¿Sabías que en España se puede ver casi una aurora boreal al año? Repasamos las más destacables en los últimos siglos
Una potente tormenta geomagnética ha dado lugar a auroras polares en España y en otros muchos lugares del mundo. Ya ha ocurrido otras veces. La última similar durante la Guerra Civil, en 1938.
Desde la noche del pasado viernes, 10 de mayo, es el asunto más comentado en el mundillo de la Meteorología, Astronomía y Fotografía. Miles de imágenes y videos de auroras polares circulan por las redes sociales. Se han producido avistamientos por todo el mundo, en latitudes altas, medias y subtropicales. La NOAA ya advirtió el viernes, que se habían producido cinco eyecciones en la corona solar, que se dirigían a toda velocidad hacia la Tierra y que darían lugar a una tormenta geomagnética extraordinaria.
Al caer la noche del pasado viernes en España empezaron a observarse donde el cielo estaba despajado colores rosáceos y violetas, que en determinados momentos de la noche y la madrugada fueron ganando en intensidad, convirtiéndose en un bonito espectáculo celeste. Para la mayoría de los observadores fue algo insólito, que no habían visto nunca. No ocurría algo parecido en España desde la aurora boreal que surcó los cielos durante la Guerra Civil, en enero de 1938, a la que luego dedicaremos unas líneas.
Inventario de avistamientos
Aunque lo normal es que las auroras polares, boreales en el hemisferio norte y australes en el sur, como su propio nombre indica, se observen en las cercanías de los polos, ocasionalmente se producen tormentas geomagnéticas más intensas que las expanden hacia latitudes más bajas. Rara vez por debajo de los 45º, de ahí el carácter excepcional de este episodio, en el que se han llegado a ver desde Canarias o Florida.
Históricamente, hay una larga lista de auroras boreales documentadas en España, a pesar de la rareza del fenómeno luminiscente en nuestras latitudes. Se han llevado a cabo algunos estudios notables de recopilación de estos eventos, a partir de documentos en los que ha quedado constancia escrita de dicha circunstancia. El modus operandi es similar al empleado en climatología histórica.
El físico, médico y uno de los primeros estudiosos de la meteorología en España, Manuel Rico y Sinobas (1819-1898), publicó un interesante trabajo recopilatorio sobre las auroras boreales observadas a lo largo del siglo XVIII y parte del XIX. El trabajo vio la luz en 1855, en las Memorias de la Real Academia de Ciencias. Recoge algo más de 30 avistamientos en el citado periodo.
En épocas más recientes, se han publicado más trabajos de recopilación igualmente meritorios. Ocupa un lugar destacado un artículo de 2010, llevado a cabo por Enric Aragonès Valls y Jorge Orgaz Gargallo, en el que se ofrece un completo catálogo de todas las auroras boreales vistas en la Península, Baleares y Canarias durante el siglo XVIII, que reúne nada menos que 80 avistamientos.
El anterior dato (para ese siglo en particular), nos lleva a una media de 0,8 auroras al año en España, o casi una aurora al año, que es un dato que quizás le sorprenda, ya que se tiende a pensar en una frecuencia bastante menor. Al incluir a Canarias (en el ámbito subtropical), baja la media con respecto al extremo norte peninsular, donde hay algo más de un avistamiento de media anual, aunque la nubosidad impide con frecuencia la observación.
La aurora de la Guerra Civil
Si avanzamos hasta el siglo XX, hay una aurora boreal que destaca por encima de las demás, comparable a la que hemos observado ahora. Se vio en plena Guerra Civil, la noche del 25 y la madrugada del 26 de enero de 1938. Por espacio de siete horas, los cielos nocturnos se tiñeron de un color rojo intenso. Sabemos que esta tonalidad es el resultado de la interacción de las partículas eléctricas altamente energéticas procedentes del sol con átomos de oxígeno presentes a unos 250 km de altitud.
En plena contienda militar, aquellas tonalidades rojizas en el cielo atemorizaron a la población, ya que muchas personas pensaron que eran debidas a la caída de bombas en la lejanía. En otros países de Europa donde también se vio esa aurora roja, pensaron que eran incendios. Es fácil ponernos en situación y comprender la angustia al observar un fenómeno de esa naturaleza, tan poco habitual.
Los astrónomos de la época transmitieron mensajes tranquilizadores a la población, ante el desconcierto colectivo. Luis Rodés (el padre Rodés), por entonces director del Observatorio del Ebro, en Tortosa, fue uno de ellos. En un excelente artículo que el periodista y escritor Vicente Aupí, dedicó a este episodio (¿Dónde está el fuego?: La aurora boreal que aterrorizó a España en plena guerra Civil), publicado en el diario El País el 18 de agosto de 2019, hace referencia a este astrónomo, reproduciendo la descripción de la observación de la aurora que dejó escrita en su diario.
Estos días, miles de personas, no solo en España sino por todos los rincones del mundo, han vivido una experiencia similar a la del padre Rodés. Ambas tormentas geomagnéticas han tenido una magnitud comparable. Aunque ahora el sol se encamina hacia un máximo de actividad, será difícil que se repita un evento parecido a corto plazo.