¿Qué se hace con los millones de naranjas amargas de las calles de Sevilla?

Es la fruta perfecta para una ciudad como Sevilla, pues no requiere grandes cantidades de agua ni tampoco muchos cuidados en general, pero... ¿cómo se aprovecha este fruto no apto para el consumo? Te lo contamos.

Naranjos en Sevilla
"Citrus aurantium", la naranja amarga de Sevilla, debe su característico sabor a la neohesperidina, un compuesto flavonoide presente en esta emblemática variedad, no apta para el consumo.

Cualquiera que haya visitado Sevilla se habrá dado cuenta de la cantidad de naranjos que pueblan sus calles. Se calcula que hay más de 50.000, y lo peor es que se trata de una fruta amarga que no se come, y que, si no se recoge, acaba esparcida por el suelo.

¿Cuál es la razón de que haya tantos naranjos en Sevilla?

Lo cierto es que la abundante presencia de naranjos en Sevilla no es casual. Su introducción data de la época árabe, cuando los musulmanes vieron en estos árboles no solo un símbolo de belleza y frescura, sino también un elemento funcional. Sus hojas, siempre verdes, ofrecían sombra en los patios y jardines, mientras que el aroma de sus flores era sublime.

Se tenía también la creencia de que los naranjos protegían contra plagas y mosquitos, razón de peso para plantarlos en las calles y cercanías de viviendas.

Con el paso de los siglos, el naranjo se convirtió en parte de la identidad de Sevilla. Más allá de su función decorativa, su resiliencia al clima cálido y su capacidad para soportar largos periodos de sequía los hicieron ideales para poblar las calles. Sin duda alguna, hoy estos árboles son un emblema que representa el legado histórico y la belleza paisajística de la ciudad.

Las teorías sobre su proliferación

Existen diversas teorías sobre la masiva presencia de naranjos en Sevilla. Una de ellas apunta a su utilidad en la época musulmana como árboles ornamentales y medicinales. Otra sostiene que, en los siglos XVIII y XIX, el naranjo fue elegido como parte del diseño urbanístico debido a su resistencia y bajo mantenimiento.

Una teoría más reciente sugiere que el carácter exótico del árbol y su fruto servía para impresionar a los visitantes, consolidando la imagen de Sevilla como una ciudad rica en naturaleza y cultura.

Un fruto singular no apto para el consumo directo

Las naranjas de Sevilla tienen una peculiaridad: son amargas, ácidas y poco aptas para el consumo directo. A diferencia de las dulces, su alto contenido en aceites esenciales y ácido cítrico las hace perfectas para otros usos. Aunque puede parecer un desperdicio que millones de estas naranjas no terminen en la mesa, su destino está lejos de ser inútil.

Multas por manipulación
Alterar o manipular los naranjos de Sevilla puede resultar en multas de hasta 300 euros, según la normativa municipal que protege su emblemática flora.

Cada año, el Ayuntamiento de Sevilla recoge alrededor de 5.700 toneladas de naranjas caídas de las calles. Este proceso no solo evita que las frutas se conviertan en un problema de higiene o seguridad (al ser resbaladizas), sino que también permite darle una segunda vida al fruto.

¿Qué se hace con todas estas naranjas?

El destino de estas naranjas es diverso y sorprendente. Una de sus aplicaciones más conocidas es la elaboración de mermelada, especialmente para el mercado británico. De hecho, la "Seville orange marmalade" es un producto icónico en el Reino Unido, donde estas naranjas amargas son consideradas un manjar.

Además, parte de la cosecha se utiliza para producir aceites esenciales y perfumes, gracias a los compuestos aromáticos de su piel. Recientemente incluso se han desarrollado proyectos innovadores para convertir estas naranjas en biogás. Algunas empresas locales transforman los residuos orgánicos de las frutas en energía limpia, un paso hacia la sostenibilidad que ha captado la atención internacional.

La recogida de naranjas en la ciudad sevillana es un proceso complejo que involucra a equipos de limpieza y gestión ambiental, y que se inicia en enero y puede extenderse hasta marzo, dependiendo de la cantidad de fruta caída. Una vez recolectadas, las naranjas se destinan a diferentes industrias, cerrando así el ciclo de utilidad de este singular fruto.