¿Se contagia el coronavirus en la piscina? ¿Mucho calor para correr?
Durante los próximos días recibiremos la primera entrada cálida significativa de la temporada, coincidiendo con la desescalada por coronavirus. Esto va a modificar nuestra rutina y hay dos cosas que nos preocupan: los chapuzones en las piscinas y hacer deporte.
Está a punto de empezar un episodio de calor un tanto anómalo que llega justo con las primeras concesiones por la desescalada del coronavirus. Los valores de temperatura que se registrarán durante esta entrada cálida pasarían desapercibidos en pleno verano, siendo muy similares a los promedios de temperatura de julio y agosto, pero llamarán mucho nuestra atención durante los primeros días de mayo, con anomalías de temperatura superiores a los 10 ºC para esta época del año en numerosas zonas del territorio peninsular.
Esta dicotomía está despertando un par de temas espinosos. Con este calor, ¿es aconsejable hacer ejercicio? Y si nos pegamos un chapuzón, ¿asumimos más riesgos frente al Covid-19?
Actividad física y calor
El cuerpo humano no tolera cambios importantes de temperatura, por ello consta de mecanismos de regulación que la mantienen estable. Cuando la temperatura ambiente se aproxima o supera la cifra de los 30ºC, un valor que estos próximos días aparecerá en amplias zonas de la mitad sur peninsular, es necesario disipar el calor sobrante. Este proceso lo realizamos de una forma aparentemente simple pero eficaz: la sudoración.
Por esta razón que siempre se recomienda evitar las actividades físicas más exigentes llegado el mediodía. Las horas propuestas para hacer deporte (entre las 06 y 10 horas, así como de 20 a 23 horas) serán las óptimas para evitar los valores más altos.
Una elevada humedad también impide la evaporación del sudor y la disipación de calor, por lo que es un parámetro que debemos tener en cuenta en zonas húmedas. De ahí que sea importante consultar el índice de calor o sensación térmica derivada de la humedad.
El coronavirus y las piscinas
Al entrar en una estación más cálida también se generaliza la práctica de otras actividades. Actualmente el foco está puesto en las piscinas y la peligrosidad que pueden suponer a la hora de transmitir un virus como el actual. Lo cierto es que si la piscina está debidamente tratada, no debemos preocuparnos por el agua. El hipoclorito sódico (lo que comunmente llamamos "cloro") es un desinfectante ampliamente utilizado que impide la supervivencia del virus en el agua así como la de otros microorganismos.
En el caso del cloro, el funcionamiento de desinfección no es tan directo como por ejemplo el del jabón, que actúa directamente sobre la membrana del virus (bicapa lipídica). De hecho su mecanismo de acción es bastante menos conocido, si bien se sabe que actúa como un potente oxidante y que es capaz de desnaturalizar las proteínas, destruyendo el virus e inhibiendo las reacciones enzimáticas de otros microorganismos.
No obstante, eso no nos exime de actuar con responsabilidad y no bajar la guardia durante la temporada estival. Aunque el agua tratada es segura, las aglomeraciones de gente que pueden darse en las piscinas así como los objetos de uso común pueden continuar sirviendo de mecanismo de contagio.