Se prevé un gran gradiente térmico en el Atlántico. ¿Podrían llegar muchas borrascas este invierno?
El Atlántico sigue presentando importantes anomalías térmicas en su sector central y occidental, coincidiendo además con una fase de El Niño. ¿Podríamos tener en España un invierno muy borrascoso?
La temperatura de la superficie del océano a nivel global está muy por encima de los valores normales de las últimas décadas. Tal es así que en desde hace varios meses se están registrando valores inéditos de temperatura superficial del océano, y además con tendencia a incrementarse en las últimas semanas.
Por otra parte, el fenómeno de El Niño, una oscilación climática natural de la temperatura de la superficie del Pacífico, está contribuyendo a potenciar esas anomalías. Se espera por tanto que esta situación tan extraordinaria se mantenga durante los próximos meses.
El Atlántico no está siendo una excepción, siendo su sector central y septentrional una de las zonas del planeta con las anomalías más marcadas. Esto está teniendo muchas consecuencias a nivel meteorológico aún por estudiar como consecuencia del aumento de evaporación y agua precipitable de la atmósfera.
Un detalle llamativo, por ejemplo, es la temporada de huracanes, que suele tener una actividad por debajo de la media durante eventos de El Niño y que, sin embargo, este año está siendo tan activa que podría agotarse la lista de nombres por tercera vez en la historia del Centro Nacional de Huracanes.
Sin embargo, estas anomalías de temperatura no son iguales en todas partes y eso complica mucho la predicción de la evolución de patrones meteorológicos durante el invierno así como de los propios asociados a El Niño.
Si en Europa ya es difícil de por sí establecer una relación entre El Niño y unos patrones meteorológicos y climáticos concretos, más aún lo será con estas condiciones. De momento, está previsto que las anomalías cálidas sean bastante más intensas en el Atlántico subtropical y oriental que latitudes medias. Y eso puede tener consecuencias que nos afecten directamente.
¿Más borrascas en Europa?
Esta distribución de anomalías térmicas podría aumentar el gradiente de temperatura en el Atlántico central e incrementar la inestabilidad baroclina en nuestras latitudes. Este tipo de patrones suelen incrementar la intensidad y frecuencia de las borrascas de latitudes medias así como permitir que puedan circular algo más al sur de lo habitual.
Con estas anomalías a priori cabría esperar circulaciones intensas del oeste, templadas y húmedas, con precipitaciones más abundantes en la fachada atlántica.
Como consecuencia, en la península ibérica podríamos quedar más expuestos a circulaciones intensas del oeste o suroeste que por lo general suelen ser templadas y húmedas en toda la fachada atlántica europea.
El chorro se ondula la segunda quincena de noviembre
Por ahora, sin embargo, la situación prevista a plazos medios no coincide en absoluto con este patrón esperable. Al contrario, el chorro se ondula y debilita facilitando el ascenso y descenso de masas de aire lejos de su latitud de origen, por lo que habrá que esperar para observar un patrón de circulación zonal intensa y de baja latitud.
Con la situación prevista, noviembre podría continuar con anomalías de temperatura importantes en el continente, tanto cálidas como frías, precisamente como consecuencia de esa migración de masas de aire a otras latitudes.
En la península ibérica se asentará inicialmente una potente dorsal anticiclónica que garantizará una cierta estabilidad pero cuyo desplazamiento podría dar lugar a situaciones muy variadas de temperatura y precipitaciones que habrá que seguir con atención, empezando por un episodio de altas temperaturas en la próxima semana que podría ser muy significativo para un mes de noviembre.