Plástico en barritas de chocolate, ¿están fallando los controles en la industria alimentaria?
Una nueva alerta alimentaria llega esta semana: posible presencia de fragmentos de plástico en barrita de chocolate, pero no es la única. Metal, vidrio, algún insecto y hasta unas gafas han aparecido en una bolsa de patatas.
Cuando algo que no debería estar, está dentro de un envase de alimentos se le llama “cuerpo extraño”. En seguridad alimentaria se contemplan los peligros biológicos (patógenos), químicos (como residuos de productos de limpieza), alérgenos, radiológicos o físicos.
Los peligros físicos son los más críticos para los consumidores. Nadie quiere encontrar ningún material “extra” al alimento que esperaba consumir, pero el problema es que pueden llegar a ser peligrosos, provocar atragantamientos o cortes.
Controles en industria alimentaria
En la Industria alimentaria existe la máxima de adelantarse al peligro. Para ello, se analizan todos los peligros que hemos visto antes en cada una de las fases del proceso de fabricación de un alimento y se implantan medidas de prevención que disminuyan la posibilidad de que ocurra ese peligro. Esto se realiza por un equipo multidisciplinar y hay que tomarlo muy, pero que muy en serio. No sólo porque obliga la sino normativa porque va la vida de los consumidores en ello.
Diferentes tipos de “cuerpos extraños”.
No, no estamos hablando de los que nos encontramos presumiendo en la playa sino de vidrios, metal, madera, piedras, huesos, plásticos o incluso efectos personales (por eso no se puede entrar en una planta de fabricación con cadenitas, pendientes, relojes o anillos).
Para cada uno de estos materiales, debe existir un control exhaustivo antes, durante y después de la producción o bien, directamente prohibido (como la madera y objetos personales).
En el caso del vidrio o cristal, se intenta que los materiales sean irrompibles (no es que no se rompa, es que cuando se rompe, no se hace añicos, como las lunas de los coches). Además, existirá un “glass book” donde queda registrado el estado de cada uno de los objetos que tienen ese material. Esta será la metodología que se podría seguir con el resto de materiales.
Detectores de metales
Como casi todo lo que hay dentro de una planta de fabricación es metálico, las industrias tienen al final de sus líneas de producción detectores de metales.
Estos equipos son capaces de detectar pequeñas piezas metálicas y, en el momento de detección rechazan el producto, detienen la línea o avisan con una alarma visual y sonora (o todo a la vez). Son muy efectivos.
Para garantizar que no fallan, se calibran antes, se ajustan y se comprueba su correcto funcionamiento antes y durante la producción haciendo pasar “testigos”, muestras pequeñas controladas, para verificar que lo rechaza.
El futuro
Pero algunos productos llevan envasados metálicos. Para ellos, la solución puede ser los rayos X o mejor aún la visión artificial en la que, introduciendo unos parámetros concretos de densidad o tamaño, te identifica cualquier tipo de material que no esté indicado.
La visión artificial ayuda a que se puedan detectar cualquier material extraño de un alimento.
Pero entonces, ¿qué ha pasado?
Básicamente que el riesgo cero no existe. Aunque todo se controle con lo que creemos que es la mejor manera, a veces todo falla. O peor, a veces no puedes demostrar que no ha fallado, en cuyo caso, el resultado es el mismo, pero con más rabia.
Si leemos la noticia de la POSIBLE presencia de plástico en barritas, casi todos hemos obviado que pone “posible”. Eso significa que no podemos descartar que haya, no es seguro que esté, pero como no se puede descartar, la seguridad del consumidor es lo primero.
Es un desastre desde el punto de vista de imagen de marca y es necesario retirar la producción que está en el mercado desde el momento en el que tienes sospechas. Pero, sin duda, eso es menos que la noticia de que un consumidor haya podido sufrir un daño.