Renace el vórtice polar estratosférico, ¿en qué afecta a España?
La circulación en latitudes medias y polares empieza a restablecerse tras el mínimo estival. El gradiente de temperatura entre el Ártico y latitudes bajas se incrementa progresivamente: ¿cómo puede afectar esto a España?
El otoño meteorológico comenzó este pasado 1 de septiembre, pese a que para el astronómico todavía faltan 3 semanas. Uno de los motivos para considerar el mes completo de septiembre como un mes otoñal y no estival, al menos meteorológicamente hablando, es precisamente por los cambios en la dinámica atmosférica que se dan a lo largo de todo el mes y que en algunos casos son apreciables desde los últimos días de agosto.
Aunque el sol sigue brillando en el Ártico, sólo faltan unas semanas para que se oculte en el horizonte y deje toda la región sumida en una noche constante. Esto significa que actualmente se encuentra muy bajo y la radiación absorbida ha disminuido notablemente. Desde hace unos días, el balance radiativo vuelve a ser negativo y el Ártico pierde más calor del que gana, por lo que su temperatura empieza a disminuir.
El descenso ya es bastante apreciable sobre masas continentales y de hielo, como es el caso de Groenlandia, donde las temperaturas ya caen por debajo de los -20 ºC de forma ininterrumpida en una zona relativamente extensa. En el océano, por su mayor inercia térmica, todavía pasará un poco de tiempo antes de que se vuelva tan apreciable.
Lo que sí es evidente es que este incipiente enfriamiento empieza a tener consecuencias en la atmósfera de todo el hemisferio norte y en consecuencia en nuestro continente.
El vórtice polar arranca de nuevo
Uno de los primeros indicios del cambio en la dinámica atmosférica global se puede apreciar en la circulación de vientos circumpolares. En los niveles más altos, la estratosfera también se enfría a gran velocidad cuando el sol deja de incidir, aumentando drásticamente el gradiente de temperatura entre el polo y las latitudes medias y bajas, por lo que el viento se acelera. La circulación débil e irregular típica del verano toca a su fin, y empieza a desarrollarse el vórtice polar invernal, mucho más fuerte y estable.
En niveles más bajos, en la troposfera, sucede algo parecido a menor escala. Con el progresivo descenso térmico del Ártico, el chorro polar empieza a intensificarse para posteriormente empezar a bajar de latitud. El frente polar empieza a aumentar su gradiente térmico y las borrascas poco a poco van ganando intensidad y afectando a latitudes más bajas.
Este cambio ya es perceptible en Islandia y la península escandinava, donde ya están generando borrascas otoñales más desarrolladas y frecuentes.
Las consecuencias en España
Por ahora, es sólo el norte de Europa la zona afectada por las primeras masas de aire frío en expansión, manteniéndose las temperaturas estivales en el interior y sur de España, aunque más suaves que durante la canícula. Con el paso de las semanas, los desalojos de aire frío irán afectando a zonas más meridionales.
Esto dependerá mucho de la configuración del vórtice polar a lo largo del otoño, mientras que un vórtice polar fuerte dificultará la migración de masas de aire frío muy al sur, un vórtice débil facilitará que sí lo hagan, con consecuencias importantes en nuestras latitudes.
De momento, se está apreciando una tendencia a discurrir danas y vaguadas por latitudes más bajas a lo que se suma las extraordinarias temperaturas a las que se encuentran los mares y océanos que rodean nuestro país, y que constituirán un aporte energético importante para los sistemas convectivos. Esto nos obligará a fijar la atención durante este mes de septiembre en las tormentas y los episodios de precipitaciones intensas.