¿Quedan playas salvajes en España? Las cuatro playas paradisíacas que aún puedes visitar casi en solitario
Aún existen remansos de paz en la costa española. Por su especial aislamiento, su situación remota o porque conservan intactos sus valores naturales y paisajísticos, estas playas sobreviven al bullicio turístico y resisten como verdaderas joyas naturales vírgenes.
En España aún podemos encontrar playas salvajes y casi desiertas que ofrecen una experiencia única para aquellos que buscan alejarse del mundanal ruido y reconectar consigo mismos y con la naturaleza.
Lugares alejados de las zonas turísticas más concurridas, que conservan intacto su encanto virgen y transportan al viajero a ese remanso de paz que solo pueden ofrecer los entornos naturales poco transitados.
4 playas salvajes para disfrutar de la naturaleza
Te invitamos a pasear por cuatro enclaves donde disfrutar de la belleza de la costa española en su estado más puro.
Cofete, Canarias
No es fácil llegar a la playa de Cofete, en la península de Jandía, al sur de Fuerteventura. Y eso es, precisamente, lo que hace que siga siendo un lugar mágico. Se trata de uno de los tesoros naturales más sobrecogedores de las Islas Canarias: arenas doradas que se extienden a lo largo de 12 kilómetros, entre el islote de las Siete Viudas y el roque del Morro.
La playa de Cofete, es ventosa, de fuerte oleaje y virgen. Está alejada de la civilización y no tiene ningún tipo de servicio. También esconde un secreto: un singular cementerio construido en el siglo XIX por los lugareños como alternativa a trasladar a los difuntos en dromedario hasta la iglesia de Pájara, a 40 kilómetros.
Pero, sin duda, el majestuoso paisaje que la rodea es lo que deja sin aliento. Las paredes de roca volcánica y minerales de la cadena montañosa del Parque Natural de Jandía, que se elevan hasta los 800 metros antes de caer en picado hasta el mar, hacen sentirse en otro planeta.
Playa del silencio, Asturias
Situada en la localidad de Castañeras, en el concejo de Cudillero, en Asturias, encontramos una de las playas más bellas del norte del país, cuyo difícil acceso ha conseguido, hasta el momento, salvaguardar su idiosincrasia.
También conocida como Gavieiru, la playa, de cantos rodados y agua cristalina, se encuentra al abrigo de una concha de acantilados e islotes que aplacan la fuerza del Cantábrico y a la que se accede por un camino de 500 metros y unas empinadas escaleras.
En bajamar, la playa del Silencio da paso a la pequeña cala de El Riego, un arenal situado entre la isla de Sarna, al oeste, y Punta Gayuelos, al este. El indudable valor paisajístico que ofrece la geología de la zona se completa con unas condiciones inigualables para la práctica del buceo.
Cala Blanca, Región de Murcia
El municipio de Lorca cuenta con 11 kilómetros de costa virgen en el entorno del inexplicablemente desprotegido Parque Regional de Calnegre y Cabo Cope, que se resiste a la urbanización masiva que ha tenido lugar en la costa mediterránea.
El litoral lorquino está poblado de pequeñas calas donde el Mediterráneo se exhibe, salvaje, en su máximo esplendor. Entre ellas se encuentra Cala Blanca, a la que se accede por un sendero natural. La pequeña playa tiene 75 m de largo y una anchura media de 35 m, y es de arena gruesa, grava y bolos.
Esta solitaria cala está bordeada por una enorme pared caliza horadada por pequeñas cuevas donde anidan golondrinas y palomas. El sonido de las olas, los cantos rodados y el canto de los pájaros, reverberan hasta hacernos sentir en comunión con la naturaleza.
Playa de Caolín, Galicia
Esta pequeña playa de unos 190 m de largo y diez de ancho se encuentra en las inmediaciones del municipio lucense de O Vicedo, en Galicia. No tiene aparcamiento y su acceso se realiza a través de un sendero entre el bosque.
Ubicada en el interior de la ría, apenas tiene oleaje y la temperatura del agua es un poco más cálida que la del Cantábrico abierto.
La playa debe su nombre a la arcilla de caolín, un mineral blanco que procede de la descomposición de las rocas de feldespato y que es empleado en la fabricación de cerámicas. Durante décadas, junto a esta playa existió un lavadero de este material.
Caolín ofrece una estampa verdaderamente tropical: aguas turquesas, arena blanca y finísima, y un entorno verde. Incluso en los meses de estío, está muy poco frecuentada, lo que la convierte en un verdadero remanso de tranquilidad.