El Atlántico prepara una temporada de huracanes intensa. ¿Y si el fenómeno de El Niño no lo remedia?
La temperatura del océano Atlántico registra temperaturas de récord en estas alturas del año, lo que vaticina una temporada de huracanes intensa y sensiblemente peligrosa.
Es una realidad que el aumento de la temperatura superficial del Atlántico favorece la formación de huracanes y sobre todo su virulencia, es decir cuanto más alta está la temperatura más potencial de crecimiento tiene este fenómeno meteorológico.
Atendiendo a la virulencia de los huracanes, nos encontramos ante distintas categorías Saffir-Simpson: categoría 1 cuando los vientos sostenidos son de entre 119 y 153 km/h; en la categoría 2 alcanzan al menos 154 y llegan a 177 km/h; la categoría 3 supone vientos de entre 178 y 209 km/h; en la categoría 4 ya superan los 210 y encuentran su límite en 249 km/h; y, por último, la categoría 5 atiende a un vendaval destructivo de más de 250 km/h.
¿Influye El Niño?
A un mes del comienzo de la temporada de huracanes, el océano Atlántico está que arde, mostrando en su superficie temperaturas hasta 3 ºC por encima de lo normal en su sector tropical, y la llegada del ENSO hace dudar ante la inminente temporada de huracanes.
A grandes rasgos y como norma genérica, el fenómeno El Niño hace incrementar la temperatura del océano Pacífico y, como consecuencia, se produce una cizalladura vertical de viento que refresca el agua y reduce el crecimiento de huracanes en el Atlántico.
Diferencia de velocidad o de dirección de viento entre dos puntos de la atmósfera. Puede ser vertical y horizontal, dependiendo de cómo se haga la observación en el plano. Ambas causan muchos problemas en aterrizajes y despegues de los aviones.
En contraposición, en el océano Pacífico ese incremento de la temperatura potencia que la temporada de huracanes sea mayor a causa de esa cizalladura menor.
¿Por qué se enfría el Atlántico?
Las altas presiones se instauran con más fuerza por lo que, en superficie, el viento es mucho más fuerte y persistente, lo que favorece a que el agua superficial "más caliente" sea reemplazada por agua mucho más profunda y fría.
Un huracán necesita para su óptimo desarrollo, una temperatura superior a 26 ºC o lo que es lo mismo que no baje la temperatura del agua superficial de los 80 ºC Fahrenheit.
Una temporada ajetreada
Si al final El Niño no llega o al menos no afecta lo suficiente, las temperaturas del Atlántico no bajarán tanto como se esperaba en las previsiones preliminares y los ciclones tropicales encontrarán un contexto ideal para prosperar. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) publicó un listado con los nombres de los huracanes para esta temporada 2023 hace más de un mes. Deberían ser suficientes.
Cuando un huracán ha provocado un gran impacto sobre un territorio, cualquier país afectado por dicha tormenta puede solicitar que ese nombre se retire previo acuerdo con la OMM, quedándose en los registros históricos y sustituyéndose por una del mismo género.