Qué es el torb, uno de los fenómenos más temidos en el Pirineo en los meses invernales
El torb es un fenómeno muy violento que puede aparecer durante los meses invernales en la cordillera pirenaica y que es muy temido por los montañeros, ya que ha provocado grandes daños y varias víctimas.
El Pirineo es una importante cordillera compuesta por una cantidad de imponentes picos, muchos de ellos de notable altitud, de más de 3000 metros, siendo el Aneto el rey de este sistema montañoso. Como todos sabemos, las cumbres están desprotegidas y sufren durísimas condiciones meteorológicas, especialmente en los meses invernales.
Uno de los factores principales de estas condiciones tan extremas es el viento. Suele ser habitual que sople con mucha fuerza en las zonas más altas o expuestas, mientras que en los valles puede estar en calma, lo que puede provocar que algunas personas se confíen a la hora de realizar una ascensión. Si al viento se le unen otros elementos, el panorama puede volverse muy adverso.
¿En qué consiste este fenómeno?
Una combinación explosiva entre viento y nieve son los llamados torbs, una palabra catalana que proviene del latín "turbo" y que significa remolino. Ya nos podemos imaginar con qué tipo de fenómeno nos vamos a encontrar. En otras zonas del Pirineo este tipo de evento también es conocido como nevasca, viento blanco, o simplemente ventisca. En inglés se suele asociar a los blizzards, tormentas de nieve.
El torb suele aparecer en forma de vientos súbitos y huracanados, que además van acompañados de un brusco descenso térmico, ya que suele asociarse a la llegada de masas de aire polar o ártico. Se trata de las situaciones más temidas por los montañeros, ya que aparece repentinamente y en ocasiones por sorpresa. El otro ingrediente es la presencia de un manto de nieve poco consolidado en zonas de montaña.
Este fenómeno es especialmente violento en cimas redondeadas, que abundan especialmente en el Pirineo catalán. Las fortísimas rachas, en algunos casos superiores a los 100 km/h, son el desencadenante del torb, encargándose de levantar y desplazar la nieve que aún no está consolidada, y por otra parte se suelen formar remolinos por efecto de la orografía local. Cuando esto sucede, la visibilidad es prácticamente nula.
¿Qué tenemos que hacer si nos sorprende el torb?
Es muy importante saber cómo actuar en estos casos. Es de vital importancia buscar refugio tan rápido como sea posible, y por supuesto disponer de material adecuado para poder soportar las bajas temperaturas. También se aconseja llevar encima unas gafas de esquí o similares, para tener algo de visibilidad y proteger nuestros ojos del impacto de los cristales de hielo.
Hay que proteger las partes más expuestas del cuerpo, cara y extremidades, ya que la combinación de viento y frío suele provocar sensaciones térmicas bajísimas y extremas, comparables a condiciones que son más habituales de grandes cordilleras como el Himalaya. La hipotermia aparece rápidamente, y el otro gran peligro en este tipo de eventos es caer al vacío por la falta de visibilidad.
El torb ha provocado numerosos accidentes en el Pirineo, en ocasiones de consecuencias catastróficas. En aquellas situaciones más extremas los daños materiales pueden ser muy importantes, ya que arrasa todo lo que encuentran a su paso. Nunca hay que olvidar ir bien equipado a la alta montaña, donde un día apacible se puede convertir en una trampa mortal en cuestión de minutos. Evidentemente, siempre hay que consultar antes la previsión meteorológica.
La tragedia del 30 de diciembre del 2000 en el Balandrau
Precisamente en estos días se conmemora el aniversario de una de las mayores tragedias en el Pirineo. El 30 de diciembre del 2000, 7 personas perdieron la vida en el entorno del Balandrau, una montaña de casi 2600 metros situada al norte de la comarca del Ripollés (Girona) y muy cerca de la Vall de Núria. En condiciones normales su ascenso en bastante sencillo, pero aquel fatídico día un episodio de torb extremadamente potente lo convirtió en un infierno blanco.
Tras una plácida mañana que nada hacía augurar lo que llegaría pocas horas después, varios grupos de montañeros realizaban la ascensión a la cima, cuando se vieron sorprendidos por la repentina llegada de este fenómeno: los vientos en zonas altas pasaron de los 100 km/h, con una sensación térmica en torno a -30 ºC, nula visibilidad y un ruido ensordecedor, condiciones más propias del Himalaya. Además, el torb se mantuvo durante unas cuantas horas.
Las previsiones meteorológicas no mostraban una situación tan extrema. Fue una jornada fatídica en el Pirineo, porque además de la tragedia del Balandrau, otras dos personas que estaban en el Gra de Fajol y un monitor de esquí en Port Ainé perdieron la vida sorprendidos por el temporal. En todos estos casos eran personas muy bien preparadas y que incluso solían hacer expediciones invernales a otras cordilleras. Como vemos, incluso zonas a priori sencillas en la alta montaña pueden convertirse en un infierno.