argumentos como que “no funcionan” y "no duran mucho". Cierto, nada que ver con las de plástico, que tardan hasta 500 millones de años en descomponerse en el medio ambiente.

Los esfuerzos de concienciación social sobre el plástico en los océanos, en peligro por una nueva orden ejecutiva de Trump.

Una nueva orden ejecutiva de Donald Trump ahonda en el desmantelamiento de políticas ambientales puestas en marcha hace una década para frenar la contaminación producida por plásticos.

Con su decisión de reinstaurar el uso de pajitas de plástico en edificios federales, el presidente de Estados Unidos prioriza en la funcionalidad y costos frente a los esfuerzos de conservación y reducción de residuos no biodegradables.

Aunque, en comparación con otras medidas adoptadas recientemente por la Administración Trump, esta no tendrá un impacto ecológico tan significativo, se trata de toda una declaración de intenciones que despeja el camino a Estados y empresas para levantar la actual prohibición de la dispensación de pajitas plásticas.

Y eso sí resulta preocupante, porque, cada día, los estadounidenses usan y se deshacen de 500 millones de pajitas.

Deshaciendo los avances anteriores

Durante la administración del expresidente Joe Biden, en Estados Unidos, como en otros países occidentales, se implementaron políticas destinadas a reducir gradualmente el uso de plásticos de un solo uso. El objetivo era eliminarlos por completo en las agencias gubernamentales para 2035.

En el caso de las pajitas, es cierto que representan un pequeño porcentaje de los desechos plásticos, pero su sustitución por las biodegradables se ha convertido en un símbolo de la concienciación social en lucha contra la contaminación.

Sin embargo, con la llegada de Trump al poder, se ha producido un cambio de dirección en las políticas que buscan mitigar la contaminación ambiental y promover prácticas más sostenibles.

Un giro que desincentiva los esfuerzos globales para reducir el consumo de plásticos de un solo uso.

Los argumentos de la Administración Trump

La orden ejecutiva de Trump señala las supuestas desventajas de las pajitas de papel en comparación con las de plástico. Concretamente, el documento apunta a que ��no son funcionales, utilizan químicos que pueden conllevar riesgos para la salud humana, son más caras de producir y a menudo obligan a los usuarios a usar varias".

Además, argumenta que las pajitas de papel “a veces vienen envueltas individualmente en plástico, lo que socava el argumento ambiental que justifica su uso".

Por todo ello, Trump ha calificado la campaña contra las pajitas de plástico como "irracional" y ha decidido poner fin al "uso forzado" de las de papel en edificios federales. Un gesto que también se interpreta como un apoyo a la industria del petróleo y el plástico, sectores que se benefician de la producción de estos materiales.

O, lo que es lo mismo, fortalecer la economía basada en combustibles fósiles, en contraposición a las iniciativas que promueven alternativas más sostenibles y menos contaminantes.

Lo que Trump no puede hacer olvidar

En los últimos años, muchos países han promovido alternativas más sostenibles, como las de papel, bambú o acero inoxidable, a las pajitas de plástico, contaminantes principalmente por estos motivos.

  • Material no biodegradable: están fabricadas con derivados del petróleo como el polipropileno o poliestireno, plásticos que pueden tardar hasta 500 años en descomponerse.
  • Generación de microplásticos: con el tiempo, las pajitas se descomponen en pequeñas partículas que entran en la cadena alimentaria al ser ingeridas por peces y mariscos. Esto puede afectar la salud humana cuando consumimos estos alimentos.
  • Uso masivo e innecesario: la insostenible cultura del “usar y tirar” hace que, en el mundo, se utilicen unos mil millones de pajitas al día para beber sorbiendo a través de un tubito lo que podría tomarse a simples sorbos. Salvo en caso médicamente justificados, normalmente no se necesita una pajita para hidratarse.
  • Impacto en la fauna marina: el bajo peso de las pajitas hace que sean difíciles de reciclar, por lo que muchas terminan en vertederos, ríos y océanos. Las que llegan al mar son ingeridas por tortugas, aves y peces, causando asfixia, obstrucciones digestivas o la muerte.

Nada de esto se ha tenido en cuenta en la orden ejecutiva de Trump, que no sólo obliga a las agencias federales a dejar de abastecerse de pajitas de papel, sino que pide que se elabore una “estrategia nacional” en un plazo de 45 días para acabar con ellas.