Nuestros embalses "hacen tablas” tras un mayo abrasador
Aún con pocos días de lluvias, mal repartidos, con calor sofocante e incluso con calima, no se consigue que la reserva de agua baje estrepitosamente durante este mes tan anómalo en el aspecto meteorológico. ¿Punto de inflexión en la actual sequía?
Al preparar este artículo traía en la cabeza una regla aritmética que parece inquebrantable, eso de “2 + 2 = 4”... pues parece que no. Como decía la canción de hace unos años “aunque parezca mentira”, nuestras reservas de agua apenas han sufrido variaciones pese a lo anómalo de la situación meteorológica vivida durante todo este tórrido mayo.
Un comienzo muy inestable de mayo que dio paso al calor anómalo
Podríamos hablar de dos períodos relativamente importantes de lluvias, desgraciadamente muy puntuales y que no han regado a toda la Península, con algunas cuencas que siguen estando en una situación alarmante. Tanto por su duración, como por la acumulación de agua precipitada, el más importante es el que sucedió entre los días 2 y 5. En este mes y para observatorios principales, la máxima cantidad de agua recogida hasta el día 30 son los más de 200 l/m2 de València-Viveros y los 154,6 l/m2 del observatorio del aeropuerto de Manises, que supone casi el 400% de lo habitual en este mes.
Por el contrario, en otras muchas zonas peninsulares el mínimo de precipitación no ha alcanzado el 20%, e incluso en puntos del suroeste de la Península no ha llovido prácticamente. Con todas estas particularidades, podemos considerar, este mes como muy seco en el conjunto de las regiones peninsulares.
De las temperaturas ya ni hablamos. La persistencia del calor anómalo de las últimas semanas ha llevado a superar en más de 2,5 ºC la temperatura media de este mes. Las rachas de viento nuevamente están siendo una variable importante, sobre todo por su duración. El otro factor a tener en cuenta es la humedad relativa, que durante este mes se la puede considerar muy baja.
Por tanto, de las principales condiciones meteorológicas para la evaporación, todas estarían siendo desfavorables para nuestros embalses.
Con pocas variaciones en el agua embalsada
Como hemos visto anteriormente, este mes ha tenido un par de momentos importantes de precipitaciones, afectando durante los primeros días al sureste peninsular y, posteriormente, a la parte septentrional y al nordeste. Las importantes nevadas en los sistemas montañosos de finales de abril nos han proporcionado agua de deshielo, que ha ayudado a paliar, en parte, la escasez de precipitaciones.
Los embalses que más se deberían haber beneficiado de estas situaciones de precipitaciones serían los de las cuencas del sur y del este. La que más ha aumentado, es la Mediterránea andaluza, con una subida ligeramente superior al 7%.
Todo ha jugado en nuestra contra
Como sabemos, el problema de los grandes almacenamientos de agua es la pérdida por evaporación. Los factores que más influyen en ella son la temperatura, el viento y la radiación solar. Por lo que nos encontramos que en este mes de mayo todas han sido negativas, sobre todo las temperaturas, en especial las máximas y las horas de sol, que con la falta de nubosidad han visto amplificadas su poder de evaporación.
Mantenemos la vigilancia en varios pantanos que el factor humano ha alterado su evolución, sufriendo grandes desembalses durante el verano, principalmente en las cuencas del Duero y del Ebro. Los escogidos, como ya saben mis lectores habituales son, respectivamente, el de Ricobayo en Zamora, que fue vaciado hasta el 11% (recuperado hasta el 39% en la actualidad), y el de Mediano, en Huesca, que lo dejaron a un 17%, estando en estos momentos al 57% de su capacidad. Entre un 34 y un 30% menos que su media de los últimos diez años.
La escasez de las precipitaciones en casi todas las comarcas peninsulares, con la excepción del este-sureste, hace que la mayoría de las cuencas hayan tenido un descenso del agua embalsada, destacando en este caso la del País Vasco interna, con una caída de casi el 10%.
No hemos perdido gran cosa, pero ahora llega el verano
Los vaivenes característicos de la primavera no han sido tan extendidos como en otras ocasiones, siendo este mes bastante estable y muy caluroso, como el período vivido entre el 16 y el 23 en la mayoría de las regiones, al que siguió una pequeña irrupción fría, con algunas heladas, incluso en tierras llanas de ambas mesetas.
La escasez de precipitaciones nos vuelve a acercar al problema de la sequía en buena parte del país, que quizás no se había ido. Durante este mes hemos perdido un escasísimo 0,05% en el agua embalsada, que en estos momentos está al 49,55%, un 10% inferior a la misma fecha del año pasado, y nos encontramos un 20% por debajo de la media de los diez últimos años.
En situación atmosférica normal, la meteorología en las últimas semanas de la primavera cada vez debería ser menos activa y los temporales atlánticos tendrían que dejar de visitarnos, excepto el paso rápido de algunos frentes por la parte más septentrional, por lo que las cuencas meridionales deberían continuar sufriendo. En estos momentos las cuencas del Guadiana y Guadalquivir son las que están peor, encontrándose a un 31,2% de su capacidad. La del Guadalquivir es la más alejada de su media de 10 años, estando por debajo algo más de un 35%.