¿Qué es un desierto y cómo se forma?
Los desiertos se forman debido a una combinación de factores que interactúan para crear condiciones de aridez extrema, dando lugar a algunas de las áreas más hostiles de nuestro planeta.
Los desiertos son uno de los paisajes más fascinantes y extremos de la Tierra. Estas extensiones de terreno, que pueden parecer inhóspitas y estériles a primera vista, son el resultado de complejas interacciones entre diversos factores climáticos, geográficos y humanos.
¿Qué son y qué factores intervienen en su formación?
El clima juega un papel crucial en la formación de los desiertos. Aproximadamente el 30% de la superficie terrestre de nuestro planeta son desiertos, que básicamente son regiones con precipitaciones muy escasas, en algunos casos por debajo de los 50-100 l/m² al año.
Las condiciones climáticas
Existen varios tipos de desiertos, y cada uno se forma bajo condiciones climáticas específicas. No todos están formados por dunas, que es la estampa icónica, y por ejemplo podemos encontrar desiertos costeros, rocosos o helados.
Los desiertos cálidos, como el del Sahara en África o el de Sonora en América del Norte, se encuentran típicamente en regiones subtropicales, donde las altas presiones atmosféricas predominan. Estas áreas se caracterizan por los cielos despejados y precipitaciones muy escasas debido a las corrientes de aire descendente que inhiben la formación de nubes.
Por otro lado, los desiertos fríos los del Gobi en Asia o el desierto polar en la Antártida, se desarrollan en zonas de latitudes medias y altas. Aunque estos desiertos también reciben poca precipitación, la principal diferencia radica en las temperaturas extremadamente bajas que pueden experimentar.
La geografía y el tipo de suelo
La geografía y los patrones de viento son otros elementos fundamentales en la formación de desiertos. Las barreras montañosas pueden bloquear el paso de las nubes cargadas de humedad, provocando que áreas al sotavento se conviertan en desiertos.
Este fenómeno, conocido como sombra orográfica, es el responsable de la aridez del desierto de Atacama en Chile, uno de los lugares más secos del mundo. También explica la presencia del desierto de Tabernas de España, el único de Europa, a sotavento de Sierra Nevada.
También hay que tener en cuenta el tipo de suelo. Los desiertos arenosos se originan por la ruptura de rocas que hace miles de años formaban el suelo o procedentes de montañas próximas, cuyos granos son transportados por el viento.
Las corrientes oceánicas también desempeñan un papel crucial en la formación de desiertos. Las corrientes frías que fluyen a lo largo de las costas occidentales de los continentes pueden enfriar el aire por encima de ellas, reduciendo así su capacidad para retener humedad y provocando que se condense y precipite antes de llegar a tierra.
Como resultado, las regiones costeras adyacentes a estas corrientes permanecen secas, aunque la nubosidad puede ser abundante.
La influencia del ser humano
La influencia humana ha jugado un papel importante en la expansión y formación de áreas desérticas en diversas regiones del mundo.
Las acciones humanas, desde la explotación intensiva de recursos hasta la deforestación, han contribuido de manera notable a la degradación del suelo y la desertificación, que básicamente es un problema de erosión y que no hay que confundir con desertización.
Factores como la sobreexplotación de recursos, la deforestación, el sobrepastoreo y el uso insostenible del suelo pueden deteriorar significativamente la calidad de la tierra, llevándola a un estado árido.
Este fenómeno es especialmente alarmante en áreas como el Sahel en África, donde las prácticas agrícolas inadecuadas y el cambio climático aceleran la desertificación a un ritmo preocupante. Por otra parte, la desertización hace referencia al avance de las áreas desérticas sin intervención humana.