¿Qué está pasando con los ‘diablos de polvo’ en España?
Esta semana se han divisado otras dos tolvaneras en nuestro país: remolinos de viento que, como si fueran pequeños tornados, levantan la tierra y algunos objetos a su paso. El último captado en Burjassot, Valencia.
“Suerte que no ha pasado nadie por allí, porque se lo hubiera llevado por delante”, relataba Eduardo Membrillas, el autor de este vídeo tomado en la localidad valenciana de Burjassot el lunes (día 16) al mediodía. Ese torbellino de viento y tierra se llama tolvanera o ‘diablo de polvo’, por su nomenclatura anglosajona Dust Devil. Tiene hechura de tornado pero, afortunadamente, es un fenómeno mucho menos peligroso y con un origen distinto.
Las tolvaneras presentan diámetros de entre 50 centímetros y 10 metros, y alturas que pueden llegar al kilómetro en los casos más extremos. Están formadas por corrientes de aire ascendente que rotan con velocidades de hasta 100km/h y pueden perdurar cerca de media hora.
Estos remolinos se forman cuando el aire caliente cercano a la superficie se eleva a través de un aire más frío que está justo encima. Si las condiciones son favorables la corriente ascendente empieza a girar gracias al efecto de Coriolis, relacionado con la rotación terrestre. Requieren de un terreno recalentado, árido y polvoriento. Por eso se suelen ver en verano.
El caso de Burjassot fue producido por las altas temperaturas que afectaron a la costa valenciana el lunes y un cambio brusco en la dirección del viento. Hasta las horas centrales fue protagonista el poniente: viento del oeste seco y muy cálido, que dejó temperaturas máximas cercanas a los 37ºC en la ciudad de Valencia y su periferia. Sobre las tres de la tarde las brisas marinas más frescas ganaron terreno, chocando frontalmente con el ponent. Así se creó una zona de convergencia que, unida al calentamiento de la tierra del solar en cuestión, generó la tolvanera.
Otros casos recientes en Mallorca y Sevilla
El mismo lunes otra pequeña pero vistosa tolvanera tomó el área de servicio de La Ponderosa en la A-92 de Sevilla. Sobre las dos de la tarde, tras una mañana tórrida, el viento empezó a enroscarse en un parking haciéndose visible a través del polvo blanquecino.
Más grande y mediático fue el Dust Devil que se paseó la semana pasada por una playa de Menorca. Llegó a alcanzar los 20 metros de altura y, con un diámetro considerable, arrastró decenas de sombrillas a su paso. Por suerte no se produjo ningún incidente grave.
Estos fenómenos son normales en estas fechas. Aunque suelen ser más abundantes en la Meseta, la masificación de otras zonas públicas, como la playa o un parque, están sacando a relucir su presencia en otros puntos del país. Cada vez hay más gente con un móvil de última generación capaz de dar testimonio y así parece que la casuística se dispara, aunque en muchos casos es la de siempre.