Senderismo entre paisajes que flotan en el oriente de Asturias
Adéntrate en un mundo donde la gravedad desafía la lógica y la naturaleza baila en una danza sublime. Descubre la costa oriental de Asturias, donde todo parece flotar en un reino único.
Parece que todo está suspendido. Como si la naturaleza, y también la construcción humana, ignorasen a la gravedad. Una aldea de Amieva colgada de una ladera; un hórreo antiguo que pervive con un equilibrio imposible. Un acantilado en Llanes que parece moverse según desde dónde lo mires. El senderismo por la costa oriental asturiana obliga a recordarte, a cada paso, que mantienes los pies en el suelo, porque cuanto te rodea, sea mar, montaña o bosque, de alguna forma inefable, flota.
Quizá por esa sensación, que solo puede apreciarse con la serenidad de un paseo, los concejos de Ribadedeva, Llanes, Ribadesella, Caravia, las Peñamelleras o Colunga nunca cansan, siempre sorprenden, siempre regresas. Rutas tranquilas de familia, a pie de ola y a vista de pájaro, y rutas exigentes para cansar con felicidad el cuerpo adentrándote en paisajes interiores más agrestes.
Senderismo de altura y a nivel del mar
El folleto turístico señala el Picu Urriellu (o Naranjo de Bulnes), la Montaña de Covadonga como Primer Parque Nacional de España, la Cueva de Tito Bustillo en Ribadesella con sus abrumadoras pinturas y grabados prehistóricos, el descenso en piragua en Arriondas y Piloña, la cultura indiana de Colombres, el origen histórico del reino astur en Cangas de Onís y, por supuesto, los Picos de Europa.
Pero junto a esos hitos, que congregan siglos y ofrecen ocios distintos, el Oriente invita cada día a calzarse botas y mochila. A encontrar la profundidad rural detrás de las ubicaciones. Aprovechar el Camino de Santiago para recorrer el Arenal de Morís y llegar al yacimiento jurásico de la playa de la Griega, en Colunga. Arrimarse al río Cares y, por su escarpada ribera, transitar las Peñamelleras, tierra de miel y salmones.
Enlazar las playas de San Antolín, Celorio, Pendueles; los acantilados de Pimiango, los bufones de Pría y su gemido marino. Verás una y otra vez que todo flota, incluso tú, suspendido desde la altura o abocado a un cauce cristalino que te devuelve el reflejo. En Cabrales, Onís y Parres encontrarás rutas alejadas de la costa, pero impregnadas de bosque, pueblos singulares y monte.
Ese magnetismo lo comparten las praderas y las cumbres calizas del Parque Natural de Ponga, con arroyos que te empujarán a parar y darte un baño de los que ya no recuerdas.
Explora la libertad en el oriente asturiano también desde su gastronomía
Cuando el hambre te asalte, lánzate a la ruta del Gamonéu, cuyo sabor no se entiende por completo hasta que has sudado en los Picos de Europa, hasta que sus montañas han mareado con una majestuosidad que no consigue ninguna fotografía, hasta que conoces sus cuevas. Acaba en Benia y regálate una buena comida con producto local.
El senderista es lo contrario del vulgar turista: no tiene destino, sino dirección. Entiende el paseo dejando que el azar decida. Como un explorador, o un pastor. Y en la ingrávida costa oriental asturiana, además, las flechas no apuntan, solo sugieren: "Busca, encuentra, camina".