El Día de Todos los Santos y la transición del otoño al invierno
El Día de Todos los Santos (1 de noviembre) es una fecha señalada del calendario cristiano y también del meteorológico. El mes de noviembre es la antesala del invierno, de lo que dan fe varios refranes que aluden al día de los Santos y al tiempo invernal que comienza a asomar la cabeza.
El 1 de noviembre, festividad de Todos los Santos, es un día muy especial del calendario cristiano, que también tiene una significación meteorológica. Esa jornada se llenan los cementerios, ya que son muchas las personas que aprovechan para acompañar a sus difuntos, llevándoles flores a la tumba y rezando por ellos. En México, el Día de los Muertos es la fiesta nacional por excelencia. Los camposantos se abren de par en par, con peregrinaciones multitudinarias, tanto de día como de noche, y en todas las casas se preparan altares llenos de adornos y con la comida y bebida que le gustaba al difunto, en recuerdo de los momentos de felicidad que disfrutó en vida, acompañado de los suyos.
La repetición, todos los años, de la visita a los cementerios el día de los Santos, deja también un recuerdo meteorológico en las personas. El recuerdo más común es el del frío, ocasionalmente intenso y no pocas veces acompañado de un viento que, como se dice vulgarmente, corta la cara. Tampoco faltan en la memoria días de difuntos pasados por agua, lo que dificulta los rituales, y, también podemos guardar en nuestra memoria algún 1º de noviembre con sol y algo de calor, aunque esto no suele ser lo habitual. Este año sí que coincide este día con un veranillo, que está dejando temperaturas diurnas por encima de la media en muchos lugares de España, pero no deja de ser un capricho del devenir atmosférico.
El refranero meteorológico no deja lugar a la duda. Uno de los refranes del tiempo más conocido es el que afirma que: Por los Santos, nieve en los altos, y casi ningún año suele fallar, ya que a esas alturas del otoño es habitual que ya se haya producido alguna entrada de aire polar de cierta importancia en la Península Ibérica, responsable de dejar nieve en zonas altas de montaña. En ese sentido, la primera parte del otoño de 2020 ha sido excepcional, ya que las nevadas que se produjeron por la Cordillera Cantábrica y los Pirineos acumularon unos espesores impropios de unas fechas tan tempranas.
El refrán anterior tiene una versión larga, que dice lo siguiente: Por los Santos, nieve en los altos, y por san Andrés, nieve en los pies. El día de San Andrés es el 30 de noviembre –último del mes– y ya a esas alturas del otoño, el tiempo suele ser más invernal que otoñal, habiéndose producido alguna nevada que no únicamente ha dejado nieve en zonas altas de montaña. En cualquier caso, lo que hace algunos siglos, durante la Pequeña Edad de Hielo, era lo normal todos los otoños, casi sin excepción, en la actualidad empieza a ser la excepción a la regla. Puede coincidir un otoño muy frío y generoso en nevadas, pero el calentamiento global marca una tendencia clara a lo contrario: otoños cada vez más cálidos, en los que escasean las grandes nevadas.
Estaría incompleta la alusión al refranero y al 1 de noviembre sin comentar un tercer dicho popular, también muy conocido; ese que afirma: De los Santos a Navidad es invierno de verdad. Si bien es cierto que el mes de noviembre marca la transición entre el otoño y el invierno, y en dicho período del año, según van avanzando los días, el tiempo se va volviendo cada vez más invernal, el refrán está empezando a perder validez, debido a la suavidad creciente de los otoños, antes apuntada. Los noviembres de antaño empiezan a parecerse poco a los actuales. Muchos años, la ropa de abrigo no empezamos a usarla a diario hasta bien entrado el mes de diciembre, e incluso algunos años el frío navideño está siendo descafeinado.
Hay factores como la progresiva reducción de las horas de sol según vamos acercándonos al solsticio de invierno, que no han variado con el cambio climático, y que hacen que las temperaturas sean habitualmente más bajas en noviembre que en octubre y, a su vez, en diciembre que en noviembre, pero el calentamiento global se está encargando, cada vez de forma más evidente, de suavizar los otoños, evitando que bajen en exceso las temperaturas, salvo cuando acontecen episodios de frío extremo –entradas de aire frío de origen polar–, que se pueden producir, pero con mucha menor frecuencia que antaño, en que en el mes de noviembre comenzaban a encadenarse.