Los fenómenos meteorológicos más extremos de 2019 en España
José Antonio Maldonado, José Miguel Viñas y Francisco Martín analizan tres fenómenos meteorológicos que este año 2019 han dejado huella en los libros de efemérides: la DANA de septiembre, el huracán Pablo y la borrasca Elsa.
El año 2019 ha deparado en España una ristra de fenómenos meteorológicos extremos que serán difíciles de olvidar: las graves inundaciones de Tafalla, la ola de calor 'extrema' de finales de julio, la fortísima sequía y tres eventos más que nuestros expertos se encargan de analizar a continuación.
'La borrasca Elsa no llegó sola' por Francisco Martín, Coordinador de la RAM
El 16 de diciembre de 2019 el IPMA portugués, el equivalente a la AEMET de España, nombró a una borrasca muy alejada de la península Ibérica, Elsa, que tendría un alto impacto.
Con Elsa llegó el primer temporal intenso sobre gran parte de España que afectó a la vertiente atlántica, llevada por fuertes vientos y precipitaciones. Las noticias saltaron a los medios de comunicación pues sería el primer temporal serio que amortiguaría la sequía pertinaz que afectaba a la Península. Las precipitaciones llegaron a los nacimientos de muchos ríos y arroyos.
Pero Elsa no vino sola, era conducida por fuertes vientos intensos del oeste en niveles altos, muy superiores a los valores medios, digamos en 300 hPa, y además muy anómalos. Este chorro de gran profundidad conducía y dirigía a la Península una lengua de aire con alto contenido de humedad: los meteorólogos le llaman ríos atmosféricos de humedad, que sobrevolaba aguas de los océanos más cálidos de lo normal. La segunda anomalía. Ambas ayudaron a que se produjera el primer temporal importante justo antes de terminar el otoño de 2019.
Dejó acumulados superiores a los 200 l/m2 en puntos de la Sierra de Gredos, esto en apenas 24 horas, y rachas de viento superiores a los 140 km/h en nuestros principales sistemas montañosos.
'El huracán Pablo' por José Antonio Maldonado, Director de Meteorología en Meteored
El día 25 de octubre el Centro Nacional de Huracanes calificó como tormenta tropical una depresión situada en las proximidades de las Islas Azores. El ciclón se fue desplazando lentamente hacia el noreste, hasta situarse en las inmediaciones de las costas gallegas convertida ya, el día 28, en huracán de categoría 1. Pablo presentó vientos sostenidos de 85 km/h y rachas superiores a los 130 km/h siendo, en consecuencia, uno de los fenómenos más significativos del año próximo a terminar.
Sorprendentemente, las temperaturas del agua del mar sobre las que se desplazó Pablo estuvieron comprendidas entre 18ºC y 20 ºC, que son muy bajas para las habituales condiciones donde se desarrollan los ciclones tropicales. Esto es, por tanto, un fenómeno extraño si se compara con los ciclones tropicales que se producen en las aguas del Caribe.
No cabe duda que un ciclón tropical, aunque sea de categoría 1, es un hecho insólito en latitudes tan altas pero, pese a lo que he podido leer en algún artículo, no es único.
En la madrugada del 2 de octubre de 1984 me tocó vivir en primera persona, estando de Jefe de Turno en el Centro de Análisis del INM, antes de saltar a RTVE, y con la escasez de medios de que teníamos por aquel entonces, la llegada del ciclón tropical Hortensia que arrasó Galicia (rachas de 158Km/h en Monte Ventoso).
Y el 24 de enero de 2009 (época extraordinariamente rara de huracanes) el ciclón Klaus superó a Hortensia y afectó no solo a la comunidad gallega (rachas de 198 km/h en Estaca de Bares) sino también al noroeste de Castilla y León y a la Cornisa Cantábrica.
'DANA de septiembre' por José Miguel Viñas, Meteorólogo de Meteored
Uno de los episodios meteorológicos más destacados en España este año (2019) ha sido el temporal de lluvias intensas ocurrido en la fachada mediterránea peninsular el pasado mes de septiembre. Asociado a una profunda dana, dio lugar a inundaciones catastróficas, cebándose particularmente en la Vega Baja del Segura, donde el desbordamiento del río causó grandes estragos. El análisis de los registros de las lluvias caídas permite afirmar que ha sido el temporal mediterráneo de mayor precipitación acumulada de todos los analizados por la AEMET, superando al histórico de noviembre de 1987.
Su carácter excepcional, avalado por algunos datos –como los 521,6 l/m2 que se recogieron a lo largo del episodio en el pluviómetro que la Confederación Hidrográfica del Segura tiene en Orihuela (Alicante)– hizo, por un lado, que se tratara de atribuir al cambio climático, lo que no es algo evidente ni inmediato, si bien todo apunta a que los episodios de lluvias torrenciales irán a más en los próximos años y décadas (no solo los asociados a este tipo de temporales).
Por otro lado, la gran cobertura mediática que tuvo este episodio consiguió popularizar, como nunca había ocurrido hasta ahora, el término dana, que aquellos días convivió con la expresión “gota fría”, muy arraigada en el área mediterránea.