Qué sube más la glucosa en sangre, ¿el azúcar o la miel?
El azúcar es malo venga de donde venga. Odiamos los refinados. Te pongas como te pongas, la miel es azúcar pese a su reputación como "regalo de la naturaleza". Pura poesía, ¿verdad? Vamos a verlo con datos en la mano.
Cuando hablamos de azúcar y de miel, lo que realmente nos importa es cómo afectan a nuestra glucosa en sangre, ¿verdad? Pues agárrate, porque tanto el azúcar como la miel están hechas principalmente de lo mismo: ¡sacarosa!
Esa palabreja que suena a nombre de villana de Disney es el componente mayoritario en ambos casos. La sacarosa es un disacárido (dos-azúcares) compuesto por una molécula de glucosa y una de fructosa, así que cuando ingerimos azúcar o miel lo que estamos metiendo en nuestro cuerpo son estas dos sustancias que, en cuestión de segundos, se van a descomponer y a pasar a nuestro torrente sanguíneo.
La carga glucémica: el verdadero enemigo
Para entender qué sube más la glucosa en sangre, debemos hablar del índice glucémico (IG) y la carga glucémica.
El índice glucémico mide la rapidez con la que un alimento eleva la glucosa en la sangre. El azúcar tiene un índice glucémico de 65, mientras que la miel ronda entre el 58 y el 60. ¡Vaya, vaya!
Aparentemente, la miel parece tener un IG algo más bajo, lo que podría hacer que suba un poquito menos la glucosa en sangre. Pero no nos volvamos locos todavía, que la historia no termina aquí.
La carga glucémica tiene en cuenta no solo la rapidez, sino la cantidad de azúcares en una porción estándar. Así que, si nos fijamos en una cucharada de azúcar y en una de miel, la carga glucémica es prácticamente la misma, porque la miel contiene agua, pero en la práctica estamos consumiendo una cantidad similar de azúcares.
El “cuento” de los nutrientes en la miel
Vamos con otro de los argumentos estrella de la miel: que tiene nutrientes. Que si tiene minerales, que si contiene antioxidantes, que si hay hasta un estudio que dice que es buena para la tos. Y es verdad, pero, como siempre, hay un gran 'pero'.
La cantidad de vitaminas y minerales que obtenemos de la miel es tan insignificante que tendrías que comer cantidades industriales para notar algún beneficio y entonces ya no compensa por la cantidad de azúcar.
La subida de glucosa: ¿quién gana?
Retomemos a lo que habíamos venido ¿qué sube más la glucosa en sangre? Técnicamente, el azúcar puede subir la glucosa un poquito más rápido debido a su índice glucémico, pero la diferencia con la miel es prácticamente insignificante.
La miel tiene un poco más de fructosa, que tiene un índice glucémico menor, pero al final lo que importa es la cantidad que consumimos, y en esto ambos son prácticamente equivalentes.
Pero, pero, pero... ¡es natural!
Ah, sí. El argumento estrella: “Es que la miel es natural”. Claro, también lo es el veneno de serpiente y no veo a nadie echándolo en el café.
Lo de “natural” suena muy bonito y la miel tiene un proceso más “artesanal” que el azúcar refinado (por lo menos si no hablamos de las mieles industriales). Pero si lo natural no es sinónimo de inocuo, menos lo va a ser de sano. No olvidemos que, para nuestro cuerpo, la sacarosa es sacarosa, venga de un adorable tarro con abejitas dibujadas o de un triste paquete de azúcar blanco.
Un poco de azúcar no te va a matar y una cucharada de miel tampoco te va a salvar. Y, por supuesto, si estás buscando una vida más sana, hay otras formas de endulzar el día (¿alguien ha dicho frutas enteras, que traen fibra y nutrientes de verdad?).
Entonces ¿la miel no tiene ninguna ventaja? Sí… tiene mayor poder endulzante, eso es que, a misma cantidad, endulza más. Estupendo, así puedes echarte menos cantidad para endulzar lo mismo. Y también tiene propiedades emulgentes, no quita la tos, pero calma la superficie y eso mejora la sensación.
Usa lo que más te guste, pero no te engañes, las trampas al solitario no salen bien.