Posponer la alarma tiene consecuencias, así te afecta la inercia del sueño

Retrasar unos minutos la alarma puede parecer un acto inofensivo, pero según los expertos interrumpir los ciclos naturales del sueño afecta nuestra salud y rendimiento diario.

Hombre durmiendo con despetardor en la mano
Los expertos están de acuerdo: apagar el botón de la alarma e intentar reiniciar el sueño tiene consecuencias negativas en el rendimiento diario.

¡Sólo cinco minutos más! Quién no se ha dicho estas mismas palabras tras sonar el despertador para luego apagarlo de inmediato. Aplazar la alarma con la intención de dormir unos minutos extra puede parecer inofensivo, pero en realidad influye de forma negativa en la salud y en el rendimiento diario.

Este hábito interrumpe los ciclos naturales del sueño, lo que puede derivar en fatiga, falta de concentración y menor eficiencia en las actividades diarias.

La fragmentación del descanso puede impedir que el cuerpo logre una recuperación completa, afectando la calidad del sueño. Recurrir a apagar la alarma en exceso podría ser indicativo de que no estamos durmiendo lo suficiente, y tener repercusiones en nuestra energía y bienestar general.

El problema radica en la alteración de la inercia del sueño, ese estado de transición entre el descanso profundo y la vigilia. Al prolongar el tiempo en la cama sin un descanso real, el cuerpo debe enfrentarse a dificultades para activarse correctamente, lo que afecta el estado de ánimo y la energía a lo largo del día.

Inercia del sueño: qué es y cómo afecta tu descanso

La inercia del sueño es esa sensación de somnolencia y desorientación que se experimenta al despertarse bruscamente en medio de un ciclo de descanso. Este efecto ocurre cuando el cerebro no ha completado sus fases naturales de recuperación y puede provocar fatiga prolongada, falta de concentración e incluso cambios en el estado de ánimo a lo largo del día.

Un error común es usar la función de repetición de la alarma, pensando que unos minutos extra de sueño ayudarán a sentirse más descansado. Sin embargo, lo que realmente sucede es que al volver a dormir, el cerebro intenta reiniciar su ciclo de descanso desde cero, lo que provoca una sensación de aturdimiento que puede extenderse por varias horas.

La costumbre de posponer la alarma

Desde que se introdujo en la década de 1950, la función de posponer la alarma en los relojes despertadores ha sido una característica esencial. De hecho, el intervalo de nueve minutos, que hoy en día es el más común, proviene de los relojes electromecánicos antiguos, donde bastaba con modificar un dígito en los minutos para ofrecer ese breve respiro al que muchos recurren al despertar.

Diversos estudios indican que entre el 50% y el 66% de las personas adultas utilizan esta función para retrasar la alarma, con un 15% de ellas repitiendo el proceso hasta tres veces antes de finalmente levantarse.

Los expertos en sueño han señalado desde hace tiempo los posibles efectos negativos de este hábito. Hay métodos más eficaces para vencer la somnolencia matutina. Encender la luz justo después de que suene la alarma puede ser beneficioso para sincronizar los ciclos de sueño y mejorar la vigilia. Además, existen despertadores con luces que simulan un amanecer gradualmente.

Impacto de interrumpir el ciclo del sueño

El sueño sigue una estructura compuesta por diferentes etapas, divididas en dos grandes fases: el sueño de movimientos oculares no rápidos (NREM) y el sueño de movimientos oculares rápidos (REM). A lo largo de la noche, el cuerpo atraviesa ciclos de entre 90 y 120 minutos que permiten la recuperación física y mental.

Cuando el descanso se ve interrumpido constantemente, el organismo no alcanza las fases profundas del sueño, afectando funciones vitales como la regulación de la temperatura corporal, la presión arterial y la consolidación de la memoria. Además, romper la continuidad del descanso puede generar fatiga persistente, irritabilidad y una menor capacidad de respuesta ante las actividades diarias.

Para evitar la inercia del sueño y mejorar la calidad del descanso, es fundamental establecer horarios regulares para dormir, evitar la exposición a pantallas antes de acostarse y asegurarse de completar los ciclos naturales del sueño sin interrupciones. Con estos hábitos, despertar será mucho más fácil y empezaremos el día con energía renovada.