Sequías extremas que "revientan" en un sinfín de lluvia, precedentes
Hace unas horas se han registrado lluvias de récord en el este, capaces de cambiar el balance pluviométrico de unos meses en pocas horas. ¿Qué es lo que hace falta para que acabe la sequía en otras zonas de España? ¿Estamos ante un cambio de tendencia? Te lo contamos.
A principios de semana en Meteored anunciamos la llegada de una borrasca sin precedentes en lo que llevamos de año en España, debido a la persistencia del bloqueo anticiclónico. Se ha cumplido por un doble motivo: por primera vez las precipitaciones han sido generales en la Península en este 2022, y porque se han batido récords de precipitación horaria en la provincia de Alicante, algo que en un principio los modelos no contemplaban.
Un (nuevo) aguacero torrencial de récord en el litoral mediterráneo
Durante la madrugada de ayer, el observatorio de AEMET del aeropuerto de Alicante-Elche registró una precipitación horaria de 101 l/m2... ¡en una hora! Este registro supone un récord en el aeropuerto no solo para marzo, sino desde que se empezaron a tomar mediciones. El aire húmedo canalizado por la borrasca y las convergencias en superficie hicieron de las suyas, generando un núcleo muy estático y local.
Fue un aguacero torrencial más típico del otoño, que estuvo muy localizado, por lo que se alió la suerte para que justo ahí hubiera un pluviómetro. Seguramente habrá sucedido eventos similares en otras zonas de la vertiente mediterránea, pero sin ser registrados por la ausencia de un punto de medición. No obstante, en los últimos años se están sucediendo los récords de lluvia horaria, diaria y mensual en meses fuera del otoño en esas tierras.
Las precipitaciones seguirán en los próximos días en el este y Baleares, donde el déficit de lluvias no es tan acusado como en otras zonas del país. Incluso en algunas comarcas de la provincia de Alicante y parte de la Región de Murcia arrastran un importante superávit pluviométrico en los últimos 12-36 meses, siendo uno de los pocos casos en la Península, por lo que podríamos decir que realmente no han llegado a entrar en sequía pluviométrica.
La esperanza de que en marzo suceda algo parecido a 2018
En buena parte del centro y de la mitad occidental peninsular la sequía sigue siendo muy preocupante, tras un invierno extremadamente seco. Para compensar el gran déficit de lluvias, tendrían que sucederse durante semanas el paso de borrascas atlánticas a latitudes más bajas que durante el invierno, o que los ábregos salgan al rescate. Si no aparecen, cuanto más avance la primavera será más complicado, ya que las borrascas o los ábregos suelen dar paso a las vaguadas o DANAs, con precipitaciones más localizadas e irregulares.
¿Hay algún precedente cercano? En 2018 el centro y el oeste peninsular también arrastraban una sequía que empezaba a ser bastante seria, y el invierno fue nefasto. Sin embargo, llegaron los ábregos y los ponientes, y prácticamente no dejó de llover durante semanas en buena parte del país, batiéndose récords de lluvia. Según nuestro modelo de referencia, el HRES-IFS del ECMWF, a medio y largo plazo el anticiclón podría migrar hacia Escandinavia, por lo se abriría la puerta a otros escenarios que podrían ser más favorables para que las lluvias rieguen la Península.
En el Mediterráneo las sequías se rompen a lo grande
El Mediterráneo es otra historia. Una de las principales características de su clima es la alternancia de extremos pluviométricos (sequías e inundaciones). Resulta muy complicado establecer el comienzo de una sequía pero no tanto su final en la vertiente mediterránea, ya que se suelen romper abruptamente con una gran situación de lluvias torrenciales, o con dos o tres de ellas separadas por pocas semanas, como sucedió en el invierno 2016-2017. Y es que en la vertiente mediterránea un solo temporal es capaz de cambiar el balance pluviométrico.
El caso más complejo es el de Canarias, situada en latitudes subtropicales, que puede verse afectada tanto por borrascas y frentes como por DANAs o sistemas (sub)tropicales.
Está cambiando la forma de llover, ¿qué consecuencias podría tener?
En los últimos años parece que existe una disminución de esos temporales que eran un sinfín de lluvia de semanas, asociada al paso continuo de borrascas atlánticas o a los ábregos, y que en cambio están aumentando los episodios de aguaceros intensos e irregulares asociados a descuelgues de aire frío en altura (vaguadas o DANAs).
Las precipitaciones tienden a la baja en el interior y oeste peninsular debido precisamente a esto, ya que por estas regiones dependen sobre todo de las lluvias atlánticas. En cambio, algunos sectores del litoral mediterráneo podrían beneficiarse de esta nueva realidad climática, y producirse incrementos en la precipitación anual.
Este escenario plantea numerosas hipótesis. Si las precipitaciones son cada vez más concentradas, espaciadas en el tiempo e irregulares, muchas especies vegetales se verán sometidas a un importante estrés hídrico, y además se acentuará el problema de la erosión del suelo, y en definitiva, de la desertificación. Sin olvidar la reducción de los caudales en las cabeceras de los principales ríos. Y las preguntas más importantes: ¿estamos adaptados a esta probable nueva realidad? y ¿contamos con las infraestructuras adecuadas? Ya son muchos los avisos en los últimos años.