Tiempo en las Fallas 2021: ¿hará calor y habrá tormentas como dicen?
Las Fallas de Valencia sí que se podrán celebrar en 2021 , pero ya muy lejos sus fechas habituales, serán en septiembre. Los falleros se enfrentan a un tiempo inédito con los mismos trajes regionales que en marzo. ¿Hará mucho calor?
Este año las Fallas de Valencia serán entre el 31 de agosto y el 5 de septiembre, con permiso de la pandemia. Actualmente, la incidencia marcha bien en la Comunidad Valenciana y así la incertidumbre sobre su celebración va desapareciendo a la vez que crecen otras, como la situación meteorológica que se encontrarán los falleros y turistas, muchos de ellos con trajes regionales que son muy bonitos, pero en general poco apropiados para el verano. Los actos tendrán lugar en la parte final de la estación, un momento en el que, aunque las noches alargan y empieza a refrescar, el ambiente en el cómputo global aún suele ser bastante caluroso.
En los primeros días de septiembre pueden registrarse temperaturas máximas muy elevadas a orillas del Mediterráneo. Por un lado, el propio mar está prácticamente en su apogeo, mostrando en su superficie temperaturas del orden de 25 ºC que anulan parte del efecto refrescante de las brisas pero permiten darse un buen chapuzón. A la vez, el chorro polar empieza a desperezarse después de muchas semanas de estabilidad en nuestra latitud, y si el viento marítimo falla lo hace en detrimento del poniente, que en ocasiones dispara las temperaturas hasta los 35 ºC.
En el mejor de los casos 25 ºC, en el peor 36 ºC
Cogiendo de referencia el observatorio de la AEMET en la ciudad de Valencia, y un par de estaciones de la AVAMET ubicadas en distintos barrios, vemos que en los últimos cinco años -siempre tendiendo a las fechas de la celebración-, las temperaturas máximas quedaron normalmente encuadradas entre los 27 y 30 ºC. Eso deja entrever el ambiente caluroso de los mediodías que, aunque en menor medida, también suele acompañar por la noche. Casi la totalidad de las temperaturas mínimas fueron tropicales, es decir, de 20 ºC o más.
En el observatorio oficial hemos ido más allá, revisando los registros de todo el siglo XXI, y encontramos días templados de apenas 25 ºC, pero también otros donde el viento del oeste y del sur fueron protagonistas e impulsaron las temperaturas. En el año 2016, el día 5 -correspondería a la Cremà- dejó en Valencia 34 ºC, algo que ya había pasado en 2008, cuando los días 4 y 5 albergaron máximas de 36 ºC. Con esto, la incógnita del calor queda despejada: hará bastante y sí, sobrarán cancanes y chalecos.
Septiembre es el mes de las tormentas en Valencia
Cuando el calor se entremezcla con los vaivenes del chorro polar que comentábamos antes crecen potentes nubes de tormenta, siempre que la humedad acompañe. Durante el día normalmente se quedan en las comarcas del interior, pero de cara a la noche y de madrugada a veces visitan el litoral dejando buenos chaparrones.
Si nos fijamos en las últimas dos décadas, podemos extraer que lo normal es que llueva en alguno de esos días o ninguno. En el año 2018 llovió en los días 3 y 5, pero fue un caso especial, porque además uno de los chubascos llegó engalanado por rayos, truenos y un auténtico vendaval que tumbó árboles en la capital del Turia. Algo parecido pasó en 2004, cuando otra tormenta dejó 94,3 litros por metro cuadrado en un rato avanzado el día 4 de septiembre.
No debería extrañar a los falleros que en alguna noche los rayos resten protagonismo a los fuegos artificiales. En el mes de septiembre el Golfo de Valencia, como extensión del mar Balear, se convierte en una de las zonas con mayor densidad mensual de descargas eléctricas en el país, sobre todo en la zona sur de la ciudad, en los barrios de Jesús, Quatre Carreres o els Pobles del Sud, porque en esas fechas parece que unos kilómetros sí pueden ser decisivos. Esto mismo se podría aplicar a las comarcas de la Ribera Baja y La Safor, donde también hay bastante tradición fallera.
Pese a estos datos menos halagüeños, la buena noticia es que llueve en muy pocos días y, a la vez, podríamos añadir que el carácter tormentoso de los chubascos asegura que las lluvias sean de corta duración. Si algún día se producen, no se extenderán más allá de unas pocas horas.