La gran tormenta ya está aquí: sistema convectivo de mesoescala formado. Qué es y sus riesgos
Las tormentas no siempre vienen solas. En ocasiones se organizan y se agrupan en una gran diversidad de estructuras de mayor tamaño logrando una intensidad y duración mucho mayor que cuando se encuentran aisladas: hablamos de los sistemas convectivos de mesoescala.
Una célula de tormenta básicamente consiste en una fuerte corriente ascendente cargada de humedad en la que el agua se condensa, dando lugar a un tipo de nube muy concreto: el cumulonimbo. Estas nubes logran un abundante desarrollo vertical ocupando toda la troposfera e incluso la parte inferior de la estratosfera donde alcanzan temperaturas de entre -40 ºC y -90 ºC. Condensan grandes cantidades de agua, lo que les sirve de soporte energético y su parte superior está llena de agua sobreenfriada, granizos, copos de nieve y cristales de hielo, responsables directos de la separación de cargas eléctricas y la aparición de rayos.
Estas células de tormenta plenamente desarrolladas empiezan a generar corrientes descendentes que llegan hasta el suelo dando lugar a frentes de racha y un descenso térmico importante. Si estas masas de aire "utilizado" previamente por la tormenta se extienden lo suficiente, interrumpirán a la corriente ascendente y la tormenta comenzará a debilitarse. Sin embargo, si una tormenta evoluciona y se organiza en una estructura mayor que separa adecuadamente sus corrientes ascendentes de las descendentes, podrá ser más intensa y duradera, tal y como está previsto que suceda estos días en algunas regiones de la península.
Una de estas estructuras son los sistemas convectivos de mesoescala o "SCM". Cuando dos o más tormentas muy próximas interaccionan entre sí formando una estructura mayor se suele hablar de "multicélula" o sistema multicelular. Estos sistemas pueden crecer en condiciones favorables y estar constituidos por varias células en distintas fases de su ciclo de vida.
Si el semieje mayor de este sistema alcanza unas dimensiones en torno a 100 km o superiores, pasa a considerarse un SCM. Estas estructuras tienen un movimiento más difícil de prever porque a la velocidad de traslación de las tormentas se suma la de propagación, es decir, la dirección en la que se van desarrollando nuevas células que sustituyen a las más viejas.
¿Qué hace falta para que se forme un SCM?
Al igual que todas las tormentas, es necesario un entorno con abundante humedad e inestabilidad atmosférica. Generalmente requiereen de zonas extensas que cumplan estas condiciones y suelen ser frecuentes con valores de CAPE en torno a 1000 J/kg o superiores. Sin embargo, necesitan de otro ingrediente importante: la cizalladura.
Si la cizalladura supera los 10 m/s la probabilidad de que se desarrollen tormentas organizadas en un entorno como el descrito anteriormente aumenta significativamente. Las corrientes ascendentes y descendentes se desacoplan dentro de la nube y permiten una mayor duración de las células así como su interacción entre ellas, dando lugar a estructuras mayores y más complejas como los SCMs. Si la cizalladura es elevada, en torno a 20 m/s o superior, pueden formar estructuras en disposición lineal, muy alargadas, como es el caso de las líneas de turbonada.
¿Estamos ante un SCM en el mar de Alborán?
Precisamente estas condiciones de las que hemos hablado están dándose en el sur de la península ibérica, en el flanco oriental de la DANA que nos afecta. Varias células se están desarrollando y organizando formando estructuras convectivas de gran tamaño al sureste de Andalucía, en el entorno del mar de Alborán.
En ellas se puede observar, tanto por radar como por satélite, una amplia estructura tormentosa con regiones más pequeñas donde se producen fuertes lluvias, posiblemente granizo y abundante actividad eléctrica, donde residen las células tormentosas maduras. Estas células están envueltas en una zona de mayor extensión de lluvias moderadas y con menos actividad, típica de un SCM.
Será importante seguir este incipiente sistema así como otros que puedan formarse en las próximas horas, puesto que pueden ser responsables de lluvias muy fuertes en el sureste peninsular, con gran capacidad para producir inundaciones súbitas. Tampoco habrá que perder de vista otros fenómenos, como el granizo y las fuertes rachas de viento, frecuentemente asociadas a este tipo de sistemas de tormentas.