¿Por qué se producen ventoleras en pleno verano con tiempo anticiclónico? Aqui la explicación de José Miguel Viñas

Bajo las condiciones de tiempo anticiclónico típicas de pleno verano apenas sopla el viento, pero bajo determinadas circunstancias se pueden producir fuertes y repentinas ventoleras. Veamos cuáles.

Los campos de cereales sometidos al viento son una de las estampas típicas del verano ibérico.

En el ámbito geográfico de la península Ibérica y Baleares, en verano domina el tiempo anticiclónico, caracterizado por el ambiente seco y soleado, las altas temperaturas (intenso calor) y el aire encalmado, sin vientos significativos. Esto último presenta algunas notables excepciones, principalmente en zonas de costa, debido al régimen local de brisas, y en enclaves donde el viento tiende a canalizarse y a intensificarse, tal y como ocurre, por ejemplo, en el estrecho de Gibraltar.

Si pensamos en zonas de interior no afectadas por vientos locales, también encontramos durante los meses de verano momentos del día en los que se producen ventoleras, habitualmente cortas e intensas, debidas a la manera en que la insolación va induciendo cambios en el aire, particularmente en el que discurre en las cercanías del suelo. También las tormentas típicas de verano dan lugar a fuertes ráfagas de viento que irrumpen súbitamente y con violencia.

Ventoleras de sobremesa y tras la puesta de sol

Seguramente, ha vivido en alguna ocasión la situación que paso a describir: día de verano soleado, con el cielo azul, libre de nubes, desde primeras horas, en el que durante el transcurso de la mañana; el calor comienza a hacer acto de presencia. A mediodía ya hay que buscar la sombra, ya que el calor al sol comienza a ser difícil de llevar.

Llega la hora de la comida, las temperaturas siguen subiendo, superan ya con holgura los 30 ºC. El aire está encalmado, no sopla ni una brizna de viento. Nos disponemos a tomar el café en una terraza y de repente, entra en escena una fuerte ventolera, dura solo unos pocos minutos. Pasado ese tiempo vuelve la calma ¿Qué ha pasado?

La insolación ha hecho de las suyas. Fue calentando con rapidez el aire situado junto al suelo, lo que provocó burbujas de aire caliente que fueron ascendiendo, transmitiéndose por la llamada capa límite planetaria (CLP), que es la zona atmosférica que se ve influida por la superficie terrestre. Por encima de esa capa se sitúa la atmósfera libre, donde el aire fluye libremente. Ahí siempre sopla viento y suele aumentar de intensidad según ganamos en altitud.

La CLP es de espesor variable, ya que depende tanto la rugosidad del terreno, como la orografía y las propias condiciones meteorológicas.

En la frontera entre la CLP y la atmósfera libre hay intercambios de calor y también de cantidad de movimiento. Cuando el flujo turbulento asociado a las burbujas de aire caliente se abre paso hacia arriba por la CLP y alcanza la zona donde sopla el viento, este aire en movimiento logra transmitirse hacia abajo, y alcanza la superficie, dando como resultado la ventolera que nos sorprendió tomando el café.

Hierba y viento
El carácter rafagoso del viento queda desvelado al observar cómo evoluciona la hierba en un campo cuando el tiempo es ventoso.

Algo parecido ocurre también durante las puestas de sol de finales del verano, los días de “buen tiempo”. Al caer la tarde y ponerse el sol se levanta una súbita ventolera que, al igual que la de la sobremesa, apenas dura unos minutos. En este caso, la razón reside en el brusco cambio de presión local que se produce al bajar con rapidez la temperatura durante la puesta de sol y los momentos posteriores.

El aire junto al suelo, todavía muy recalentado, es forzado a moverse, empujado por el que se enfría debido a que deja de haber insolación. El resultado es un viento rafagoso, conocido popularmente como amargacenas.

Esta expresión –de la que también se emplea la variante (contracción) “amargacea” – es de origen castellano y todavía se emplea en algunas localidades de las provincias de Valladolid y Salamanca. En el diccionario de la RAE la define como “cierzo que sopla por la tarde en el mes de septiembre”.

Tan curioso nombre alude directamente a las incomodidades que provocaba antiguamente en las gentes del campo, ya que les amargaba las cenas que hacían en el campo, al final de la dura jornada de trabajo. Sin embargo, en el mundo de la viticultura tiene connotaciones positivas, ya que la ventilación que produce en los viñedos se considera beneficiosa, contribuyendo a mejorar la calidad del vino.

Rachas de viento pretormentosas

Nos quedan por comentar as fuertes ráfagas de viento que generan las típicas tormentas de verano (de masa de aire), que si bien requieren para su formación de un cierto grado de inestabilidad atmosférica, se desarrollan con frecuencia en entornos sinópticos de estabilidad. Tanto la fuerte insolación estival, como el factor orográfico (convección favorecida en laderas de solana de zonas montañosas) favorecen el crecimiento en la vertical de los cúmulos, lo que en algunos casos culmina en tormenta.

Las rachas de viento que preceden a una tormenta abaten con violencia las ramas de los árboles, lo que anuncia la inminente llegada de los chubascos de lluvia o el granizo.

El primer signo que anuncia la inminente llegada de una tormenta es un primer trueno, seguido a continuación de una fuerte ventolera que precede a la precipitación. Esas intensas ráfagas de viento son debidas al desplome de aire frío que tiene lugar en la parte central de la nube tormentosa. Al impactar contra el suelo desborda lateralmente, dando lugar a la citada ventolera, que habitualmente zarandea con violencia las ramas de los árboles.