Descubriendo el fenómeno de los "meteotsunamis" en el Mediterráneo
Aunque se suelen confundir con los tsunamis típicos, el mecanismo de formación de los "meteotsunamis" es más complejo y su origen es atmosférico. ¿Quieres saber más? Aquí te lo contamos.
Los tsunamis tienen habitualmente su origen en fuertes terremotos o grandes deslizamientos de tierra bajo la superficie marina, en otras ocasiones por violentas erupciones volcánicas, e incluso por el imacto de meteoritos, aunque suelen ser casos muy excepcionales. En más de una ocasión, estos eventos interactuan entre sí. Pero como han demostrado recientemente algunos estudios específicos, existen otros fenómenos similares a los tsunamis provocados por la presencia de fenómenos atmosféricos intensos.
Estos fenómenos, más frecuentes de lo que se cree, se denominan "meteotsunamis" o "tsunamis meteorológicos". De hecho, a primera vista, el término "tsunami" podría parecer un poco inapropiado, ya que suelen relacionarse con grandes perturbaciones del fondo marino de origen telúrico, por procesos eruptivos o deslizamientos masivos. Sin embargo, por ahora se puede aceptar esta definición, ya que existen similitudes entre los distintos fenómenos.
¿Qué son los "meteotsunamis"?
Los "meteotsunamis" todavía son poco conocidos y estudiados, por lo que merecen una atención adecuada. Se producen en determinadas situaciones y cuando confluyen una larga y compleja serie de factores. Son ondas oceánicas que tienen las mismas escalas temporales y espaciales que las ondas de tsunamis ordinarias, pero su origen no es sísmico.
El factor fundamental es la presencia las ondas de gravedad atmosféricas que se transmiten a las capas medias y bajas de la troposfera. Sin estas particulares perturbaciones atmosféricas, el fenómeno no puede formarse ni desarrollarse.
¿Cómo se forman?
El origen de este fenómeno marítimo singular se encuentra en la atmósfera, donde se producen pequeños aunque súbitos cambios en la presión atmosférica, asociados habitualmente al paso de frentes, ondas gravitatorias, líneas de turbonada y en general fenómenos asociados con la convección.
Estos cambios bruscos de presión suelen generar las llamadas "ondas barotrópicas", que mediante complejos mecanismos de resonancia, transmiten energía de la atmósfera al mar. Para optimizar esta transición, es necesario que la velocidad de propagación del frente atmosférico sea similar a la velocidad de movimiento del oleaje, que tiende a extenderse hacia las zonas costeras, potenciando aún más el fenómeno.
Además, tienen que haber vientos muy fuertes en la troposfera superior, generalmente del suroeste (siguiendo la dirección de las ondas de gravedad), frente a una depresión o área depresionaria que se desplaza de oeste a este. En las capas bajas, en cambio, los vientos suelen ser débiles, lo que favorece la aparición de turbulencias en la troposfera inferior.
La importancia de la batimetría del fondo marino
En este punto, entran en juego la batimetría y la morfología costera. Cuando el fondo marino se eleva bruscamente y la costa está formada por bahías largas y estrechas (en la jerga científica se conoce como "factor Q alto"), se produce una mayor resonancia y la ola se expande, convirtiéndose en amenazante y destructiva. En los casos más extremos, las oscilaciones del nivel del mar pueden superar los 2 o 3 metros.
Los efectos son aún más perjudiciales cuando la dirección de propagación de la perturbación atmosférica coincide con la orientación de la bahía. Cuanto más coincidentes sean las dos direcciones, más fuerte será el fenómeno. Como vemos, tienen que darse una combinación de varios factores, lo que explica la rareza del suceso y la dificultad para identificarlo y predecirlo.
Aunque no son tan destructivos como los tsunamis típicos, los períodos de las olas y las propiedades dinámicas son esencialmente las mismas. Además, en bastantes ocasiones se produce un retroceso del mar, hasta dejar el fondo marino al descubierto, antes de su llegada repentina a la costa. De ello se deduce que, aunque difieren en su origen de los tsunamis más típicos, merecen el nombre de "meteotsunamis".
Los "meteotsunamis" en España
Sin embargo, uno de los lugares donde los "meteotsunamis" son más frecuentes y estudiados lo encontramos en nuestro país, concretamente en Baleares, donde este fenómeno se conoce como "rissaga". Destaca el caso de Ciutadella, en la isla de Menorca, donde su particular bahía presenta unas características idóneas para la amplificación de las rissagas, con más de un kilómetro de largo y 100 metros de ancho, y una profundidad de unos 5 metros.
Como se dice en la jerga científica, un "factor Q" de primer orden, que potencia los efectos de las rissagas. Las más destructivas pueden provocar daños muy importantes en los puertos o arrastrar a personas que estén en el agua.
También se producen, aunque con una menor frecuencia, en las costas mediterráneas y andaluzas, en playas y puertos orientados al sur principalmente, donde en las últimas semanas se han reportado varios eventos de este tipo. El más reciente en la Península fue el que afectó a las localidades alicantinas de Guardamar, Santa Pola y Torrevieja, entre otras. Tampoco Canarias se libra de los "meteotsunamis".